Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
La serie “A las puertas del Ocho Puertas” continuó el pasado sábado con el debut del cantautor Alberto Carrión en el escenario de la Fundación Nacional para la Cultura Popular, localizado justo al frente del inmueble en que estuvo el mítico centro nocturno, en la Calle Fortaleza, esquina del Cristo, en el Viejo San Juan.

Alberto, acompañado por un trío integrado por el pianista Martín Nieves y los percusionistas Waldemar Reyes y Nelson Cruz, es un cantante de unos graves profundos y diáfanos, y un fraseo muy expresivo que vive lo que canta.
Así, con la sala casi llena, la misma noche del concierto de El Gran Combo, Alberto demostró su legitimidad artística, fundamentada en sus composiciones y en las obras de otros cantantes que ha incorporado a su repertorio con luz propia.
El clásico brasileño “Aguas de marzo”, de Antonio Carlos Jobim y que inmortalizaron Elis Regina y Joao Gilberto, es una interpretación difícil por la densidad y continuidad de sus versos que, en perfecto español, Alberto paseó sin contratiempos.
La sensibilidad del cantautor encuentra en sus creaciones “Velero” y “Camino abandonado”, que le grabó Lucecita en el elepé “Soy de una raza pura”, un testamento de actualidad que no caduca precisamente por su lirismo y musicalidad.
Alberto recordó que debutó en la música como exponente del rock, pero que Danny Rivera y Joan Manuel Serrat lo inspiraron a cantar en su lengua vernácula mientras la sabia de Julia de Burgos y Luis Palés Matos despertaron su vena poética e ingenio.

Su recital, muy personal e íntimo, avanzó con su versión de “La mujer que yo quiero” de Serrat, a quien identificó como su ídolo.
Para variar, recordó al rey del trabalenguas, el plenero mayagüezano Mon Rivera, cuyo legado reconoció con la interpretación del popurrí de “Ni de madera son buenas” y “Askarakatiski”.
El cantante Manolo Mongil asistió a la función del sábado 27 de mayo y, a invitación de Alberto, lo acompañó a dúo en la hermosa balada “Mi felicidad”, una de las sorpresas de la velada.
Del clásico “Luz en Julia”, que Alberto le produjo a Luz Esther Benítez, cantó los poemas musicalizados “Rompeolas” y “Río Grande de Loíza”.
Ese segmento, de belleza y profundidad literaria, Alberto lo redondeó con “Pueblo” de Luis Palés Matos.
Con “Como la lluvia al viento”, la primera obra que le grabó Danny Rivera, le cantó al optimismo para luego retomar la senda de la melancolía y la nostalgia con “Amor mío” de Alberto Cortez, otro de sus “ídolos”, según dijo.

Por supuesto que no faltó “Amanecer borincano”, posiblemente la canción más emblemática de su repertorio. Alberto finalizó con “Ser puertorriqueño”, su otro himno a Borinquen, y “Los colores de mi tierra”, jingle para una conocida marca de pinturas, que su público tarareó el sábado.
Alberto Carrión es uno de esos cantautores que siempre es un deleite escuchar, por lo que debiera reconsiderar aparecer más a menudo en escenarios íntimos como el de la Fundación Nacional.
La serie “A las puertas del Ocho Puertas”, posible gracias a la Fundación, al Instituto de Cultura Puertorriqueña y a los donativos del National Endowment For The Arts, continuará este sábado 3 de junio con la presentación de Rafael José.
Para reservaciones comuníquese al 787-724-7165.