Por Joselo Arroyo
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Impropulso en un joven colectivo de improvisación teatral que, poco a poco, va ganando seguidores. Muestra de esto es su reciente proyecto “Después del amor”, el cual, por la buena acogida, tuvo que añadir más presentaciones a las que ya tenían programadas durante el mes de febrero, en la Sala Beckett, en Río Piedras.

El espacio escénico presentaba tres lugares: un comedor de una casa, un bar y una sala de espera de una oficina. Estos lugares fueron los espacios para las tres escenas distintas que presentaron en su momento. El elenco, compuesto por Jianna Pagán, Nelson Rivera, Antonio de Jesús Martell, Abdiel Millán, Sonia Baerga y Jorge Blanco, comenzó su espectáculo con una coreografía -a cargo de Jianna Pagán-. Durante la primera parte de la función, divididos en tres parejas (Antonio y Abdiel / Jorge y Sonia / Jianna y Nelson), presentaron tres escenas, con distintas situaciones y relaciones entre ellos.
Luego, el colectivo le pidió al público una serie de información -lugares, frases, títulos, etc.- para completar las historias previamente establecidas. Este concepto, original de Antonio de Jesús Martell, pretendió, de manera graciosa, poner a prueba el ingenio, concentración y agilidad del elenco al producir instantáneamente unos finales improvisados con la información brindada por el público. Durante esta segunda parte, curiosamente, el elenco lució más cómodo y natural que en la primera; e, indudablemente, también resultó más graciosa.
Prosiguió una serie de rondas, en las cuales se recombinaban las parejas y hacían distintos ejercicios de improvisación, insertando los “pies forzados” dictaminados por los presentes. Finalizaron con un epílogo de cada personaje, por medio de una postal de San Valentín, la cual era “leída” en voz alta y daba cierre a la historia del personaje por esa noche.

Aunque el orden y el objetivo de las rondas y/o ejercicios no se comprendían en su inicio, por falta de información, no es menos cierto que el público habitual de este grupo no lo necesitaba, pues disfrutaba y reía a más no poder. Quizás, de haber habido algún programa de mano, hubiese podido insertarse información de cómo ocurrirían los ejercicios. Esto hubiese ayudado a que ese público que presencia por primera vez al colectivo, pudiese disfrutar al mismo nivel.
La producción y dirección general estuvo a cargo del propio colectivo; y la regiduría recayó en Krystal Amill y Joyselle Rosado.
En definitiva, el surgimiento de nuevos grupos, que aborden llenos de entusiasmo y energía las salas de representación de un País, siempre es positivo. La constante es que el público nacional, interesantemente, prefiere reír; y no importa cómo se le presente el chiste, siempre lo agradece y lo apoya.