Aplauso infinito a ‘La Voz de Oro’

“Pero no es la edad que tengo,
ni lo que la gente dice,
sino lo que mi corazón siente
y mi cerebro dicte”. (José Saramago)

Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Había que mirarlo. Siempre estaba elegantemente vestido, muy adornado con detalles de oro, sin importar la ocasión. No obstante, lejos de ser extravagante, era clásico, y, a pesar de sus aires de realeza, nunca fue distante ni antipático. Todo lo contrario. Lucía una sonrisa iluminada de oro. Y cuando hablaba, impartía estelas de oro con sus simpáticas ocurrencias, también de oro. Todo era oro en él. De todos esos oros, invaluables en sus respectivas dimensiones, sobresalía un oro, el del timbre y calibre de su voz. Por tal razón fue, y seguirá siendo conocido como “La Voz de Oro de Puerto Rico”.

Conocí a Raúl Carbonell desde que yo era niña, y después, nos convertimos en buenos amigos. Compartimos grandes momentos cuando pertenecimos a la Junta Asesora del Teatro Alejandro Tapia y Rivera, y en 2010 se otorgaron los premios, que una vez se otorgaran cuando él fue administrador del teatro, entre 1982 y 1983. De hecho, fui más amiga de Raúl, padre, que de Raúl, hijo, con quien he compartido más escenarios y coincidí en la Universidad. Fue en esa época cuando me enteré que el primer apellido de Raúl, padre, no es Carbonell. Sucedió que el primer día de clases en el curso de dicción que impartía Maricusa Ornés, en el Departamento de drama de la Universidad de Puerto Rico, en 1972, escuché un nombre: Raúl Burgos Solá. La profesora acababa de llamar a Carul (así le decimos a Raúl Carbonell, hijo, sus amigos cercanos) por su verdadero nombre. Era, entonces, evidente que el padre de “Carulito” (así le decía mi tío, José Luis (Chavito) Marrero) se llamaba Raúl Burgos y la madre, Carmen Solá. ¿Y de dónde salió Carbonell? Sencillo. Se trata del primer apellido de la madre de nuestra “voz de oro”.

“Cuando papi trabajaba en WNELL en Caguas, su jefe le dijo que como Raúl Burgos “no llegaría de aquí a la esquina”, que adoptara como nombre artístico Raúl Carbonell. Más tarde, mi hermano y yo también adoptamos el apellido de mi abuela como nombre artístico”, me explicó Carmen del Milagro, hija mayor del matrimonio Burgos Solá.

Conforme expresó Millie (como la llamamos sus amigos cercanos), quien creció entre artistas y personalidades, siempre admiró a su padre por su carácter perseverante y valiente, y, sobre todo, por la superación que tuvo por su dura niñez: “No tienen idea cuánto amo (porque aún lo amo) a mi padre, cuánto lo admiro y lo honro. El trató de alcanzar la excelencia en todo lo que realizaba, fue un padre amoroso y jovial, un ser humano extraordinario e inigualable. Papi tenía gran don de gente, quiso a todos por igual. Se entregó en todo trabajo que realizó. Fue un comediante nato y nunca le sacó partido. Tenía un excelente gusto para el buen vestir y decorar su hogar, y muchas otras cosas que, por la emoción y tratar de aceptar su partida, no me vienen a la mente en este momento”. No obstante la emoción, la hija mayor de Raúl prosiguió: “Nunca olvidaré que me enseñó a que “las cosas se hacen bien o no se hacen”, a tratar bien y agradar a todos, porque “nadie tiene la culpa de tus problemas”, a reconocer en el prójimo las virtudes y no dar importancia a defectos, a ver siempre el lado positivo de las cosas, a ser comedidos, a alimentarnos saludable y hacer ejercicios, y buscar reír todos los días para una mejor salud mental y emocional”.

Mientras escuchaba hablar a Millie me parecía verlo llegar. “¿Cómo estás, joven, bella y pecadora?”, así me saludaba Raúl, padre, haciendo alusión a la propaganda de la película Maruja, protagonizada por Marta Romero en la década de 1950, un chiste que solo los que vivieron la época y los conocedores del cine pueden entender. Millie interrumpió mi recuerdo: “Este accidente le arrebató la vida a un ser saludable y admirable, que a sus 90 años era tan independiente, con una mente clarísima y grandes deseos de vivir y compartir su vida con todos. Lamento no haberle cumplido su deseo en vida de hacer un libro de su biografía y trayectoria, y sus miles de miles de anécdotas en su camino en la vida. Una de sus citas favoritas era “Nunca te detengas” de Teresa de Calcuta, y uno de sus poemas favoritos era “Que cuántos años tengo”, de José Saramago.

Carmen del Milagro contó lo que se ha podido leer en distintos periódicos. El 20 de diciembre, su papá fue a poner flores a la tumba de su amada Carmen, quien había muerto ese mismo día, en 2011. Por la noche, fue al cine, a la tanda de las once de la noche. Manejaba rumbo a su casa, cuando detuvo su vehículo en una intersección donde los semáforos no funcionan desde el huracán María, y fue severamente impactado por otro vehículo. Millie relató que ella se trasladó al lugar del accidente, desde donde llevaron a su padre al Metro Pavía en Cupey. Desde allí pasó a ASEM, en el Centro Médico: “Estábamos con él hasta que nos botaban. El estuvo consciente todo el tiempo. De hecho, desde el mismo lugar del accidente hizo unas llamadas. Tuvo una lesión pulmonar que fue controlada, pero tenía rotas demasiadas costillas, el dolor era insoportable, así que, aunque él no quería, lo convencieron y lo entubaron para que no sufriera tanto al respirar. Todo estaba bien. Yo tomaba fotos de los monitores para el cardiólogo. Lo malo eran fracturas. El resto no hay por qué repetirlo. El 27 de diciembre se debilitó, y empezó a bajarle la presión”.

Millie informó que su madre, doña Carmen Solá Díaz, está enterrada en el cementerio Monte Calvario de Caguas, y que su padre, por su propia decisión, será enterrado en los mausoleos de Buxeda porque “los mejores momentos de su niñez, los pasó en ese cementerio, junto con sus amigos de la escuela”.

Raúl Burgos Carbonell, nació el 27 de mayo de 1927, en Caguas, pero muy pronto se mudó con su familia a Río Piedras, cuando era un municipio. Tuvo 20 hermanos, 12 por parte de padre, y es el mayor de los nueve hijos de su madre. Se hospedó en Río Piedras para estudiar el nivel superior en la escuela Ramón Vilá Mayo. No fue a la universidad para trabajar y ayudar a su madre con sus hermanos. En 1948 inauguraron la primera emisora radial en Caguas: WRIA-AM. Pidió una semana para casarse con su Carmen y cuando regresó lo habían cesanteado por ajuste de presupuesto.

Comenzó su carrera como declamador, en 1949 en el programa “Tribuna del Arte” del inolvidable Rafael Quiñones Vidal. Cuando se estableció WIPR Radio, ya era Raúl Carbonell, y se convirtió en su locutor oficial. A principios de la década de 1950, Raúl trabajó como locutor y actor radial para las empresas El Mundo. También, hacía teatro y participaba en los festivales organizados por el Instituto de Cultura Puertorriqueña. En 1954, nuestro actor-locutor fue de los primeros artistas en trabajar para la televisión. De esta manera, hizo novelas y comedias como “La Taberna India”. Participó en la primera telenovela, “Juan Del Diablo” y en “El Derecho de Nacer”.

Más tarde, Carbonell decidió dejar la radio y la televisión comercial y se integró a WIPR-TV, Canal 6, como actor, locutor de cabina, locutor de programas clásicos y locutor ancla en el noticiero más visto en su época y de mayor credibilidad: “Panorama Mundial”. De ahí, pasó al Instituto de Cultura Puertorriqueña como “Director de la Oficina de Medios de Comunicación Masiva” y fue director de la entonces “Oficina de Fomento Teatral”. Más tarde fue el director del Teatro Alejandro Tapia y Rivera.

Cuando la industria del doblaje fue implantada por don Ángel Ramos, los mejores doblajes de películas extranjeras se hacían en Puerto Rico. Raúl Carbonell fue una de esas voces. De esta manera dobló la voz de Superman y era la voz de Clark Gable en todas sus películas. Trabajó también en la serie Perry Mason y fue escogido para doblar la voz del evangelista Billy Graham en todos los programas.

Raúl Carbonell puso su voz en muchos comerciales de televisión y trabajó en foto novelas. Participó en infinidad de obras de teatro, de las cuales recordamos, “Su Señoría”, “La Difícil Esperanza”, “La charca”, “Contradanza”, y “La muerte de un viajante”. En cine, trabajó en las primeras películas del productor Rolando Barreras, en la década de 1950, y en el proyecto del entonces Departamento de Instrucción Pública, “Educación de la Comunidad”, dirigido por Jack Delano.

Han sido innumerables los merecidos premios y reconocimientos otorgados a nuestro amigo. Mencionaremos algunos. En 1966, “Modern Hairstyling Institute” le ofreció un reconocimiento como “La Voz de Oro de Puerto Rico” y “Artista Puertorriqueño”. En 1987 obtuvo el premio “Ser humano, Servidor Público y servicios brindados a la Guardia Municipal de San Juan”. En 1988 el Departamento de Obras Públicas lo reconoció como “Distinguido Servidor Público, por su sobresaliente dedicación en el desempeño de sus labores”. También, en ese año, fue merecedor de un Premio INTRE por la producción, presentación y calidad del programa “Versos del Hombre y de la Vida”. En 1989, la Corporación de Asuntos de la Vejez, Región de San Juan, le dio un “Reconocimiento a su excelencia artística”. En 1993, recibió un reconocimiento como “Maestro de Ceremonias por Excelencia a La Voz de Oro de Puerto Rico”, otorgado por la Escuela Especia Nilmar. En 2002 recibió el Premio “Carita” por su excelencia artística, ofrecido por la Asociación de Especialistas en Belleza de Puerto Rico en el Congreso de la Belleza del Caribe. En el mismo año, la Academia de las Artes y las Ciencias y la Asociación de la UNESCO le otorgaron la “Medalla de Excelencia”. En 2005, El Gran Maestre de la Orden Barón de Humboldt le dio el “Grado de Comendador”, entregado por el Gran Maestre Antonio J. Molina y el Canciller Dr. Rodulfo Gautie Portuondo, Conde de Santa Inés. En 2014 recibió el premio Cardenal Luis Aponte Martínez.

Raúl Carbonell siempre accionó por la justicia y reconocimiento de la clase artística de Puerto Rico junto con sus compañeros, y luchó por el Colegio de Actores de Puerto Rico desde sus comienzos, del cual formó parte. Durante sus últimos años trabajó como Asesor del Taller Dramático de Radio en WIPR, fue miembro de la Junta Asesora del Teatro Tapia y presidió el Patronato de Teatro de Puerto Rico (organización sin fines de lucro que se dedica a ayudar y encaminar a actores a los cuales no reconocen sus méritos, auspiciando espectáculos, monólogos y otros eventos).

Le sobreviven sus hijos Carmen del Milagro con su esposo Angel Manuel Villamil Rodríguez, y Raúl con su esposa Denise Betancourt. Será extrañado por sus nietos Angel Manuel Villamil Burgos, Raúl Manuel Villamil Burgos, Carmen del Milagro Villamil Burgos, Idris Margarita Burgos Beltrán y Raúl Julián Burgos Beltrán. Raúl tenía un bisnieto, Ian Manuel, hijo de Angel Manuel Villamil Burgos.

No bastarán palabras para definir la aportación de nuestro “joven, bello y pecador” compañero de labores, ni acciones para corresponder su invaluable legado. ¡Mil gracias, Raúl Carbonell, amigo eterno de tantas dichas! ¡Recibe una ovación infinita para tu valiosa vida!

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