Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
La sonrisa con que los Hermanos Sanz engalanan el cartel conmemorativo de su elección como Abanderados 2018 de la Fundación Nacional para la Cultura Popular convence que, a pesar de sus pesares y dolores, la Nación está de pie.

Lisvette y Luisito son dos talentos destacados en el arte musical que desde su agrupación y proyectos individuales contribuyen al rescate del País.
La noche del pasado jueves, en la Víspera de la Bandera, hicieron historia al convertirse en los abanderados más jóvenes de la Fundación, en una sencilla pero muy emotiva ceremonia en el escenario del café-teatro de la institución cultural sin fines de lucro que dirige el periodista Javier Santiago.
Así Lisvette y Luis unen sus nombres al selecto núcleo de distinguidos puertorriqueños que honran la Patria con sus ejecutorias, entre los cuales se encuentran Ernesto Cordero (2009), Luz Nereida Pérez (2010), Aidita Encarnación (2011), Salvador Rosa, hijo (2012), Norma Salazar (2013), Pijuán (2014), Fernando Abruña (2015), Ivonne Coll (2016) y el intérprete Chucho Avellanet, abanderado 2017 que depositó en sus manos la Monoestrellada.
La investidura de los Hermanos Sanz fue muy concurrida. Tras el protocolo de rigor, el maestro de ceremonias Julio Enrique Court presentó al Coro de Niños del CeDin, dirigido por Lisvette, quien en un gesto encomiable los encamina en su niñez por la música puertorriqueña, despertando su amor por la cultura nacional.

Parecía que cantaban ángeles cuando entonaron un popurrí de clásicos navideños que incluyó “De tierras lejanas” y “Villancico yaucano” de Amaury Veray, entre otras.
Lisvette invitó a su hermano Luis para que aportara desde el cuatro el acompañamiento del arreglo de “Preciosa” de Rafael Hernández, con Papá Sanz en el instrumento vegetal.
Julio Enrique Court regresó al proscenio y presentó al Director Ejecutivo de la Fundación, Javier Santiago, quien anunció el reconocimiento a los Hermanos Sanz como Abanderados 2018.
“Queremos decir que este año la Bandera que tiene Chucho en sus manos va a pasar a una nueva generación […] En 2018 la Fundación se honra y pone en sus manos, nuestra Bandera en los Hermanos Sanz”, articuló Javier, a veces con voz entrecortada, tras reseñar parte del desarrollo artístico de Lisvette y Luis y recordar a los pasados Abanderados.
La respuesta de los presentes fue un fuerte aplauso. Los jóvenes, a juzgar por su reacción, no lo podían creer. La emoción los avasallaba; sus ojos brillaban de felicidad.

Fue el clímax de la noche. Javier leyó la semblanza a su honor. Los Hermanos Sanz jamás olvidarán el jueves 21 de diciembre de 2017 cuando recibieron a la Patria encarnada en la enseña sagrada de Borinquen.
Tampoco hay adjetivos para describir cabalmente el sentimiento de sus padres Rosa y Luis.
“Esto… Como que es mucho”, fueron las primeras palabras de Luisito.
“Javier nos mintió, pero fue para bien. Para nosotros es un privilegio llevar la Bandera. Entiendo que nosotros nos sentíamos llevando la Bandera desde pequeños porque en nuestra casa siempre Papá Sanz y Mamá Sanz nos enseñaron a amar nuestra música y nuestra cultura y sobre todo amar al Señor, que nos dio estos talentos […]”, expresó con su grandilocuente humildad Luisito Sanz.
Sus padres reprimían las lágrimas mientras Lisvette asentía y secundaba las palabras de su hermano.
“[…] El amor a la cultura es una decisión que uno toma a cambio de nada; a cambio de simplemente acompañar al pueblo de Puerto Rico y a personas como ustedes, que aman nuestra cultura. Esto se debe primero que nada a la unidad familiar […]”, expresó estremecida por la emoción Lisvette al sugerir que sin la guía de Mamá y Papá Sanz quizás otra sería la historia y al reconocer que la Universidad Interamericana también ha sido crucial en el crecimiento artístico del dúo.
Los Hermanos recibieron la Enseña Patria nada más y nada menos que de las manos del legendario Chucho Avellanet, Abanderado 2017 y símbolo del encuentro de dos generaciones de artistas consagrados a robustecer la autoestima nacional con el arte popular.

“El año pasado, cuando me entregaron la Bandera, me la entregaron en una cajita bien bonita, limpiecita y yo la guardé muy bien, pero ya ustedes saben quién vino, la mojó, dañó la caja, quitó la luz en casa y la tuve en un cordel por un tiempo. Pero la guardé con mucho recelo… Fue un tesoro tener esta Bandera en casa y se las voy a entregar”, dijo Chucho, con su sapiencia e inigualable sentido del humor.
Papá y Mamá Sanz, Chucho, Lisvette y Luisito sujetaron con devoción la Bandera de Puerto Rico y posaron para los lentes de la Prensa y los teléfonos de los presentes.
Chucho y don Luis la doblaron con delicadeza mientras el director de la Fundación develaba el cartel enmarcado de los Abanderados 2018.
El pase de la Bandera, como un relevo, es una elocuente y reveladora representación de que el futuro del País está en las manos de nuestra juventud y que es hora de renovar las instituciones esclerotizadas por el partidismo político.
El jueves en la Fundación, sin pompa y fanfarria pero con la riqueza inagotable de la dignidad cultural defendida a capa y espada por talentos como los Hermanos Sanz, la celebración fue de auténtica credibilidad.

Como era de esperar, los Hermanos Sanz interpretaron algunas canciones, como la plena “Ponte en pie” y el estándar “Pájaro campana”, en que Lisvette y Luis hicieron galas de sus talentos como acompañante y solista, respectivamente.
Hasta el trovador Omar Santiago les inspiró unas décimas a los nuevos Abanderados.
Lisvette y Luisito sorprendieron con una contundente e inesperada versión de “Hijos del cañaveral”, obra de Residente en la que Luisito toca el solo de cuatro y que el mes pasado presentó en vivo en Las Vegas durante la ceremonia del Latin Grammy, con alcance a una audiencia de millones de telespectadores.
Los Hermanos Sanz despertaron conciencias con su ingenioso acercamiento a la composición con que el jueves reafirmaron su identidad como vástagos de la Nación Puertorriqueña.
Hijos del cañaveral
Nunca se nos cae la pava
Esta raza siempre es brava
Aunque sople el temporal
Pa’ que sientas el calibre
De un caballo sin jinete
Mira como corre libre
Se refleja en el machete…