¡Brava..! en el bolero jazz

Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

La música popular es comparable con una caja de sorpresas.

Cuando parece que todo se ha producido, inesperadamente hay voces que rompen con los esquemas y los patrones comerciales, sorprendiendo con conceptos impredecibles que abonan a su credibilidad como obrer@s del arte.

Michelle Brava se acerca al repertorio del bolero latinoamericano junto a un cuarteto de jazz dirigido por el pianista Manolo Navarro. (archivo Fundación Nacional para la Cultura Popular)

Es el caso de la cantante Michelle Sotomayor, artísticamente conocida como Michelle Brava que en 2009, como muchos recordarán, se lanzó al ruedo salsero con el cedé que contiene la composición “La Brava” del sonero Mel Martínez.

Gracias a la buena difusión que obtuvo en La Z, desde entonces Michelle es una digna representante de la mujer en un género de tradición machista y ha podido diversificar su carrera como intérprete interviniendo en roles estelares de musicales como “Don Quijote” y al lado de Humberto Ramírez, con cuyo ‘Big Band’ ha cantado los éxitos de La Lupe y ha tenido la oportunidad de cultivar la fusión de la bohemia con el jazz.

En su nueva entrega discográfica como solista Michelle Brava se acerca al repertorio del bolero latinoamericano junto a un cuarteto de jazz dirigido por el pianista Manolo Navarro y conformado por el contrabajista Ricardo Lugo, el baterista y percusionista Héctor ‘La Mata’ Matos y el saxofonista/flautista Frankie Pérez, con dos invitados igual de experimentados: el trompetista Angie Machado y el tocador de bomba Kike Serrano.

Gente con cancha en el jazz. Músicos con calle en el filin. Instrumentistas con sensibilidad para el bolero y con conocimientos vastos de la expresión sincopada. Deben, o más bien recomendamos, escuchar el disco “Alma mía” y recomendarlo a sus amigos amantes de la buena música.

Fue grabado en vivo el pasado 12 de marzo de 2017 en el estudio El Padrino, mezclado y masterizado por Francisco ‘Kiko’ Hurtado. ¡Es otra cosa! “Alma mía”, en honor del bolero clásico de María Grever, orienta a un nivel más sofisticado la carrera de Michelle, quien con pocas pretensiones pero con mucho sentimiento y corazón le imparte alma y voz a una decena de los estándares del bolero.

Es grato porque, sin proponérselo, le rinde un merecido tributo a exponentes del filin, como Lucy Fabery, Elena Burque, Marta Valdés, Renee Barrios, Lydia Sosa, Mary Pacheco y otras.

La compenetración del cuarteto; los dúos de piano y saxofón; la articulación de los acordes; el uso hábil que Héctor, de manera sutil y elegante, hizo de la escobilla como si pintara un paisaje; los solos y acompañamientos del contrabajista Ricardo Lugo están al nivel de una intérprete que no solo sorprende por su técnica vocal sino por su sentimiento y conocimientos de este repertorio internacional.

El recorrido por el pentagrama romántico boricua, caribeño y latinoamericano inicia con su versión del estándar “Ausencia” de nuestro Rafael Hernández. Los acordes de Manolo al piano; el solo de Frankie y los scats de Michelle al final renuevan esta composición de forma memorable.

Su fraseo seductor es un deleite en “No me vayas a engañar” de Osvaldo Farrés. Luego, en un tributo muy digno a Sylvia Rexach, Michelle refresca sus clásicos “Anochecer” y “En mis sueños”.

No se olvidó de Myrta Silva, a quien honra con una soberbia e intensa versión de “Qué sabes tú”, en la que Manolo y Frankie regalan una conversación íntima, elocuente, expresiva.

“Tan poquita cosa”, celebración muy emotiva de la maternidad, se nutre del ritmo de los barriles de bomba de Kike Serrano mientras Ricardo toca un interludio sublime por demás en su contrabajo.

El acompañamiento de Manolo en el piano acústico y la melancólica interpretación, casi a modo de un reproche, lograda por Michelle en “Por qué ahora” llevan mucho más lejos en el pentagrama del sentimiento la obra de Bobby Capó popularizada por Vitín Avilés a mediados de la década del 70.

El despliegue de sus recursos vocales en “Cualquiera”, de Lolita de la Colina, elevan el acercamiento de Michelle a una dimensión sin precedentes que la distancia de la versión de La Lupe.

Este estupendo álbum, merecedor de una distinción entre los mejores 20 de 2017, reserva casi al final un tributo a la filinista cubana Elena Burke y sus recordadas interpretaciones de “Me faltabas tú” y “Tu me acostumbraste” de José Antonio Méndez y Frank Domínguez, respectivamente. Y finaliza, al inicio y en su salida con el misterioso contrabajo de Ricardo, con una tierna y nostálgica entrega de “Alma mía” de María Grever.

Indiscutiblemente, “Alma mía” es un disco que clama por una presentación en un lugar íntimo como el café-teatro de la Fundación Nacional para la Cultura Popular y en un escenario grande, como la tarima del Puerto Rico Heineken Jazzfest.

Michelle, en el filin y el bolero jazz, también es La Brava.

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