Por Gabriela Ortiz Díaz
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Hacer una crónica sobre la presentación de un libro que despliega una crónica es como narrar sobre lo narrado. No importa la redundancia si consideramos que la historia que quiso resaltar el joven cronista Joel Cintrón Arbasetti fue la de “cómo este espacio sintetiza todo un (bagaje histórico) que ya tiene por lo menos tres generaciones que hemos vivido los show de punk, hardcore o de los diferentes subgéneros del underground. Yo entendí que este espacio recoge todo eso y que ha sido el lugar más fijo o el que más se ha mantenido”.

La crónica referida se titula “El Local” y pertenece a la recién reinaugurada Serie Literatura Hoy creada por la Editorial del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP). El espacio avivado a través de la pluma de Joel: El Local, un lugar de Santurce que es “un bar, un club musical, un teatro, un cabaret, un cine, una minidisco, una galería o un sitio para cantar karaoke o jugar ping pong, todo depende del día”, como bien se detalla en el libro.
El pasado miércoles 27, luego de tener que posponerlo a causa del apagón masivo que azotó el País la semana anterior, se realizó un conversatorio sobre esta nueva crónica dentro del mismo lugar que pretendió visibilizar el cronista.
Reitero, entonces, que la redundancia radica en mi intención de recoger en este escrito lo que allí se discutió ese miércoles por la noche sobre el novel proyecto de Cintrón Arbasetti. Es como si, para este ejercicio, me basara en la metacrónica; como si mis líneas fueran un intento de aglomerar las declaraciones del autor, las impresiones del público lector – que es el mismo que frecuenta El Local – y la imagen que, desde que entras, expresa el propio edificio santurcino, aledaño a la avenida Fernández Juncos.
Durante la presentación, el también periodista ofreció la definición que le otorga al género de la crónica: “Crónica, género de no ficción en la que se supone que quien escriba tenga un compromiso con narrar la verdad… El único compromiso que yo tengo con la crónica es que haya visto realmente todo lo que escriba…”.
“Una de las preocupaciones que yo siempre tenía al venir aquí (frecuentaba El local antes del proyecto del ICP) era el tema de la documentación, de que las cosas que pasan aquí no tienen una buena documentación; salen de vez en cuando en la prensa por alguna casualidad. No había nada que recogiera todo o que tratara de recoger de una forma más abarcadora la escena, excepto un documental que se llama precisamente ‘La escena’ y una tesis doctoral sin publicar”, argumentó Cintrón Arbasetti sobre uno de los propósito de esta crónica periodística.

Asimismo, quiso plasmar en su libro: la lucha que tienen las bandas de estos subgéneros underground para encontrar un espacio en el cual estas manifestaciones culturales se den de forma segura y constante, la historia del lugar, y el trasfondo de la escena de música independiente en Puerto Rico.
Tal como describe Joel en las primeras páginas de esta crónica, el lugar está insertado en un Santurce renacido y languidecido a la vez. Paredes con grafitis y murales, calles oscuras, casas con rejas, cunetas con aguas estancadas, un carro abandonado, acompañan las inmediaciones de este punto de encuentro invisibilizado, pero lleno de vida.
Vuelvo a mi narración:
Subo unos cuentos escalones y me topo con la personalidad de El Local, la misma que describe el joven cronista en su relato: “unas pinturas cubren todo hasta el techo con tentáculos y monstruos circulares como células cancerosas que parecen moverse; la luz es suave, de lámpara de dormitorio; el aire es hogareño; hay dos estanterías con puertas de cristal repletas de memorabilia pop, una sala amplia con sofás y butacas, y una vellonera llena de discos de bandas locales”. También, hay un cuarto pequeño con una máquina de casino, y una sala para shows del tamaño de una marquesina.
A esa descripción se le añade otro aspecto de la personalidad del lugar: la gente. Los compañeros que fueron a la presentación espiraban un aire de hermandad. Allí casi todos se conocían, casi todos fueron a recibir con manos abiertas ese libro que ha guardado entre sus páginas la realidad del centro cultural que han adoptado como hogar.
Los integrantes del público agradecieron al “El Local” por rescatar a través de sus páginas ese punto de reunión juvenil, por colocarlo dentro de un momento histórico de Puerto Rico, y por aportar al reconocimiento y permanencia del “centro de la música subterráneo dentro del área metro”.
“Santurce tuvo un pasado con mucho esplendor, tuvo su periodo (de recesión), y ahora está siendo rescatado por los artistas…”, comentó uno de los fieles visitantes de El Local que se había sentado en el piso durante el conversatorio.

“Yo trato de conectar El Local con lo que es Santurce, con lo que pasaba antes y con todas las transformaciones que ha tenido. En estas paredes todavía están las huellas de lo que fue el sitio, de los diferentes usos que tuvo”, continuó Cintrón Arbasetti.
Algunas técnicas narrativas de ‘El Local’ –
¿Cómo te ubicas dentro de esta crónica? ¿Qué es El Local para ti?, pregunté como integrante del conversatorio del miércoles.
“Yo lo presento, soy como un ojo, un guía o una cámara. Después que entro (a la narración) me pierdo y reaparezco en bien pocos momentos. No soy protagonista porque quería que el sitio fuera el punto principal”.
En el ejercicio de redactar una crónica, Joel Cintrón apunta detalles específicos que va presenciando, pero hay mucho de memoria. Sin embargo, “no me gusta partir solamente de la memoria o de lo íntimo, tiene que estar presente la documentación”.
“Cuando yo pensaba que había terminado de escribir la crónica me di cuenta de que me hacía falta una escena de un buen show. La escena que abre el libro en realidad fue lo último que vi”, comentó Joel para que los presentes supieran que su narración relata diferentes escenas, diferentes pequeñas crónicas o momentos que va captando cuan cámara de cine.
En fin, ‘El Local’ se inclina más a la crónica periodística ya que se basa en la documentación, en las entrevistas que hizo a los visitantes que frecuentan ese lugar y en las reseñas de diferentes momentos y espectáculos que ha vivido ahí. En la parte de la documentación, se incluye una entrevista con la dueña del edificio completo, “la casera del sitio, una señora de 80 años vecina del área. En esa entrevista, no solo me habló del espacio y de lo que era antes, desde los años 50, sino que me habló también de Santurce”.
El Local cabe dentro del ICP
En el conversatorio no se hizo esperar el reclamo de la importancia que tiene el lugar como una manifestación cultural viva en Puerto Rico, y de que se considere como tal. La Editorial del Instituto de Cultura Puertorriqueña, al darle esta oportunidad a Joel, reconoce la diversidad de manifestaciones culturales que conforman una cultura general.
“Algo que me parece interesante de publicar este libro en la Editorial del ICP es que, por lo general, la academia y el mundo literario no consideran estas manifestaciones culturales como partes de la cultura puertorriqueña. Publicarlo en esta editorial es un buen paso porque, muchas veces, cuando hay una crítica hacia estos espacios culturales, lo que se contrapone como cultura puertorriqueña en realidad es una que también fue construida desde el estado y el poder, pero se tiende a considerar más legítima simplemente porque es lo puertorriqueño”.
“La intención de esta crónica no es reivindicar El Local como algo puertorriqueño, pero sí decir simplemente que existe y lograr que en este lugar se den otras dinámicas culturales que permitan que existan todas las bandas posibles, que por lo general no tienen cabida en la prensa ni en las instituciones del país”, concluyó esperanzado el joven cronista. El conversatorio también llegaba a su fin.