Por Rafael Vega Curry
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Si hay algo que agradecemos los melómanos, especialmente cuando nos acercamos a un artista que no conocíamos antes, es poder comprobar, cuando escuchamos la música, que esta de alguna manera refleja o se corresponde con lo que aparece en la portada del disco; algo similar a lo que en publicidad se llama “truth in advertising”. “Romantic Serenade”, del pianista José Passalacqua, cumple fielmente la promesa de su título, envolviendo al oyente en un aura de romántica ensoñación.

En este álbum, cuya dirección musical y producción general estuvieron a cargo de Pijuán, Passalacqua y sus músicos acompañantes abordan 17 temas de un repertorio que podríamos llamar tradicional (cinco de ellos en mosaicos), así como una composición original. Si bien es cierto que ya existen numerosas versiones previas de algunos de estos temas, no es menos cierto que se trata de un repertorio de alta calidad. Aquí están representados grandes compositores como César Portillo de la Luz (“Contigo en la distancia”), José Alfredo Jiménez (“Si nos dejan”), Armando Manzanero (en el medley de “Contigo aprendí”, “Somos novios” y “Esta tarde vi llover”) y Antonio Carlos Jobim (“Meditation”). No faltan temas populares, como “La Bikina” y “I Just Called to Say I Love You” (de Stevie Wonder) ni la representación del gran cancionero estadounidense, con “What Kind of Fool Am I” (popularizada por Sammy Davis Jr.) y “I Left My Heart in San Francisco” (uno de los grandes éxitos de Tony Bennett).
Pero, sobre todo, este es un disco de piano, de un piano bien ejecutado, con una serena y “clásica” digitación que reconoce el valor de interpretar correctamente un tema, dejando que su melodía fluya sin ornamentaciones excesivas.
Los acompañamientos –de Mario Vega en batería, Nelson Cruz en bajo y guitarra, Karl Munet en percusión, Miguel Rodríguez en saxofón tenor, Arnaldo Figueroa en violín, Pijuán en teclados y Edward Delgado y Tony Guayama en las voces- hacen aportaciones significativas, pero más que nada, realzan el protagonismo del teclado.
El violín de Figueroa sobresale en cuatro temas, sobre todo en “Mil violines”, acentuando el carácter romántico de la pieza. Mas no todo es romanticismo aquí, pues hay dos piezas –“Meditation”, una especie de rumbita flamenca, y “I Just Called…”, con aires de góspel- que se encargan de evitar la monotonía y energizar el programa. “I Left My Heart…” concluye el disco con aires reminiscentes de Nueva Orleans, dulces y acompasados.
Cabe destacar que esta es una producción cuidadosamente realizada, con todos los créditos correspondientes y un atractivo diseño. Una grabación, en fin, hecha con genuino amor y respeto por el repertorio de calidad y la sonoridad inigualable del piano.