Iris… te vamos a extrañar

Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Mis primos y yo, crecimos escuchando el nombre de Iris Martínez en reuniones familiares. Nuestro tío, José Luis Chavito Marrero, desde mucho antes de casarse con la actriz Mercedes Sicardo y añadir tres primos en la sala de nuestra abuela, nos contaba las anécdotas de la compañía Lope de Vega, a la cual perteneció en 1950. Iris y él fueron seleccionados por el prestigioso actor y director español, fundador de la compañía en 1944, José Tamayo Rivas (1920-2010), para participar de una gira por siete países de Hispanoamérica. Chavito contaba historias muy simpáticas de las cosas que pasaban en escena y tras bastidores en obras que hicieron en Venezuela, Colombia, Panamá y Costa Rica, entre otros países. También tenía recuerdos preciosos, como la emoción de pasar en barco el Canal de Panamá. En cierta ocasión, por quedarse embelesados admirando el paisaje del Río Magdalena, Iris y él tuvieron que correr, maleta en mano, para alcanzar el avión a punto de salir.

El pueblo celebrará la vida de la actriz Iris Martínez hoy en el Colegio de Abogados en Miramar. (Foto suministrada)

Cuando Iris Martínez dejó de ser solo un nombre para convertirse en esencia de calidad humana para nosotros, la vimos muy a menudo, por muchos años, en el escenario, militando alguna de sus causas, o cenando en un restaurante en Santurce que dejó de ser. A la luz del recuerdo de aquellos cuentos que nos hacían morir de la risa, y del espectro de fusión de los actores que ya no están en nuestro plano, que parecen hacernos cosquillas y sacarnos la lengua como vejigantes a la bolla en sus esquinas, recogeremos palabras y formaremos ramilletes de agradecimiento por la vida de una primerísima actriz puertorriqueña desde su humanidad, y a través del corazón de quien la adoptó como madre y estuvo con ella hasta su respiración final, el compañero José Vidal Martínez Martínez.

José, nacido el 25 de julio de 1954, se ha desempeñado como director del programa de Artes Escénico Musicales del Instituto de Cultura Puertorriqueña, Administrador del Teatro Alejandro Tapia y Rivera, miembro fundador y parte de la junta directiva de la Cooperativa de Actores de Puerto Rico (COOPAR), miembro fundador y parte de la junta directiva del Colegio de Actores de Puerto Rico y miembro de la Junta acreditadora de actores en el Departamento de Estado de Puerto Rico.

Iris compartió la escena teatral con figuras como Rafael Enrique Saldaña. (archivo Fundación Nacional para la Cultura Popular)

Iris Martínez, quien se despidió de nosotros el pasado 7 de marzo, nació en Vieques, el 14 de abril de 1924. Fue una mujer comprometida con sus principios, cuyos pensamientos, palabras y acciones estaban armoniosamente coordinados. También, fue una apasionada defensora del ideal de independencia para su patria, desde su más temprana juventud.

“Ella hablaba todo el tiempo de Lolita Lebrón y su militancia por la independencia de Puerto Rico. Me contó de su lucha política desde la Universidad, cuando la botaron por estar en una huelga en 1948, y cuando, a raíz de eso, trabajó hasta con Diplo. Yo la escuchaba con mucho respeto y admiración porque quería aprender. Ella sabía que yo soy bien estadista, y nunca se burló de mi ideal. El amor no tiene partido político. Ella y yo siempre trabajamos para todos por igual. Me encantaba su compañía. Ella era una enciclopedia, leía todo el tiempo, de todo. Yo fui el hijo que ella nunca tuvo. Cuando me di cuenta que ella estaba viviendo sola y no sabía cómo manejar sus finanzas, la adopté como mamá. Fui afortunado de tenerla tan cerca”, nos dijo Martínez Martínez mientras iba camino al Colegio de Abogados para hacer los arreglos de la celebración de vida para Iris.

José Vidal Martínez trabajó en el Instituto de Cultura Puertorriqueña desde que Raúl Carbonell era el director del entonces Fomento Teatral en 1981. Cuando Victoria Espinosa pasó a dirigir esa oficina en 1984, José fue su mano derecha. Ese fue el momento en el cual Iris Martínez y José Vidal se conocieron.

El compañerismo y la solidaridad fueron atributos que siempre acompañaron a la artista. En la foto comparte con un grupo de sus compañeras de lucha, (de izquierda a derecha) Lydia Echevarría, Gloria Sáez, Luz María Rondón, Elsie Moreau e Iris Martínez. Sentadas al frente Mercedes Sicardo y Victoria Espinosa. (Foto suministrada)

“Victoria tenía mucho interés en hacer algo por los teatreros. Había una crisis de trabajo y las telenovelas se estaban dejando de hacer. Así que convocó una asamblea. Nos dimos cuenta que unir a todos los teatreros no era lo ideal, ya que los diferentes grupos tenían distintas consideraciones y problemas, así que decidimos convocar solamente a los actores. En la asamblea surgió un comité timón, y en ese comité estaba Iris Martínez. También estaban Vicente Castro, Rafael Acevedo, Joe Lacomba, Provi Seín, Laura Elena Surillo, y Dean Zayas. El grupo hizo una investigación intensa sobre organizaciones de actores en distintos países y casi todas eran uniones. Para esa fecha ocurrió el fuego en el hotel Dupont Plaza, así que decidimos que lo mejor para Puerto Rico en aquel momento no era formar una unión. Ese fue el inicio del Colegio de Actores de Puerto Rico. Iris y yo nos hicimos familia después que se redactó el documento. Como ella no tenía carro, era yo quien la iba a buscar y la llevaba a todas partes y así fue hasta que Iris murió. Nos reuníamos en las oficinas del ICP. Entregamos el documento al hijo de Manuel Méndez Ballester, el Lic. Méndez Saavedra, quien era asesor legal en la Legislatura de Puerto Rico. Méndez Saavedra nos dijo que era posible, que Puerto Rico sería el primer lugar del mundo con actores colegiados. Así que fuimos pioneros en el mundo al crear el primer colegio de actores de teatro. El licenciado Méndez Saavedra hizo los arreglos al documento que fue entregado a la entonces senadora Velda González, en 1987. El proyecto se aprobó. Un año después, el gobernador Rafael Hernández Colón nombró la primera junta acreditadora: María Judith Franco, Rafael Ortiz, Rafael Enrique Saldaña y Rafael Torrens. En 1988 se celebró la primera asamblea del Colegio de Actores de Puerto Rico, del cual Iris Martínez fue la primera presidenta. El vicepresidente era Jaime Montilla, la secretaria, Mayté Flores y yo era el tesorero.”, detalló.

En la Gran Urbe trabajó en el Teatro Rodante Puertorriqueño con la inolvidable Miriam Colón. (Foto ICP)

Mientras José hablaba con admiración de su adorada Iris, recordé una anécdota que hizo Myrna Casas de cuando ella hacía su doctorado y vivía en Nueva York. En cierta ocasión, Jossie Pérez e Iris Martínez se fueron a quedar en su apartamento. Cuando llegaron, se enteraron de una protesta de actores en la ciudad, y allá fueron las dos visitantes, junto con Miriam Colón, a piquetear.

“Iris era maravillosa. A veces había discusiones fuertes en las reuniones y ella ponía la paz. Yo la comparo con Gandhi, siempre calmada y determinada. Ella decía que no hay que gritar para hacer valer. Era muy sabia, buscaba soluciones a los problemas. Ella nunca se rendía y yo me esmeraba para hacer mi trabajo bien. Ella pedía, yo le concedía. A ella le gustaba trabajar conmigo por eso. Decía que yo era un perfeccionista, que “me iba a botar por eficiente”. Y siempre me dejaba tarjetas dándome las gracias. Lo que escribía era hermoso, como la poesía. Guardo todas esas tarjetas con orgullo y amor. Iris tenía mucho interés en desarrollar el colegio, en hacer algo significativo por los actores. Tratamos de conseguir oficina, poner en orden la administración. Se hicieron gestiones para conseguir ayuda. En su vida personal, era una mujer muy alegre y bohemia. Disfrutaba el buen vino, la cerveza y la fiesta. Le encantaba ir al teatro y compartir con los jóvenes, pero detestaba la música ruidosa. Y no le gustaba comer carne. Siempre comía pescado y viandas. Eso sí, olvidaba que era vegetariana en Navidades, porque le encantaban las morcillas con aguacate”, expresó José.

En 1985 el Instituto de Cultura le dedicó el Festival de Teatro. (archivo Fundación Nacional para la Cultura Popular)

Martínez reveló que a Iris le gustaban las rosas amarillas, las orquídeas, las esencias de violetas y rosas, y que no se sabe por qué la actriz nunca se casó. En dos o tres ocasiones la escuchó hablar de un pretendiente, mientras estuvo en la gira con la compañía Lope de Vega, pero algún desengaño ocurrió.

Esto me trajo al recuerdo una anécdota que contó la actriz Anamín Santiago, cuando Iris Martínez y Esther Mari fueron arrestadas injustamente y las querían meter en una perrera junto a unas trabajadoras de la noche, al salir de una función en La Tea en Viejo San Juan. Un policía, que las reconoció, las llevó al cuartel en su patrulla. Una vez en el cuartel, un admirador pagó la fianza de ambas y las llevó a desayunar. Iris alegó dos cosas: Le pidió a Esther que no dijera palabras soeces porque delante de ella nadie las decía. El admirador que las llevó a desayunar era su pretendiente, no el de Esther.

“Aunque era muy seria, de vez en cuando me decía bromeando que se quería casar con un millonario. Yo la embromaba diciéndome que me contara de sus tiempos como bailarina en el tubo. Claro, eso no era verdad, pero la hacía reír a carcajadas. La pasábamos bien. La gente la adoraba. Dondequiera que yo la llevaba todo el mundo sabía quién era ella y venían a saludarla. Una cosa que siempre le admire es que ella siempre veía algo bueno en el trabajo de los demás, nunca hacía críticas viciosas ni hablaba mal de los compañeros. Te cuento que, después que nos hicimos familia, nunca nos separábamos. Cuando fui administrador del Teatro Tapia, Iris trabajó conmigo, y cuando salíamos de trabajar, esperábamos a que empezara la función de la noche. Después, nos íbamos a comer”, aclaró José.

Iris, al centro, junto al elenco de “La quema de Judas” (1985) compuesto por Julio Torresoto, Jaime Montilla, Luis Daniel Rivera, Pedro Orlando Torres, Sonia Paniagua, José Luis Figueroa, José Angel Ortiz, Luis Raúl Martínez y Gilberto Valenzuela. (archivo Fundación Nacional para la Cultura Popular)

Iris Martínez adoraba la vida. José Vidal nos contó que en los últimos tiempos el corazón de Iris “se puso vago”. Cuando se dieron cuenta que estaba débil, la llevó al hospital. Fue cuando le pusieron un marcapasos. Después de este incidente, Iris “iba a las millas”, nada ni nadie “la podía parar”.

“Como discípula de Leopoldo Santiago Lavandero y de Ludwig Schajowicz, ella siempre fue disciplinada. Llegaba primero que nadie a todos los eventos en todas partes. Este comportamiento sirvió de señal. En cierta ocasión, Iris salió del condominio donde vivía a las cuatro de la madrugada para un supuesto ensayo. Un amigo la vio en la calle la devolvió a su casa. Ahí fue que me di cuenta que ella necesitaba supervisión constante y le conseguí ama de llaves que estuviera con ella 24 horas. Ella siempre estuvo muy cuidada, nunca le faltó nada. Otras personas también la ayudaron. Entre las mismas, Miriam Colón, que pagaba el alquiler del apartamento. María Judith Franco, Juan Fernández, Rafi Cruzado, Ligia Rolón, y Rosa Luisa Marquez, entre otros, le enviaban chequecitos. Perdonen que no pueda mencionarlos a todos, estamos agradecidos”, informó José.

Amante del buen compartir con amigos he aquí una imagen de uno de sus últimos encuentros con la actriz Miriam Colón. Junto a ellas, Fred Valle, actor y esposo de Miriam, y Juan Vidal Martínez, hijo adoptivo de Martínez. (Foto suministrada)

El 24 de diciembre del año pasado, Iris Martínez sufrió un paro cardiaco que se complicó con una pulmonía. José la llevó al Doctor Hospital, donde estuvo mes y medio antes de que se le hiciera una traqueotomía. Después del último procedimiento, la actriz tuvo mejoría. Los pulmones se despejaron y la dieron de alta.

“Ella estaba consciente. No podía hablar, pero respondía con gestos. Reaccionaba a todos los temas. En la tarde del 6 de marzo, fui a verla, como todos los días. Cuando me despedí, ella estaba contenta y tranquila. Me llamaron en la madrugada de Casa Primavera, donde pasó las últimas dos semanas de su vida, y me dijeron que había muerto, pero que no fuera. Así que me dediqué a hacer otras gestiones, funeraria, ropa, sitio para la ceremonia, aviso a los familiares y amigos. A Iris le sobreviven tres sobrinos, hijos de su única hermana, quien murió. El homenaje en el Colegio de Abogados lo he preparado con la ayuda de Anamín Santiago y el Colegio de Actores de Puerto Rico. ¡Cuánto la voy a extrañar!”, se despidió José Vidal.

Iris Martínez vivió a plenitud sus 92 años. Fue parte activa de la historia de Puerto Rico. Es, sin duda, una puertorriqueña inmortal. ¡Gracias, querida compañera! Nos haremos eco, con licencia poética, de las palabras de tu hijo José Vidal: ¡Cuánto te vamos a extrañar!

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