Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Crecí con Fania y no con Motown.
Nunca me imaginé escribiendo del cantautor y baterista británico Phil Collins.
Asistí a esta presentación de la gira “Not Dead Yet Live” (porque en ocasiones se ha especulado sobre las condiciones de salud de Phil) sin planificar redactar estas líneas.
Pensaba que sería una experiencia nueva, pero no, fue todo lo contrario.
Collins, como sospecho que me hubiera sucedido con Madonna, Prince, Michael Jackson, Chicago, Michael Bolton, Lionel Ritchie, Donna Summer y otros, yacía archivado en el disco duro de mi subconsciente.
La música es como el amor: pasa por tu lado y deja huellas imborrables. La música Es. Permea el espacio; sus ondas trasciendes; sus pulsaciones tocan; la música llega y se queda.
Admito que en días de playa le tuve que subir el volumen a Lavoe y a Maelo para que Phil no los eclipsara porque también fue amuleto de no pocos playeros.
Bastó la invitación de una entrañable amiga del alma para llegar anoche al Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot para al inicio del primer acorde de la insuperable banda de Phil Collins sentirme un ambiente familiar, cómodo, feliz, en sintonía y buena vibra, como el cliché del pez en el agua.

El recinto se llenó a capacidad (¡ni una butaca desocupada!) de personas de la Generación X, cientos de baby boomers y, sorprendentemente cientos de milenials que de seguro han recibido a Phil como herencia de sus padres o lo han descubierto arropados por esa nostálgica ola de regreso a los 80 y la era Motown, que marcó al propio Phil, según lo admite en su autobiografía.
La banda de hard rock The Pretenders, que lo acompañó en su tour por Sao Paulo, Brasil; Monterey, México; Lima, Perú; Santiago, Chile; Montevideo, Uruguay; Buenos Aires, Argentina y San Juan, Puerto Rico, es excelente.
Mas como “opening” no era necesario un concierto de casi o poco más de una hora. La gente deseaba escuchar a Phil, en su segunda presentación en Puerto Rico porque la primera fue el 29 de abril de 1995 en el Estadio Hiram Bithorn, en la plenitud de su carrera como solista y cuando demostraba porqué la crítica mundial lo consideraba el mejor baterista de la historia del pop.
Anoche, casi dos décadas y media después y a los 67 años, Phil entró vestido de negro, caminando con esfuerzo apoyado en un bastón; visiblemente quebrantado de salud, calvo, pero dispuesto y deseoso de entregar lo mejor de sí al soberano boricua, pese a las circunstancias que le depara esta esquina del camino de su vida.
Aunque cantó sentado y no tocó la batería, el artista de registro nasal y mucho ‘feeling’, que ha perdido audición en un oído y que padece de un trastorno espinal severo, fue reciprocado por el aplauso unánime de sus eternos fans. Así validó su regreso a San Juan, con un concierto cuyo boleto más caro costaba casi $300 y el más económico $60.

El montaje; las gráficas e imágenes digitales cumplieron su cometido a través del concierto. Fundamental e insuperable es la banda que lo acompaña y las ganas que Phil le puso, al final de su gira, a su cita en Puerto Rico, posible a las negociaciones del productor José Rafael Dueño.
La fuerza de su banda, en la que su hijo Nicholas toca la batería, estriba en su poderosa sección de metales (el trombonista Luis Bonilla, el saxofón George Shelby y los trompetistas Dan Fornero y Harry Kim), en el tecladista Brad Cole y en los coristas Amny Keys, Bridgette Bryant, Lamont van Hook y Arnold McCuller, entre otros músicos.
Desde el saque con la popular balada “Against All Odds”, la concurrencia nunca dejó de tararear sus canciones y moverse y bailar al ritmo de su música, que a tono con la arrolladora influencia de Motown va del pop al soft rock y al soul, con arreglos de sabor caribeño, gracias a la presencia del percusionista cubano Luis Conté y del boricua Luis Bonilla, quien se le acercó y sustrajo de la campana de su instrumento la Monoestrellada que Phil mostró a la concurrencia.
Básicamente, con “Not Dead Yet Live” Phil trajo a Puerto Rico el mismo repertorio de su gira por Centro y Sudamérica. La balada “One More Night”, una de las canciones guardadas en disco duro mental, no la incluyó, pero el público tampoco le suplicó que la cantara.

“Another Day In Paradise”, “I Missed Again”, “Hang in Long Enough” y los ‘covers’ “Separate Lives” de Stephen Bishop, “You Can’t Hurry Love” de The Supremes e “Easy Lover” de Philip Bailey recibieron sendas ovaciones de la concurrencia.
Igualmente, hubo mucha receptividad a versiones de sus grandes éxitos con su banda Genesis, cuya época evocó con “Follow You Follow Me”, “Throwing It All Away” e “Invisible Touch”.
Fue un concierto que los seguidores del cantante británico Phil Collins disfrutaron de principio a fin. Y quizás no se repita por sus quebrantos de salud.
Sí puedo afirmar que las amistades se fortalecen cuando la música las convoca en el tiempo y el calendario. Phil Collins fue el motivo y también el camino.