Por Rafael Vega Curry
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Un cuarteto de saxofones es una formación con un enorme potencial para la expresividad, el drama, el color tonal y las aventuras armónicas. Así lo han demostrado agrupaciones como el World Saxophone Quartet, ROVA Saxophone Quartet, el grupo de Julius Hemphill y, aquí en Puerto Rico, la banda Puerto Sax.

En esa tradición –que probablemente no es muy abundante pero sí rica en sonoridad- se inscribe el álbum “La música de Puerto Rico”, del grupo Metro Sax, liderado por el saxofonista (alto y soprano) y profesor de la Universidad Interamericana José Roberto Jiménez. Al veterano músico –quien tocó con grandes orquestas como las de Tito Rodríguez y Tito Puente- se le unen aquí su exestudiantes Iván Pérez (saxo alto), Richard Colón (tenor) y Gionell Rivera (barítono), así como el profesor Arnaldo Rivera en percusión.
Más que los solos, este tipo de formación suele privilegiar el sonido de grupo (“ensemble”) y los arreglos, y esta grabación no es la excepción. La cuidadosa entonación y fina orquestación sobresalen sobre todo en el primer tema, “Margarita”, de Manuel G. Tavárez, y en el último, “Amada mía”, composición de José Nogueras inmortalizada por Cheo Feliciano. En ambos, el brillo sonoro de los cuatro saxofones se luce a sus anchas.
En las restantes nueve piezas, el uso de percusión modifica sutilmente el concepto de cuarteto de saxofones, para llevarlo a un terreno que podría calificarse como más comercial. De hecho, los arreglos mantienen un buen balance entre la complejidad que estimula el intelecto en este tipo de grabaciones y la accesibilidad que abre espacios a públicos más amplios.
Haciendo honor al título del disco, se destacan cuatro mosaicos, de composiciones de Bobby Capó, Pedro Flores, Rafael Hernández y Sylvia Rexach. Fluctuando entre la guaracha, la guajira y el bolero, estos cuatro popurríes destacan la belleza inmortal de temas como “Piel canela”, “Obsesión”, “Perfume de gardenias” y otras de las composiciones fundamentales de nuestro cancionero popular.
Mención aparte merece la versión de “La esencia del guaguancó”, escrito por Catalino “Tite” Curet Alonso y uno de los grandes “himnos” de la salsa, manejado hábilmente aquí con los saxofones ocupando el lugar del sonero. Jiménez, el líder de la agrupación, hace su aportación propia con su lograda composición “Aguinaldo doliente”.
“La música de Puerto Rico” es una meritoria producción propia, con buen sonido y excelente presentación. Resulta además muy satisfactorio comprobar que jóvenes músicos boricuas tienen el empresarismo –por usar un vocablo de moda- para acometer este tipo de proyectos, de la mano de un respetado profesor. A la misma vez, resulta casi inevitable preguntarse cómo hubiera sido este disco a puro saxofón, sin apoyos percusivos de clase alguna, lo que quizás hubiera reforzado el sentido de aventura y riesgo que caracteriza esta clase de propuesta tan cercana al jazz… talento tienen para hacerlo exitosamente. ¿Tal vez en su segundo álbum?