Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
No pocos le preguntan cómo, al ser un músico tan talentoso, se ha mantenido al margen de los medios de comunicación.
Cuqui Rodríguez, pianista del espectáculo “Vive la Bohemia” de Julio Enrique Court, aclara que adora su trabajo, pero no le interesa la exposición.
“No soy tímido, porque me encanta compartir. A eso no le rehúyo, pero quizás a la entrevista en la que se puede meter la pata hablando y que luego eso quede plasmado”, dijo el veterano músico que ha sido fundamental en el éxito de Los Gamma, Sunshine Café y Haciendo Punto en Otro Son, entre otros proyectos artísticos.
Recordó que en su carrera de poco más de cuatro décadas solo lo han entrevistado dos veces. En uno de los reportajes, motivado entonces por la música que escribió para los unitarios “La noche que desapareció Toño Bicicleta” y “El callejón de los cuernos”, entre otros que produjo Vicente Castro para televisión, se tergiversaron sus palabras.
“Dije que no daría más entrevistas porque me sacaban de contexto o tergiversaban lo dicho”.

Hoy Cuqui sigue al margen del ojo mediático, incluso de las redes sociales, como Facebook. “Lo que pasa es que tengo tanta gente a mi alrededor que lo usa para trivialidades… Veo gente que llega al restaurante y le toma una foto al plato que se va a comer o gente que se va de vacaciones y lo ponen… ¿A quién le importa lo que estás comiendo o si estás en la playa?”
Tampoco le anima tener un puntocom para documentar su obra y promover su carrera, aunque reconoce que es una herramienta útil. “Siempre he creído que el trabajo debe hablar por uno y no uno hablar por el trabajo. No me he sabido vender y quizás por eso no tengo más trabajo”.
Confiesa que es ‘pachoso’ a la hora de visitar un lugar para hacer contactos y distribuir su tarjeta de presentación.
En el medio de entretenimiento para restaurantes y hoteles, coincide Cuqui con la premisa, literalmente los músicos sobreviven con “un cuchillo en la boca”.
“No puedo ir a un sitio a dejar mi tarjeta para que saquen al que está y me contraten a mí. No me presto para eso, pero sé que eso es así”.
Cuqui Rodríguez extraña los días de la Federación de Músicos. En 1971 debutó en Caguas Highway Inn, salón cercano a su casa en Villa Blanca.
“Allí empecé a tocar. Y se pareció un tal Capacete, que me denunció y me dio una citación. Y yo tan ‘ma..o’ me aparecí por la Federación. No me multaron porque dije que no sabía que había que estar registrado. Llegué a estar federado en la época de Abraham Peña y luego terminó”.
No olvida una iniciativa, hace algunos 20 años, en que varios músicos intentaron infructuosamente incorporar un nuevo sindicato.
“Alfonso Fuentes estaba al frente. Perico, Furito, Carlos Roig y yo nos reunimos. Queríamos formar una federación o asociación y no paró en nada. Me molesté y recuerdo que dije que debíamos asociarnos primero y luego hablar de las cantidades que se considerarían como cuotas”.
Hoy, según reconoce, cada músico sobrevive a su manera. Abundan los instrumentistas solitarios, que complementan su labor con el recurso de la tecnología. Cuqui no es la excepción. “Como tengo un estudio de grabación preparo todas las pistas instrumentales para restaurantes y bodas”.
Solo canta, dijo en tono de broma, de madrugada, justo cuando el que lo contrata desea que la gente se marche. Y es que le ha costado tanto forjar una gran reputación como músico que no la malograría cantando.

Cuqui, con un repertorio de más de mil canciones, es esencial en el show “Vive la Bohemia” de Julio Enrique Court. Este amante de la música cinematográfica y clásica ha sido influenciado en la latina por Luisito Benjamín; en la salsa por Larry Harlow, Papo Lucca y Richie Ray y en el rock por Keith Emerson, Greg Rollie y Rick Wakeman.
Su padre José Rodríguez, apodado Ministro y quien lanzó en la Doble AA con Los Mulos del Valenciano en Juncos y en la liga profesional con los Indios de Mayagüez y los Criollos de Caguas, era un melómano de un gusto ecléctico.
“Él ponía a Glenn Miller, Rafael Muñoz, Davilita, Benny Goodman… Y lo mismo ponía a Beethoven y a Tchaikovsky”.
El aterrizaje de Cuqui Rodríguez en la bohemia fue por antonomasia. Es parte de su bagaje. Desde su hogar hasta el taller con Los Gamma, donde pronto apreció que Horacio Olivo era un bolerista nato.
De ahí que desde el primer día conectara con Julio Enrique Court en “Vive la Bohemia”, espectáculo que el próximo 15 de julio celebrará su séptimo aniversario en el café-teatro de la Fundación Nacional para la Cultura Popular.
“Allí se da una dinámica particular. La posibilidad de tocar un piano, sin ningún otro instrumento. Tocar piano solo es una cura para cualquier pianista. Estás desnudo o sin la protección de otros músicos reforzando tu trabajo. Eso es un reto que me brinda una gran satisfacción… Satisfacción que sobrepasa cualquier remuneración. En todos los planos en que he trabajado, sea con Los Gamma, en el programa de Sunshine o con Haciendo Punto, la reacción del público en ‘Vive la Bohemia’ es bien efusiva y expresiva. Se acercan a uno, te halagan y te dicen que disfrutan de tu trabajo”.
Siete años después, “Vive la Bohemia” representa un reto para Cuqui Rodríguez. El piano Yamaha de pared, que fue propiedad de Humberto González y su hija Lara donó a la Fundación Nacional para la Cultura Popular, lo espera en silencio para honrar la buena música.
“Lo es porque cada cantante es un mundo y es la oportunidad de acompañar a alguien diferente. En todo caso, yo conozco el 99% de las canciones. Pero siempre es interesante acompañar a alguien diferente todos los meses. Hay cantantes que te ponen a trabajar porque algunos son más exigentes que otros. Esto de la bohemia de Julio, es algo que siempre estoy ansioso que llegue la fecha porque no se hace todos los días”.