Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
El pasado viernes nos encaminamos al Viejo San Juan. Salimos a las siete de la noche, con el propósito encontrar estacionamiento cerca de la Fundación Nacional para Cultura Popular, en la Calle Fortaleza. Para nuestra sorpresa, las calles estaban casi desiertas y conseguimos un excelente estacionamiento. Caminamos unos pasos hacia la Fundación, pensando, por el preámbulo de las calles en Viejo San Juan un viernes por la noche, que nos encontraríamos con pocas personas y ahí fue donde nuestra sorpresa, además de agradable, fue gigante. Ambos espectáculos que se presentaban – la obra de teatro en la sala principal y el concierto de Alí Tapia en la sala alterna, estaban totalmente llenos. Nuestra asignación era la obra de teatro “Matiné y noche”, del dramaturgo puertorriqueño Leo Cabranes-Grant, interpretada, dirigida y producida por Josean Ortiz, así que nos despedimos de Alí.
Admiramos el talento de Josean Ortiz, a quien conocemos en nuestros escenarios desde hace 35 años. El actor ha demostrado sus habilidades también para la música, la dirección escénica, la producción, y en la más que difícil empresa de administrador teatral. Corralón de San José añadía bríos y encantos creativos a las noches y tardes capitalinas. Nos pareció injusto su cierre y no perdemos las esperanzas de que abran sus puertas a toda capacidad.
Conforme el mismo Josean dijo en varias entrevistas, “Matiné y noche”, fue concebida para estrenar con nuestra primerísima actriz Carmen Belén Richardson. Tras su fallecimiento y posterior cierre del Corralón, los planes se atrasaron. Ortiz se mudó a Boston, Massachusetts, y Cabranes-Grant, quien suele escribir teatro especialmente para él, desarrolló una versión que se puede “hacer donde quiera”. La obra se estrenó entonces en Nueva York, en mayo de 2016, como parte del FuerzaFest, producido por Hispanic Federation y en septiembre de 2017 subió a escena en Villa Victoria Center for the Arts en Boston.
En Puerto Rico, la única función de “Matiné y noche”, producida por Amigos del Corralón Inc., fue cancelada en dos ocasiones por los huracanes Irma y María.

Antes de comenzar la obra el pasado viernes, Josean Ortiz se dirigió a su público. Después de agradecer por sus pasados 35 años de labor teatrera e informar que “Matiné y noche” está inspirada en su propia vida (Josean fue criado por una mujer que no era su madre biológica y es gay), dedicó la función a su padre, explicando a la vez que su padre en la vida real, y el padre homofóbico y maltratante de la obra son dos polos opuestos. “Mi padre siempre ha sido solidario y comprensivo”, aclaró el actor.
Leo Cabranes-Grant, profesor de teatro en la Universidad de California en Santa Bárbara, es un comprobado dramaturgo y director de experiencia. Su teatro ha sido galardonado y producido en Puerto Rico y Estados Unidos. “Matiné y noche” es una propuesta que usa la narración directa del personaje como puente de comunicación con el público. Aunque la propuesta no es novel, el texto está bien desarrollado y logra el interés. Los dos personajes son muy buenos, y envuelven retos.
El montaje de la pieza, creado por el mismo actor, fue sencillo y efectivo. Al comenzar la obra, se presentaron en una pantalla vistas de la impresionantemente bella ciudad de Toledo, España, con un arreglo musical de la canción del compositor mexicano Agustín Lara, que lleva como título el nombre de esa ciudad. El karaoke estuvo interpretado por Josean Ortiz, dueño de una agradable, educada y afinada voz de bajo. Este principio resultó ser oportuno. Después de que el personaje interpretado por Ortiz revelara la situación de su relación con ambos padres y su amor por el cine (de este amor por el cine obtiene la obra su título “Matiné”), informó que fue en Toledo donde tuvo su primera relación homosexual con un hombre unos años mayor que él, a quien también le gustaban las mujeres. El ambiente reflejado en los vídeos proyectados (¿paisaje sicológico?), en donde destacó la incomparable Sarita Montiel, entre otras cosas, nos ubicó en la década de 1970. Cuando el joven de 18 años enfrentó a su familia con su realidad homosexual, fue rechazado por su padre, pero muy apoyado por su madre. Esta situación obligó a madre e hijo a mudarse a los Estados Unidos. A lo largo de lo que podemos llamar un primer acto, acompañamos al personaje en sus controladas emociones cada vez que relataba alguna experiencia. Al final de ese primer acto, nos enteramos, por medio de una pelea de sus padres, que el joven tenía una madre biológica a quien no conocía y a quien resentía por haberlo abandonado, considerando como madre solo a aquella quien lo crió.

Después de cinco minutos (el intermedio, dado la duración del acto, merecía más tiempo), comenzó lo que entendemos como un segundo acto, el cual trascurrió de noche (de esto la obra obtiene su título “noche”) donde conocimos a la madre biológica de nuestro personaje en el primer acto. Este personaje estuvo también interpretado por Josean Ortiz. Se trataba de una mujer puertorriqueña quien, a sus 15 años, tuvo un romance con el verdadero padre del muchacho, casado con la madre de crianza. La niña quedó embarazada, la familia la sacó a Nueva York por verguenza, y cuando nació el niño, se lo quitaron para entregárselo a la esposa del padre de su hijo. Esta mujer crece independiente y audaz, y decide dedicarse al teatro. El tema de la herencia es recurrente, que sepamos, desde los tiempos de Esquilo. El hijo hereda la afición a los medios representativos de su mamá. Como dato curioso la mujer había tenido relaciones con el mismo español que sacó a su hijo del closet en Toledo, en este caso, menor que ella. Esto nos pareció simpático, tal vez por ignorar lo que puede ser demasiado real. (Desde los tiempos de Esquilo, que sepamos, el planeta es un país interesante donde no existen casualidades). La mujer, después de la muerte del padre de su hijo, se entera del paradero del mismo y expresa su afán por conocerlo y su resentimiento por haber tenido que vivir sin él.
La obra finaliza sin que nos enteremos qué pasó en el encuentro de madre e hijo, o si se llegó a dar porque esa no es la intención del dramaturgo y es teatralmente válido. Conforme dijera Josean Ortiz en una entrevista, el personaje de la madre es interpretado por el hijo tal “como él se la imagina y cree que sucedió todo”. Esto queda claro en el momento en el cual el personaje se quita la peluca, y es testigo en forma abierta, de lo que, en forma magistral, propuso San Jean Genet: los personajes maquillados se ponen máscaras de otros personajes para representarse a sí mismos. Aun en ese juego tenemos la certeza de la definición de estos dos personajes y sobre cómo nuestros juicios sobre las acciones de las personas pueden estar equivocados, tema que, sobre todo en el siglo 21, resulta urgente.

Josean Ortiz, talentoso actor puertorriqueño de amplia trayectoria, se desempeña en ambos personajes con tranquila y efectiva naturalidad. Lo que se expone en ambos actos es sumamente fuerte, triste y, aun, muy vigente. Su interpretación de la mujer merece nuestro mejor aplauso. Ortiz no recurrió al estereotipo al que se aferran muchos actores que interpretan mujeres, sobre todo este estilo de mujer. Como director fue parco y preciso. Aunque efectivo, pudo tal vez adornarse con más fuerza.
Como no había programa de mano, no sabemos a quienes felicitar por los diseños de luces, escenografía, utilería y vestuario. Tampoco sabemos quién regía escena y si había personas a quienes agradecer. Felicitamos, entonces, a Josean Ortiz por su trabajo en Puerto Rico y en Boston, donde reside, trabajando para The Theater Offensive Inc, compañía pionera en Estados Unidos que lucha por los derechos de la comunidad LGBTQ utilizando el teatro como herramienta esencial.
Disfrutamos y agradecemos la noche de teatro, más que nada en estos momentos, donde es tan importante perseverar. Dadas las circunstancias que conocemos, las cuales no hay de necesidad de volver a enumerar, la presentación de “Matiné y noche” en la Fundación Nacional para la Cultura Popular nos conmueve. Laureles de oro para nuestros Leo Cabranes-Grant, Josean Ortiz y Javier Santiago por esta gestión teatral.