Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
La dramaturga puertorriqueña Rayza Vidal Rodríguez es una artista comprometida con sus ideales, uno de los cuales es la deuda de gratitud que tiene hacia su ciudad de origen. Precisamente, fue ésta una de las razones por las cuales escogió el teatro de la arecibeña Luisa Capetillo para su tesis doctoral.

Rayza nació en la Villa del Capitán Correa, el 27 de julio de 1965. Cursó los primeros grados de escuela elemental en Camuy, ya que su madre trabajaba como maestra en una escuela de este pueblo. Se graduó de cuarto año en la escuela Trina Padilla de Sanz, en Arecibo.
La también directora narra que su niñez y adolescencia fueron agradables, pero duras a la vez. Agradables por tener unos padres amorosos y tres hermanos. Y duras porque, desde niña, mostró preocupaciones existencialistas conjunto a demandas espirituales, las cuales le inclinaron al cristianismo. Rayza empezó a escribir teatro a los 15 años, en 1981. Su primera obra se tituló ‘Sangre boricua’ y trataba el tema de la mezcla de razas. Fue presentada en su salón de la clase de español. Desde ese momento, la dramaturga no se ha detenido.
No obstante, cuando se graduó de cuarto año, Vidal no decidió estudiar teatro, sino que entró a estudiar francés en la Universidad de Puerto Rico, en Río Piedras. Ella tomó esta decisión porque, cuando estuvo de misionera -a sus 17 años, en el verano de 1982, en Venezuela-, se dio cuenta de la ventaja de ser políglota. Además, ella quería ser comunicadora religiosa.

No fue hasta que tomó como electiva una clase de actuación con Jaime Montilla, en la UPR, que la joven se decidió por el teatro y cambió su concentración. Y, aunque le gustaba ser actriz, dice no tener buena memoria, por lo que se dedicó a escribir y dirigir. Rayza, quien admira a todos sus maestros porque de todos ha aprendido, siente predilección por el dramaturgo realista Henrik Ibsen, Padre del teatro moderno.
Conforme ella misma ha catalogado, como escritora desarrolla tres tipos de teatro: teatro de comunicación religiosa, de búsqueda por lo auténtico espiritual del ser humano, de estética experimental; teatro social, de estética realista y crítica saludable -donde, a veces, hay propuesta y, a veces, observaciones-; y teatro de iglesia, con dos líneas: una evangelista y otra didáctica.
Su libro “Selfies boricuas”, el cual comprende su obra del mismo nombre, pertenece al estilo ‘realismo-cómico’, un término que ella acuñó. “Selfies boricuas” comprende una serie de obras cortas que pueden funcionar juntas (como una sola obra de teatro) o separadas (como muchas piezas de teatro cortas). Esto hace que su producto sea muy atractivo para todo tipo de público. Cuando las obras se hacen juntas, se entrelazan por los selfies que los personajes se toman al final de cada pieza. Y, de ahí, toma el título este trabajo creativo.
“Me encanta el realismo, me encanta la comedia. Hay que hablar cosas directas, con la crudeza del día, pero hay que anestesiarlas un poco. Quiero tocar al público de hoy y ese público agradece la comedia”, menciona Rayza. “Los dramaturgos puertorriqueños Pedro Rodiz y Jorge González son los que más usan esta fórmula que yo defino como ‘realismo-cómico’, aunque ellos no le hayan puesto nombre: Pedro, con ‘Cualquier martes ceno en París’; y Jorge, con ‘Los coyotes’ y ‘El mediocre’. Ellos son quienes más trabajan el ‘realismo-cómico’ en Puerto Rico. Por supuesto, tienen precursores. Por ejemplo, Myrna Casas con ‘No todas lo tienen’ y José Luis Ramos Escobar con ‘El olor del pop corn’. Roberto Ramos-Perea y Adriana Pantoja desarrollan el ‘realismo-cómico’ en negativo. Ellos escriben comedia y le ponen momentos serios. Uno de estos ejemplos es la obra ‘Gatagarata’, de Pantoja, donde la autora ya lo dice en el mismo título: ‘comedia seria’. Pero a mí me gusta hacer reír. A la vez, tengo un compromiso bien fuerte con la verdad y un compromiso social. Esta fórmula ayuda a que las dos cosas fluyan. Saco las situaciones de la vida real, con mirada humanista. Una de las obras cortas que componen ‘Selfies boricuas’ es ‘Que me entierren con el agua hasta el cuello’; y fue inspirada en la costumbre de embalsamar muertos en una forma fuera de lo común, iniciada en Puerto Rico por el famoso caso del ‘muerto parao’. En el caso de mi obra, la muerta estableció que deseaba ser velada en una pecera”.

El libro de Vidal, “Selfies boricuas”, obtuvo una mención de honor en el concurso del PEN de Puerto Rico Internacional 2015, cuya entrega de premios se dio en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, el pasado diciembre. El Premio Nacional lo obtuvo Jorge González con el libro “Los coyotes”. Adriana Pantoja obtuvo, igualmente, mención de honor por su libreto de estreno “Dentro del sueño”.
Para Rayza, esta mención no fue una sorpresa, ya que el Instituto de Cultura Puertorriqueña le otorgó otra mención durante el Certamen de Dramaturgia Nacional, por el libreto de “Selfies”. “Estos premios significan mucho, validan el trabajo que hago sin grandes pretensiones. Mis obras son sencillas, pero comprometidas, hechas con mucho respeto. Los premios afirman a una como dramaturga. Por el lado pragmático, los libros premiados son más recomendados cuando un lector pregunta por ellos en una librería”.

El Ateneo Puertorriqueño y el Instituto de Cultura Puertorriqueña han premiado cuatro de las obras de Rayza Vidal: “Los vendados” (1991), “Premorir” (1999), “Tierra firme” (2004) y, como se mencionara anteriormente, “Realismo cómico o selfies boricuas” (2015). La dramaturga tiene, además, un repertorio de más de 30 piezas de teatro de iglesia, bajo los géneros de teatro breve, “sketchs” y pantomimas. Por otra parte, Vidal publicó un libro de microcuentos, “Brevísimos para la elegancia” (2012) y se inició en la literatura de tradición sapiencial con el librillo “Proverbios en boricua” (2014). Tiene una autobiografía inédita, “Más que náufraga, soy barro” (1995), en la que narra su experiencia misionera a bordo del barco M.V. Logos y su naufragio en 1988. En 2005, escribió y dirigió la miniserie de televisión ‘La casa del terror’; y, en 2007, escribió el guión “Dios habla y yo obedezco”. Además, ha publicado artículos de crítica literaria en torno al teatro puertorriqueño en varias revistas y periódicos del País y también en España.
Rayza Vidal posee una Maestría en Estudios Hispánicos y un Doctorado en Literatura Puertorriqueña, ambos de la Universidad de Puerto Rico, en Río Piedras. “Escogí el teatro de Luisa Capetillo para mi tesis doctoral porque, como ella, soy arecibeña y mujer. Era mi deber tomar esta figura cuyo teatro estaba subestimado porque apenas se conoce. Entiendo que soy la primera que hago una tesis doctoral centrada totalmente en Luisa Capetillo. Ella era más sutil de lo que pensamos. Era también radical, pero desarrolló una herramienta que incluye sutileza. Su propuesta teatral es definida como ‘modernismo obrero’ en dramaturgia. Tenía rasgos de mujer moderna y diseñó las coordenadas del modernismo obrero. Yo reconstruí un poco el mito en torno a Luisa Capetillo. A ella la guiaba un espíritu de equidad y humanismo, más que otra cosa. Esto estaba conectado a las ideas espiritistas que era lo que a ella le provocaban fe en el ser humano y en la utopía. Su proyecto es holístico: se integra a la política y al ser humano, más allá del feminismo, sin género, sin sexo. Ella creía que una mujer podía reencarnar en un hombre y viceversa, por eso lo digo”, especificó la también profesora de teatro.
