Cali en clave de salsa

Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Es tanta la emoción que siente al hablar de su trayectoria en la salsa que sus oraciones son infinitas.
A veces es necesario interrumpir sus alocuciones para ordenar la información de su carrera que aun no se ha documentado con detalles específicos de su cronología artística.

Alemán dedicó a la organización la grabación que hiciera con el inmortal Ray Barreto. (Foto Javier Santiago / Fundación Nacional para la Cultura Popular)

Buen conversador, el sonero Cali Alemán reiteró su agradecimiento a la Fundación Nacional para la Cultura Popular por la entrevista telefónica posterior a su visita del pasado fin de semana a Puerto Rico para cantar en el espectáculo “Rumbón de Barrio en Hatillo”, acompañado por la Orquesta de Luis González, el Tsusami de la Salsa.

Lo cierto es que hubo un momento en Nueva York, al inicio de la década de 1980, en que Cali cantó con José Fajardo, Eddie Palmieri, Johnny Pacheco, Sonora Matancera, Ray Barretto y las Estrellas de Fania.

Fue uno de los soneros más solicitados del género por espacio de casi 15 años, hasta que se registró la explosión del merengue y la salsa perdió su hegemonía en Nueva York.

“Los dominicanos se adueñaron de Manhattan. Todo fue merengue, día y noche, los siete días de la semana. Los exponentes salseros se esparcieron y los lugares de salsa comenzaron a cerrar”, recordó el cantante nacido en Nicaragua, criado en Costa Rica y desarrollado artísticamente entre la diáspora boricua del Barrio Latino en Nueva York.

Rodeado de puertorriqueños, entre la Calle 116 y la Tercera Avenida, Cali se nutrió de la cultura y las tradiciones isleñas. En el Barrio aprendió a cantar salsa, a dominar la clave y a entonar las vivencias de la gente.

Cali fue el último cantante que se integró al frente de la Fania All Stars. Quizá a la sombra de leyendas como Héctor Lavoe, El Conde y Cheo Feliciano, la verdad es que se ganó el puesto por la autenticidad de su talento como corista, cantante y sonero.

Así, de cada agrupación legendaria por cuyo frente desfiló, Cali Alemán conserva muy gratos recuerdos. Con Barretto, quien lo contactó directamente para que sustituyera a Ray de la Paz, participó en el disco “Todo se va a poder” de 1984, en el que logró un binomio arrollador con Ray Sabá.

“Era la época de Oscar Hernández, Ralph Irizarry y Ray Martínez en el bajo”, recordó Cali, quien terminó interpretando los éxitos de Adalberto Santiago, Tito Allen, Tito Gómez, Rubén Blades y, particularmente, los popularizados por Ray de la Paz en los exitosos álbumes “Giant Force” y “Rhythm Of Life”.

En 1984 también grabó, de la pluma de Ramón Rodríguez, “La tierra no es para la guerra”, en el disco “Lo que pide la gente” de la Fania All Stars.

“Se me presentó la oportunidad porque yo había grabado con Javier Vázquez, ‘Ritmo y sabor’, con Bárbaro Records, que era una división de Fania, compañía con la que venía grabando coros porque Yayo El Indio se retiraba para trabajar con la Sonora Matancera. Logré empatar con Adalberto Santiago en las dos voces, en una época en que aun hacían un álbum diario. En el disco ‘Lo que pide la gente’ los únicos cantantes que interpretamos dos temas completos somos Héctor Lavoe [‘El rey de la puntualidad’] y yo. El arreglo de ‘La tierra no es para la guerra’ Pacheco se lo encomendó a Louis García”.

El artista rememoró los buenos tiempos de la salsa y la grandeza de sus exponentes. (Foto Javier Santiago / Fundación Nacional para la Cultura Popular)

Pero entonces los mejores días de las Estrellas de Fania eran parte del pasado. Los álbumes posteriores, “Viva la charanga” y “Bamboleo”, no tuvieron mayor trascendencia, como mucha de la salsa que se produjo en Nueva York a partir de 1985 porque la llave del género pasó a Puerto Rico, con Rodven y la fórmula romántica y sensual de Julio César Delgado y Frank Torres.

Cali se trasladó a California. En la Costa Oeste de Estados Unidos trabajó un tiempo con Santana y justo allá se conectó con los muchachos de Guayacán.

“Me encontré con el compositor Nino Caicedo y con el cantante y director Alexis Lozano, que grabó con Niche de Jairo Varela. Grabamos y pegamos ‘Torero’, y ganamos ‘El Momo de Oro’ en Barranquilla”, recordó Cali, a quien en la década de 1990 el sello RMM le editó un álbum producido por el boricua Humberto Ramírez, que considera entre lo más sobresaliente de su limitada discografía como solista.

Cali no regresaba a San Juan desde la promoción de su disco con RMM. Aunque en Puerto Rico no ha sido un cantante de la popularidad de Oscar D León o José Alberto ‘El Canario’, le complació el cariño de la gente.

“Fue increíble. La gente se recordó de mí. Estos tres días los pasé en el Viejo San Juan. También fui a la Cantera de Ponce. Me encontré con Bobby Valentín, Elías Lopés y Willie Rosario. Regresé muy emocionado a Miami”.

En el Rumbón de Barrio en Hatillo fue el cantante invitado del Tsunami de la Salsa en su tributo a Ray Barretto. “La gente me aceptó muy bien. Esa noche tocaron Tommy Olivencia, Charlie Aponte, Tito Nieves y nosotros”, contó Cali, que cantó “Para qué niegas”, “Guararé”, “Amor y sacrificio”, “Guarapo y melcocha” y “Tu propio dolor”.

“Luis González es tremendo trompetista y director. Es una excelente persona y como músico, su banda está que corta. Es una orquesta limpia, muy bien alineada, y con tres cantantes muy buenos”.

También vivió una experiencia inolvidable en el Museo de la Salsa del coleccionista e historiador Roberto Padilla Viera, en Caimito, Río Piedras. Allí disfrutó de la audición de música y de colecciones de fotos y memorabilia.

“Increíble. Don Roberto es una persona súper especial. El trabajo que ese señor ha hecho no tiene precio. Ese señor merece un respeto muy grande. Le ha dedicado parte de su vida a la salsa. Me encantó su hijo Richie, un excelente profesional y tremenda persona”.

Cali Alemán reside en Miami, Florida, la base de operaciones de su carrera, pues de ahí se mueve a México, Colombia, Perú y otros países. “Me quedé en Miami porque Nueva York se murió para la salsa. Es como cuando apagan un incendio, que solo quedan cenizas. Aquí en Miami la cosa tampoco está fácil. Ni los cubanos de aquí ni de Cuba oyen su salsa. Aquí lo que se oye es bachata y reguetón. De acuerdo a mi termómetro musical, ya que viajo por todos esos lados, quien mantiene la salsa es Puerto Rico. Hay muchos conciertos y festivales, aunque hay países como Perú y Ecuador que se han ‘salseados”.

Es la opinión de Cali Alemán que lo peor que le pudo ocurrir a la salsa fue la era romántica, sensual y erótica porque perdió el swing.

“Mientras más se grabe en la forma de antaño, mejor todavía. Ya no hay cantantes como Cheo, Ismael Miranda y Pete Conde. Se necesitan soneros, cantantes que le canten a la cultura del país. Eddie Santiago, Rey Ruiz, Jerry Rivera y Luis Enrique le bajaron el cañón musical a la salsa. El tambor verdadero, la calle. Ese tipo de fuerza se perdió y ahí decayó la salsa. El barrio, la cultura y el folclor se perdieron. Ya nadie habla de la cocinera ni del amor de la calle. Es como dice la canción de Rubén, hay mucho plástico”.

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