Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
El telón de la sexagésima primera edición del Festival Casals de Puerto Rico descendió anoche con un programa de exquisita grandilocuencia musical: la presentación del virtuoso violinista Gil Shaham y el estreno en la Nación de la ópera “El Castillo de Barbazul”.

Nuevamente fue notable la ausencia de jóvenes entre el público. Asistió el público habitual: un sector de la clase privilegiada socioeconómicamente en el País, políticos y algunos empresarios relacionados, directa e indirectamente, a auspiciadores de oro, como la casa de corretaje UBS.
Pero, a grandes rasgos, el selecto auditorio disfrutó de un programa de ensueño. A primera hora, Gil Shaham, que el pasado jueves 9 de marzo se presentó con su esposa, la también violinista Adele Anthony, en la Sala Sinfónica Pablo Casals, desplegó su infalible técnica, extraordinaria musicalidad, sensibilidad y humor durante los tres movimientos (“Allegro ma non troppo”, “Larghetto” y “Rondo: Allegro”) del “Concierto para violín en re mayor, Opus 61” de Ludwig Van Beethoven.
En esta obra sobresale la impecable dirección de Maximiano Valdés y el desempeño colectivo de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, en particular la sección de cuerdas por su lectura precisa y articulada, especialmente durante su conversación melódica y rítmica con Shaham, que lució sublimemente inmenso en sus improvisaciones, de manera que al final fue objeto de una prolongada ovación de pie, regresando al escenario para interpretar ‘a capella’ una obra de Joan Sebastian Bach.
Tras el intermedio, el estreno en Puerto Rico de la ópera en un acto “El Castillo de Barbazul”, de Béla Bartók, propició que nuestra Orquesta Sinfónica demostrara que se pasea entre las mejores del mundo. Si bien se empleó a sus anchas durante la noche inaugural del festival durante la interpretación del “Credo” de Krzysztof Penderecki, en la ópera indiscutiblemente se proyectó inalcanzable en lectura, ejecución dramática y balance, respondiendo con su profesionalismo y alta competitividad a la meticulosa y exigente dirección de Maximiano Valdés, magistral en la articulación de su partitura.

“El Castillo de Barbazul” es la historia del matrimonio de Judit y el Duque Barbazul. La dama llega a residir al lúgubre y oscuro palacio. Recibe las llaves de sus habitaciones, pero con la salvedad de que hay una puerta que no debe abrir. Misterio, pasión, romanticismo y suspenso se suceden durante el texto ambientado en la escenografía y luces de Gilberto Valenzuela y María Cristina Fusté, quien describe con su oportuno y rítmico despliegue de colores y tonalidades las emociones e intrigas del drama.
La mezzo-soprano Michelle De Young (Judit) y el bajo John Relyea (Duque Barbazul) impartieron lirismo, sentimiento, fuerza, drama y realismo a un texto interpretado en idioma húngaro, cuya traducción simultánea al español e inglés fue proyectada en la parte superior central del escenario.
Así, cayó el telón del Festival Casals 2017.
Un evento cultural, concebido en torno a un programa artístico de trascendental excelencia internacional que, lamentablemente y como dijo recientemente a los medios la viuda de don Pablo, doña Marta Casals Istomin, no atrae a la juventud puertorriqueña, cuando precisamente sus exponentes, en su mayor parte, son jóvenes consagrados a la música académica y al canto lírico.