Por Joselo Arroyo
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

El ilusionista boricua Reynold Alexander regresó con su nuevo espectáculo titulado “Reynold Alexander, el show esnu…”. Y, como introducción, el famoso ilusionista David Copperfield apareció en una proyección en pantalla, presentando al protagonista de la noche del 11 de marzo, en la sala Rene Marqués, del Centro de Bellas Artes de Santurce.
Tan pronto hizo su entrada Alexander, comenzaron las risas y los aplausos al verle en bata y pantuflas de toalla. De inmediato, el prestidigitador explicó el malentendido del título de su espectáculo: al momento de llamar a su productor y notificarle que tenía el espectáculo listo, éste le pregunta el título del show. El ilusionista tenía la intención de decirle “Reynold Alexander, el show es nuevo”, pero se produjo un corte en la llamada y el mensaje quedó inconcluso: “…el show esnu…”. Segundos después de su introducción, en un acto de magia, Alexander se despoja de su indumentaria de baño y queda completamente vestido ante los ojos y mayores aplausos de los presentes. Asimismo, prometió que para que no lo acusaran de anuncio engañoso, al final de la presentación haría un “striptease”.

Con un decorado simple y efectivo, en el cual la mayor importancia recayó en las luces inteligentes, humo y un telón estrellado, Alexander llevó a cabo sus ilusiones que dejaron con la boca abierta a los presentes. Siempre con su característico humor, chistes y su asistente Paola, el ilusionista se echó en un bolsillo al público, al cual contantemente le solicitaba “ayuda” para realizar alguna de sus “suertes”. Dentro de los más atractivos trucos se encontraron “The Flying Box”, “Magia a la carta”, “Una cita con un mago”, “Tortura medieval”, “La bolsa del misterio”, “Venganza de la asistente”, “Lectura de pensamiento”, “Levitación de alguien del público” y “Striptease”, siendo éste último el cierre oficial de la noche. Pero el ilusionista también complació al público con la tradicional “ñapa” y, entonces, cerró la velada con el truco titulado “Las piezas de la vida”.
Este espectáculo -concepto y realización del propio Reynold Alexander, dirigido por Hansel Santiago- tuvo como “Illusion Designers” a Thomas Moore, Wellington Enterprises y Walter Blaney. Sin lugar a duda, todos ellos lograron cohesión, ritmo y un hilo conductor para el mayor disfrute de la asistencia.

En momentos en los que la realidad puede desmoralizar a cualquiera; y en los que las crisis y el estrés no dejan que se aprecie la simpleza de la vida, un poco de magia siempre ayuda a conectar con nuestro niño interior y con una época en la cual todo era tan simple como creer. Debe ser por esto mismo que se dibujaron sonrisas de niños, con asombro, con ojos brillosos y agrandados, en todos los presentes, sin importar la edad que tuviesen. Ése fue el “truco” más hermoso y esperanzador de todos: experimentar, aunque sea por un momento, que absolutamente todo es posible.