Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Su estatura humana era tan elevada que, cuando el prolífico compositor Pedro Flores enfermó, lo cuidó en su casa en la Calle Providencia de Villa Palmeras.
Ese dato se desconoce porque un gran sector del ‘establishment’ cultural y mediático del País ha pasado por alto la muerte de la intérprete Alicia Rodríguez de Gracia, el pasado sábado en San Juan.

Tristemente el medio no pocas veces se caracteriza por su memoria corta y el olvido de sus baluartes, máxime si son figuras de la edad dorada.
Doña Alicia falleció a sus 96 años y los que, al menos, se han molestado por escudriñar la historia de la canción popular reconocerán que, aparte de ser la hermana del inolvidable Pellín Rodríguez, fue una destacada intérprete aclamada en el Teatro Puerto Rico de Nueva York, durante la época en que integró el Dúo Rodríguez de Córdova junto a su entonces esposo Adalberto de Córdova, durante la década de 1950.
Para los conocedores, el dúo que popularizó “Triste Navidad” de Rafael Hernández, “Mi adorada” de Bobby Capó y “Contigo” de Pedro Flores, entre decenas más, es recordado como uno de los más hermosos del pentagrama popular latinoamericano.
Pero Alicia trascendió después de su divorcio. En una biografía que su nieta Linda y su sobrina Delia escriben, resaltan su asociación con Moncho Usera, sus giras con Daniel Santos y su etapa con Máximo Torres.
Extrovertida, como su hermano Pellín, doña Alicia era el alma de las fiestas. Elegante y regia, de una personalidad imponente y con unos ojazos verdes la mar de expresivos, siempre tuvo una sonrisa a flor de labios, incluso hasta el día de su muerte, en que expiró mientras dormía.
“En realidad, murió por cosas de la edad. Se acostó a dormir en el hogar en la Calle Pomarrosa, cerca de la Calle Loíza, donde la cuidaban y se quedó dormidita en el sueño eterno. Fue el corazón. Eso sucedió el sábado por la tarde. Tenía 96 años. Tenía dos fechas de nacimiento, una el 2 de abril y otra en agosto”, dijo Delia.
Recientemente, doña Alicia estuvo hospitalizada debido a un quebranto intestinal. Pero se recuperó y regresó al centro de cuido.

“Lo que yo soy como cantante se lo debo a Titi Ali”, dijo su sobrino Pedro “Puchi” Rodríguez, mejor conocido como Pellín Jr.
“Ella me enseñó a cantar. Me decía que yo cantaba como hablaba y cometía muchos errores. Aprendí de ella que no se debe cantar como se habla. Ella me recordaba que yo debía cantar porque fui quién heredé la vena de mi papá”.
Por su parte, otro sobrino, Manuel Rodríguez, que se ha esmerado por mantener viva la memoria de Pellín, resaltó parte de su éxito durante las décadas de 1940 y 1950.
“Alicia dejó un legado grandísimo. Su legado con el Dúo Rodríguez de Córdova es ejemplar. Fue un baluarte. Una de las mujeres que en esa época estuvo al palo y siempre orientó a mi tío Pellín. Hasta los últimos días fue la misma: muy cariñosa y amable”.
Mientras, Delia aseguró que el retiro de Alicia Rodríguez del mundo musical fue involuntario. Sencillamente, la dejaron de llamar para presentaciones. “Fue un retiro forzoso. Se retiró porque no la llamaban, pero ella siempre estaba dispuesta. Hasta hace cinco años podíamos escuchar la voz de Titi Ali con claridad”.
El olvido al que fue relegada por la industria la entristeció. “Se sentía mal, pero era orgullosa también. Yo le decía, cuando veía lo que se publicaba de algunos artistas, que había que llamar a las estaciones y a los periódicos. Le decía que había que ser presentado, pero ella insistía que la reconocían, que sabían quién era”.
Su discografía y biografía, que Delia y Linda aspiran esbozar antes de la misa, incluye capítulos con Eladio Peguero “Yayo El Indio” y con su hermano Rafi, junto a quien grabó un disco dedicado a Pedro Flores.
“Ella cuidó a Pedro Flores. Estuvo en nuestra casa. Titi Ali se dedicó junto al cantante Edward a recorrer las universidades para dar a conocer la música de Pedro y Rafael Hernández”, destacó Delia.
Linda, además, recordó que Alicia fue aclamada en escenarios de Estados Unidos y Latinoamérica. Esa información la documentarán en la biografía.
“Se habla de ‘crossover’ de algunos artistas, pero las filas para verla en el Teatro Puerto Rico en Nueva York eran muy largas. Y con Daniel Santos hizo giras por Colombia y México. También tuvo un programa para la comunidad hispana de Estados Unidos. Hizo radio, teatro y televisión. Cantó en hoteles, como el Caribe Hilton, por mucho tiempo. Lo único que no hizo fue cine. Los que saben de música reconocen que su dúo con mi abuelo Adalberto fue uno de los más bellos”.

Otro detalle desconocido es que, tras su divorcio de Adalberto, Alicia continuó usando el apellido ‘de Córdova’. “En aquella época era común que las mujeres heredaran el apellido de sus esposos. Ella era Alicia de Córdova o Alicia Rodríguez de de Córdova. Pero como era conocida con el apellido de mi abuelo, ella entendió que para poder generar ingresos era necesario usar ‘de Córdova’. Por eso la llamaban así”.
Alicia, triste porque nadie la llamaba, se refugió en la poesía y su declamación. “En todas las fiestas familiares mi abuela cantaba. Era obligación. Si no se lo pedían, ella lo hacía. Hace como cinco años, dejó de cantar, quizás porque muchos de sus contemporáneos habían muerto. Un mes antes de morir, mi abuela recitaba y dominaba el arte la declamación. Pero sí, le entristecía que nadie la llamara. Ella, como dominaba el repertorio de Pedro Flores, las cantaba acompañada por Máximo Torres”.
Los restos de Alicia Rodríguez, determinó su familia, serán incinerados. El próximo sábado 11 de marzo, desde las 5:30 p.m. en la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes en Villa Palmeras, se celebrará una misa por su eterno descanso.
Allí, por supuesto, se le recordará con la más hermosa de sus fotos y no faltarán las canciones inolvidables e inmortales del dúo Rodríguez de Córdova que ya las entona en el cielo.