Por Rafael Vega Curry
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Hay grabaciones que trascienden épocas y estilos; afirmaciones musicales tan completas y tan definitivas que terminan por construir su propio universo –pero no un universo cerrado, sino todo lo contrario. Un universo acogedor que toma, transforma y recrea múltiples influencias. Esas grabaciones se dan cuando el artista se entrega de manera total a su expresión, haciéndose uno con su instrumento.

“Plena”, el primer disco a su nombre del compositor, pianista y profesor Alfonso Fuentes, es una de tales grabaciones. No existe nada igual, y hasta me atrevo a decir que parecido, en la historia de la música puertorriqueña. Es un recital de piano solo marcado por una inmensa fuerza expresiva, copiosas ideas, técnica magistral y una visión muy personal que integra rasgos de la música clásica, el jazz, el mapeyé, montunos semi-salseros y varios elementos más. Va mucho más allá de la plena en sí -de hecho, Fuentes ha manifestado en entrevistas que utilizó la palabra “plena” no solo en su acepción que designa un ritmo específico, sino como “regalo, obsequio”.
Lo verdaderamente genial del disco es que todo lo que se escucha en él es improvisado. “No solamente es todo improvisado, sino que es improvisado de primera mano”, subraya el artista. “No lo pensé anteriormente, no tenía un pensamiento de ‘qué voy a improvisar’”. De manera que lo que aquí escuchamos es la esencia de un gran artista puertorriqueño, en toda su espontaneidad y honestidad.
La música impresiona desde el primer momento y nunca decae. “Montuno no. 1” exhibe una energía y creación melódica que, al menos a los oídos del que escribe, recuerdan a Paul Bley, el gran maestro del piano fallecido en 2016. En “Cortaron a Elena” (el único “cover” o nueva versión del disco), Fuentes construye toda una fantasía melódica, realmente recreando este tema clásico de nuestra tradición. “Memorias campesinas” y “Mapeyé dulzura” tienen una profunda y singular belleza, así como astutas modulaciones en el caso del segundo tema. “Walking Bass Studio” incluye atractivas disonancias, mientras que “La Ponchinela de Cangrejos” cuenta con resonancias de salsa y blues. El último tema, “Plena al pensamiento crítico” no es exactamente jazz libre, pero está cerca de ello. En las palabras del propio artista, es una pieza “abstracta, incisiva y policromática”. Charles Mingus y Jaki Byard hubieran estado orgullosos de incluir un tema así en una de sus grabaciones.
En una nota novedosa, y con la generosidad personal que lo caracteriza, Fuentes incluye al final una lectura hecha por él mismo de las notas explicativas del álbum. No solo es una fina atención para aquellos oyentes con impedimentos visuales, sino también para aquellos que disfrutamos escuchar la palabra hablada en grabaciones. El diseño del disco en sí mismo, estilo digipak, es atractivo.
Como si todo lo anterior fuera poco, “Plena” cuenta además con un distintivo histórico. Es la primera grabación puertorriqueña –hasta donde conoce el que escribe estas líneas- de la que se producen tres versiones, en español, en inglés (para su distribución en mercados anglosajones) y en chino mandarín, respondiendo a la cálida acogida que la República China le ha brindado a Fuentes en los últimos años. Específicamente, el Conservatorio de Sichuan (el más grande del mundo) lo ha invitado en dos ocasiones a discutir y presentar su música. Próximamente, en abril de 2018, Fuentes viajará nuevamente a dicho Conservatorio, para presentar un nuevo concierto que recién ha terminado de componer.
Enérgico, incesantemente creativo, hermoso, profundo y accesible a la vez, “Plena” es una de las obras maestras de la música puertorriqueña. Así de sencillo –y de grandioso a un mismo tiempo.