Por Joselo Arroyo
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Jorge Díaz fue un dramaturgo chileno, nacido en Argentina, de padres españoles. Vivió en Chile desde los tres hasta los 35 años. A partir de 1965, residió en España, regresando a Santiago de Chile en 1993 para recibir el premio nacional de teatro y permanecer allí hasta su muerte, en 2007. Entre su centenar de obras, una de las más difundidas es “El cepillo de dientes”, también conocida como “La comedia del amor”, escrita en 1960.

Después de 26 años, regresa al Centro de Bellas Artes, de Santurce, el matrimonio que hizo historia en “La comedia del amor”. Producida por la compañía Teatro de la Comedia, la obra es protagonizada por Jorge Luis Ramos y Roxana Badillo, los mismos actores que, en su estreno de 1990, encarnaron a ‘Él’ y a ‘Ella’ -nombres de los personajes, para que todos puedan identificarse con ellos-. Esta pieza, clasificada como Teatro del Absurdo, explora y se adentra en la parte ilógica del mundo y del comportamiento del ser humano. Presenta, de una manera muy divertida, lecciones necesarias para “vivir” o, más bien, “sobrevivir” en un matrimonio. El texto presenta a una pareja casada y los juegos y fantasías de éstos para evitar la monotonía y hacerlo todo más divertido. Ellos -Él y Ella- pretenden ser otros, creando diferentes personajes de quienes pueden enamorarse o pueden seducir, cambiando personalidades en cualquier instante. Finalmente, la risa es la que salva a este matrimonio y, posiblemente, a cualquiera.
La interesante y funcional escenografía de Félix Vega, logró ambientar la casa de este peculiar matrimonio. Una mesa de comedor, una sala de estar y otra que podría ser un “family room” o segunda sala son elementos que delimitaban el espacio de la casa. Un mural con vista de campo acompañaba a pilas de revistas y periódicos viejos que estaban por todas partes. La iluminación -creación de Rafael Acevedo y realizada por Luis Jiménez- complementó con luz el espacio. Enfatizó las áreas de actuación con acierto y también realzó los simbolismos en el montaje.

Gloria Sáez presentó un vestuario colorido, simbólico y eficaz, reafirmando así la necesidad de un diseño en cualquier puesta de teatro. Sus propuestas de vestuario que, de manera sosa, pudieron ser compradas en tiendas, aquí fueron conceptualizadas para lograr un resultado altamente teatral y específico para cada personaje. La utilería, en su punto, se integró de manera orgánica. La misma fue responsabilidad de Annabelle Rodríguez y Gina Figueroa, quienes también estuvieron a cargo de los movimientos del mobiliario para denotar cambios de perspectiva, de vista, de inicios de juegos o, también, su final. Karen Swart aportó el indicado asesoramiento coreográfico de la pieza, momentos muy disfrutados por los presentes. El trabajo altamente depurado de dirección de Rafael Acevedo apostó a la teatralidad. Llevó a sus personajes de manera tan fluida que, incluso, compartieron e interactuaron con el público, al punto de llevarlos hasta el escenario. A su vez, logró un manejo indicado de composiciones que podían ser disfrutadas desde cualquier gradería.
El banquete histriónico que ofrecieron Jorge Luis Ramos y Roxana Badillo al público que se presentó la noche del pasado sábado, en la sala Carlos Marichal, en sus personajes de Él y Ella, fue digno de una clase magistral: una de las mejores cartas del montaje. El domino de personaje, la capacidad actoral, los recursos, la picardía, el ritmo, la complicidad… Era indudable la conexión que estos dos grandes artistas tienen entre sí, lo cual utilizaron a su favor.
Todo lo mencionado redunda en un proyecto altamente conceptual e integral en todos los departamentos. En tiempos en los que el exceso de palabras soeces parece ser la razón más fuerte para lograr risas, “La comedia del Amor” o “El cepillo de dientes” regresa para aclarar lo contrario: para que funcione y provoque risas en su público, un buen texto cómico tiene muchos más recursos que una “mala palabra”. ¡Bravo!