Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
A pasos del solitario Paseo de Diego en Río Piedras, El Bazaar de Mami Hilda se impone como un signo de esperanza, gracias a la autogestión y la solidaridad comunitaria.

En el número 1064 de la Calle Brumbaugh, en el antiguo local que ocupó un establecimiento de comida ligera, el bazar es una institución sin fines de lucro que acepta donaciones y donativos de todo tipo con el fin ulterior de invertir en alimentos para ofrecer pan a las personas sin techo que deambulan por Río Piedras.
“Nos dejamos guiar siempre por Papá Dios. De alguna manera nos llevó aquí porque visitamos otros lugares, en el mismo Santurce. Buscábamos un local que fuera gratis, pero vimos este en septiembre pasado y estuvimos trabajando varios meses sin agua y sin luz”, recordó la señora Marian Morales, quien agradece la labor de parte de los estudiantes del Colegio San Vicente de Paul que, como parte del requisito de horas de servicio a la comunidad, la ayudaron con la limpieza y restauración del local.
En El Bazaar de Mami Hilda, a la memoria de su fenecida madre Ana Hilda O’ Neill Meléndez, fallecida en 2009, se consiguen artículos nuevos y usados, a precios razonables.
Ropa para damas y caballeros; vajillas y cubiertos; joyería; libros, cuadros, juguetes, enseres, devedés, cortinas, sábanas y discos son donados por las personas y ofrecidos a sus ‘clientes’ o visitantes que de inmediato internalizan su misión: aportar para que otros semejantes vivan mejor.

“Esto ha sido desarrollado entre amistades que vienen y van. Cooperan, aportan y ayudan. Es una manera de servir; una obra, que no se vincula a ninguna denominación religiosa”, comenta Marian, cuyo esposo Raúl Rondón Castro diseñó el letrero de la fachada del local.
El Bazaar de Mami Hilda abre de martes a sábado, de 10:00 a.m. a 5:00 p.m. Los domingos están cerrados y los lunes es el día que doña Marian reserva para inspeccionar las donaciones.
“El lunes es el día en que revisamos la mercancía. Se limpia si es necesario y se le pone precio. Cada dos lunes hacemos eso. Y si la ropa no está en condiciones, ya sea porque está manchada o rota, se recicla en textiles, depositándola en los buzones o compartimentos que hay en los centros comerciales. Los precios son de .25 en adelante y en ocasiones los comparamos con Ebay”.
Esta emprendedora mujer aclaró que el bazar no es un pulguero. De hecho, el lugar sorprende por su organización, estética y orden. “A veces hay personas que confunden esto con un pulguero en el que pueden rebuscar en cajas, pero se les explica que es un bazar, bien organizado. Aquí no hay mercancía en el piso. Este no es el lugar para comprar y revender. La idea es ayudarnos pagando por un artículo un precio razonable que nos permitirá ayudar a las personas sin hogar”.

También es constante la cantidad de colaboradores que aportan artículos nuevos, sin uso y sin abrir. Personas que se desprenden no de lo que les sobra, sino de lo que necesitan motivados por el ideal de la virtud cristiana del compartir con los pobres.
La meta de Marian Morales es habilitar un local para ofrecer techo y alimento a personas sin techo de ambos sexos.
Marian constató la pobreza de sectores en San Juan durante los años en que administró una floristería en la Avenida Fernández Juncos, cercana a El Bazar de Doña Andrea.
“Hay mucha necesidad. Así surgió mi inquietud. Comenzaron las donaciones de ropa, objetos, zapatos… Y estamos aquí, aportando lo mejor de nosotros”.
Los interesados en contribuir con donaciones deben comunicarse al (787) 945-0640 o contactar y escribir en Facebook a “El Bazaar de Mami Hilda”.