Optimista ‘fusión’ de la Tañón

Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Dos décadas y media después de su debut con “Sola” y a pesar de los cambios en la industria del disco y el espectáculo, Olga Tañón sigue siendo una figura de indiscutible trascendencia y relevancia en la música tropical.

Carátula de la nueva producción “Y punto” de Olga Tanón. (archivo Fundación Nacional para la Cultura Popular)

Conocida años atrás como la Reina del Merengue, expresión dominicana de la que, como boricua, ha sido una digna representante, siendo reconocida incluso con el Grammy Latino y el americano, Olga ha evolucionado a una cantante tropical que, sin dificultad, ha incursionado con resultados a su favor en la fusión con la música urbana.

“Olga Tañón y punto”, compacto distribuido recientemente por Sony, es un trabajo que la proyecta con credibilidad en la presente era de las fusiones y las colaboraciones artísticas.

Hay un antes y un después de Olga, pero un ‘después’ en el que aún dicta la pauta como intérprete femenina del merengue y su fusión con otros ritmos.

“Y punto” es una celebración de la vida y una exaltación del optimismo. Un disco de letras positivas, de muy buena vibra, mucho aliento y esperanza, como se aprecia en la canción del saque “La gran fiesta”, en que propone la alegría como una actitud como antídoto de la tristeza.

“Así es el amor”, en la onda de la fusión tropical, con coros pegajosos, presenta al reguetonero Wisín, en la parte del rap mientras Olga interpreta la letra romántica y las melodías.

“Esta vida”, con su fusión del folclor colombiano, es otra apuesta por el optimismo en medio de la adversidad y lo complicado de la existencia.

En esa línea “Que me quiten lo bailao” es otro recordatorio de que la vida en este plano es efímera, por lo que no vale la pena perder tiempo con lamentos, desvelos y preocupaciones.

A dicha interpretación tropical contemporánea le sigue la bachata “Vuelve a mí” con Fernandito Villalona, El Mayimbe, gloria de la canción dominicana.

“Vivo la vida” (vivo la vida bailando/las penas olvidando) es otra fusión del merengue con sonidos contemporáneos, a la vez que en “Miro pa’l cielo” presenta su colaboración con Pirulo (“si las cosas a veces no salen como yo quiero/doy un suspiro/miro pa’l cielo”) que también aparece en el disco del salsero y entraña otra fusión, en la onda de su salsa con timba, con un montuno donde ambos intercambian soneos intercalados en el coro: “ahá, sonriendo es mejor”.

Estribillos pegajosos, más injertos tropicales y letras alentadoras recapitulan la producción en que Osmany Ernesto Espinosa Morales y la propia Olga aportan parte de su contenido, en una producción y arreglos predominantemente de Eliot Feliciano ‘Mago D OZ”, artífice de los híbridos de “El mundo no se acaba por eso” y “Lo que está pa’ ti”.

Original de Claudia Brant y la española Natalia Jiménez (La Quinta Estación), Olga Tañón se despide con la balada “Decirte que no”, transición a un ‘bonus track’, ñapa o corte de consolación muy significativo para la intérprete: la alabanza, en la onda ‘gospel’, “Hallelujah”, que recrea pequeños milagros de amor y cuyo coro vocaliza con su hija Gabriella Denizard.

Si se siente triste o neutralizado ante tanta incertidumbre, ánimo y, como propone Olga, que nada ni nadie le quite lo bailao.

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