‘Nos vamos…’ a seguir riendo

Por Joselo Arroyo
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

La crisis económica y laboral por la que atraviesa Puerto Rico es una situación muy seria. Pero esto no exime que se pueda hacer una buena comedia, tomando el entorno como punto de partida. Con esto en mente, nos llega “Nos vamos pa’l cará’…”, de Agustín Rosario.

Esta comedia nos presenta una familia puertorriqueña de clase media y algo disfuncional. Como tantas familias en nuestro País, toman la decisión de irse al extranjero por la falta de trabajo. Pero, en su frustración y rebeldía, planifican un desquite contra las instituciones que, a su juicio, han llevado al País a la actual situación. Y, por supuesto, también encontrar el presupuesto para poder pagar los pasajes de avión.

La acción se desarrolla en la casa de Papo e Ivelisse, donde además viven doña Lulu -mamá de Papo-, Papito -hijo del matrimonio-, Cukito -sobrino de la familia- y Laura -la novia de Papito-, único personaje de la pieza que tiene trabajo. Si esta proporción establece una demográfica laboral, ya se pueden imaginar la realidad que establece el autor.

Todo tipo de situación -fantasía de desquite, ingenio para escapar de los acreedores y choques culturales y generacionales- provocaron un torbellino de carcajadas entre los presentes que llenaron a capacidad el Teatro Francisco Arriví, en Santurce, durante sus funciones en el pasado mes de febrero.

La simétrica escenografía de Williams Torrens resultó funcional para sus necesidades. El diseño de luces, a cargo de Ronald Borras, brindó colorido a la pieza, a la vez que ayudó a marcar el paso del tiempo en las distintas escenas o cuadros. Cristian Pabón, en la utilería, aportó beneficios a los actores. El vestuario de Abigaíl Vargas, con gran acierto, vistió a cada personaje con su personalidad única.

De manera simple y efectiva, Agustín Rosario -quien además del productor, es también el director de la pieza- movió a los actores y creó rutinas cómicas que sumaron risas. Creó, además, una atmósfera familiar tan acertada y orgánica, ofreciendo la sensación de estar espiando la casa de algún vecino propio.

Un elenco completamente apropiado y compenetrado desplegó a esta familia -que bien podría ser cualquiera en el País- con atino y chispa, todos los actores destacándose con amplio dominio, tanto en la comedia como en sus personajes. El público pudo disfrutar de las ocurrencias y desespero de Papo (Junior Álvarez), de la picardía y genialidad de doña Lulu (Noelia Crespo), de la mesura e impotencia de Ivellisse (Carmen Nydia Velázquez), del desinterés e ignorancia de Papito (Erik Rodríguez) y de la delincuente y nebulosa aportación de Cukito (Ricardo Álvarez), quien también personificó a Rosendo y llegó a llevarse unos muebles por falta de pago. Y, por último, deleita una Laura (Mónica Pastrana) enamorada y consciente.

En definitiva, siempre es más cómodo reírse de los problemas ajenos, aunque sean los mismos que los propios. Y una cosa es segura: no hay partido político, crisis económica, ni junta fiscal que le pueda quitar el sentido del humor a un pueblo. Se recomienda no perderse a esta típica y disfuncional familia, que estará de gira por Caguas, Mayagüez y Ponce durante este mes de marzo; y, en abril, de vuelta a San Juan.

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