Con buena vibra Jíbaro Jazz

Por Rafael Vega Curry
Fundación Nacional para la Cultura Popular

El cuatrista Pedro Guzmán lleva cerca de tres décadas ofreciendo su visión particular del jazz, que une el instrumento puertorriqueño por excelencia con el género sincopado que nació en Nueva Orleans hace un siglo y luego se extendió por el planeta. Aunque algunos hayan cuestionado en el pasado que la música que produce sea genuinamente “jazz”, Guzmán se ha mantenido firme, llegando a presentar su concepto en mecas jazzísticas como el club Blue Note de Nueva York.

La nueva producción de Pedro Guzmán y su Jíbaro Jazz recibe aplausos en esta reseña. (archivo Fundación Nacional para la Cultura Popular)

A estas alturas del juego, sin embargo, resulta irrelevante la vieja polémica en torno a lo que constituye “jazz” o no. En esta época lo que predomina es la fusión, que supone la combinación de elementos jazzísticos con otros surgidos de géneros variados, muchos de ellos originarios del folclor de diversos países. Visto desde esa perspectiva, Pedro Guzmán fue todo un pionero cuando grabó su primer disco de Jíbaro Jazz, como ya se dijo, hace bastantes años.

Con su nueva grabación, titulada simplemente “Jíbaro Jazz”, Guzmán básicamente revalida la fórmula que siempre le ha dado vida a su música. Hasta 15 músicos lo acompañan –no todos en todas las piezas- y el repertorio da cuenta de su ecléctico gusto: aquí se incluye desde el “Libertango” de Astor Piazzolla hasta el “Agúzate” de Ricardo Ray y Bobby Cruz, así como el archifamoso “Aquarius” de The 5th Dimension (uno de los himnos de la era hippie) y “What a Wonderful World”, popularizada por Louis Armstrong. Lamentablemente, se desconoce la procedencia de los demás temas, ya que no se indican los nombres de sus autores.

Al menos para quien escribe estas líneas, el concepto de Guzmán se “jazzea” más efectivamente cuando incorpora otros instrumentos que extienden melódica o armónicamente los temas. De esta manera, el ya mencionado “Libertango” abre el programa con notable fuerza, gracias a su arreglo con trompeta y flauta, así como el solo de Kalani Trinidad en este último instrumento. Asimismo, la versión de “Aquarius” con trombones es una deliciosa salsa-jazz en la que el líder entrega uno de sus mejores solos del disco.

No faltan tampoco los acentos interesantes en las otras piezas: el solo de timbal en “Agúzate”; el saxo tenor de Trinidad en “Las nubes”, de muy agradable y “clásico” sonido; el piano de Eric Figueroa en “Wonderful World”. El segmento integrado por “Meyo se fue”, “Wonderful World” y “Noche de canción” revela el carácter dulce y romántico que ocupa el centro mismo de esta producción.

Guzmán, por su parte, ha sabido unir con gran habilidad el “blues feeling” que se asocia al jazz con el sentimiento jíbaro que sus instrumentos (no solo el cuatro, pues aquí también toca bordonúa, tiple, guitarra y otros) evocan de manera natural. Sus improvisaciones siempre tienen algo que ofrecer, estimulando o sencillamente agradando al oyente, investigando, como los buenos jazzistas, las implicaciones melódicas de cada tema.

Variado, repleto de buenas vibraciones y afirmativo del camino propio que Pedro Guzmán ha labrado para sí mismo, “Jíbaro Jazz” demuestra la vigencia de su concepto, tan “jazz” como “jíbaro”, pero abierto a todas las influencias posibles. Es un regreso que se agradece, luego de varios años de silencio discográfico de este importante músico puertorriqueño.

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