Por Rafael Vega Curry
Fundación Nacional para la Cultura Popular
Los golpes de la vida no amilanan para nada a Giovanni Hidalgo. El percusionista, a quien muchos consideran el mejor conguero del mundo, tendrá que abstenerse de tocar el instrumento que ama por lo menos hasta el otoño de 2017, a causa de complicaciones derivadas de su condición de diabetes. Pero ello no implica, en absoluto, que se mantenga inactivo o que la sonrisa se borre de su rostro.

De hecho, tan activo se encuentra que tiene hasta 15 nuevas producciones discográficas en agenda, una de las cuales estará lista para comienzos del año próximo y dos más ya están casi completadas. Además, mantiene un itinerario de presentaciones personales –aunque menos intenso- en las que toca los timbales de la misma manera deslumbrante en la que suele tocar las congas.
Fue tras el marco de una de dichas presentaciones –el concierto con el que su amigo de toda la vida, el trompetista y productor Humberto Ramírez celebró sus 25 años en el jazz, en el Teatro Tapia de San Juan- que la Fundación Nacional para la Cultura Popular tuvo oportunidad de entrevistarlo.
Percusionista desde niño
“Tengo 52 años ahora y sigo como si tuviera tres”, manifiesta “Mañenguito”, quien nació el mismo día del asesinato del presidente John F. Kennedy, el 22 de noviembre de 1963. “De hecho, estoy tocando desde los tres años”.
El músico guarda cálidos recuerdos de su niñez, que transcurrió entre la calle San Sebastián del Viejo San Juan -específicamente en el número 112- y la calle Lealtad, en la parada 15 en Santurce.
“La vena musical viene por mi abuela paterna, Luisa Maisonet Marrero, ‘Luisa la cubana’, quien nació en Cuba pero vino a Puerto Rico desde muy pequeña, a los cinco o seis años de edad. Ella era bailarina. También viene por papi (el legendario percusionista José “Mañengue” Hidalgo), claro, y por mi abuelo de crianza, Nando. Él era bongosero y siempre le decía a mi abuela, ‘Luisa, el nene va a tocar’. Ella le respondía, ‘Ay mijo, si ese es un nenito’. Pero él me ponía a tocar los paseos de las danzas en el timbal, con un llavero que tenía veintipico de llaves, nunca se me olvida. Éramos pobres, no teníamos un ‘snare drum’ y batería menos. El timbal era prestado, de Humberto Morales. Pero con las llaves encima del cuero del timbal hacíamos el efecto del ‘snare’, el redoble del paseo de las danzas”.

De la necesidad, ciertamente, nace el ingenio. Muchos años después, esa maña adquirida le permitió participar en una grabación a la que había sido invitado, pero al llegar descubrió que habían olvidado los instrumentos de percusión. “No hay problema”, recuerda Hidalgo que dijo en aquel momento. “Vamos a ver qué hay por aquí”. Con una botella de agua hizo un güiro y con un envase de estaño lleno de monedas un platillo, entre otros instrumentos improvisados.
Su abuelo, Manolo “Cagüitas” Hidalgo, también tocaba la guitarra. “Yo me crié con toda esa amalgama”, subraya el percusionista. Su otro abuelo, Vicente Journet, era de Toulouse, Francia, alto y de ojos verdes, según lo describe Hidalgo.
Para completar las conexiones familiares que dieron alas a su niñez y juventud, Penchi García, hijo de su madre de crianza Carmen Julia Ortiz, lideraba una orquesta. En ella no solo tocaba su padre, “Mañengue” Hidalgo, sino también el padre de Humberto Ramírez, Humberto Ramírez Sr., a quien apodaban “el Ministro”, en la sección de saxofones. La estrecha amistad entre ambos músicos, cimentada por el hecho de que ambas familias vivían en San Juan (los Ramírez en la calle Sol y los Hidalgo en la San Sebastián) se extendió a sus hijos. “Humberto Ramírez y yo somos amigos prácticamente desde que tenemos un año. Todavía tengo una postalita con una foto de Humberto cuando cumplió su primer año de edad”, asegura sonriente Hidalgo.
La familia sigue siendo de capital importancia para él, independientemente de los frecuentes viajes que lo llevan por todo el planeta. Hidalgo se refiere con cariño a su hijo Giovanni Ianmanuel, a su nieta Gianna Yesenia y a sus dos hijos de crianza, Xiomara Agosto y Michael Giovanni Agosto, quienes ya son todos adultos. “Si tengo que criarlos de nuevo, los crío”, sostiene el músico, quien reside en la zona de Poinciana (Kissimmee), Florida, hace ya 20 años.
Su mayor satisfacción
Giovanni Hidalgo ha tocado o grabado con múltiples luminarias del jazz o la música latina, incluyendo a Eddie y Charlie Palmieri, Batacumbele –grupo del cual fue miembro fundador-, Art Blakey, McCoy Tyner, Cándido Camero, Carlos “Patato” Valdés y muchos más.
La lista de músicos que admira es igualmente extensa y no se limita a percusionistas. Según ha manifestado, entre los músicos que lo han inspirado se encuentran trompetistas como Clifford Brown, Kenny Dorham y Chet Baker; guitarristas como Charlie Byrd, Joe Pass y Wes Montgomery; percusionistas como Elvin Jones y violinistas como Jean-Luc Ponty. Todo ello sin olvidar a puertorriqueños cuasi-legendarios como Juancito Torres, Charlie Rodríguez y Monchito Muñoz.
También recuerda con afecto su participación en los grupos Planet Drum y The Global Drum Project, ambos liderados por el percusionista Mickey Hart y con quienes ganó sendos premios Grammy en 1991 y 2008. “Estas son cosas por las que hay que darle gracias a papá Dios siempre”, expresa.

Sin embargo, cuando se le pregunta cuál ha sido la experiencia que más satisfacción le ha brindado, responde sin dudar por un momento la oportunidad de tener a leyendas como Dizzy Gillespie y Paquito D’Rivera en su primera grabación como líder, “Villa Hidalgo”, de 1992. “Yo digo, ‘Dios mío, gracias’ por haber poderlos tenido”.
Codearse con los grandes no solo le ha brindado lecciones musicales, sino también de vida. “Así soy y así seguiré, humilde y respetuoso hacia los demás. Hay artistas muy buenos, otros que son regulares, otros son centristas, por llamarlo así, no quiero hablar mal de ninguno de ellos. Pero hay artistas que uno los conoce y con su primera expresión te destrozan el corazón. ¿Cómo pueden hacer eso? Somos humanos, yo soy tan humano como tú o como cualquier otro ser de la tierra. He conocido gente nefasta, que terminaron robándome, pero allá ellos con su karma. Eso es oficial”.
“Yo siempre digo, ‘Dios me dio este don. Yo no soy el mejor conguero del mundo, pero toco con amor. Yo me estudio yo mismo, siempre”, buscando constantemente ser mejor.
Quebranto de salud
Desde diciembre pasado, Hidalgo ha reducido considerablemente su agenda de trabajo y viajes, a fin de recuperarse de las complicaciones de salud que ha experimentado a causa de la diabetes tipo 2 que padece. “Para el verano o el otoño de 2017, espero estar bien curaíto y al día. Quizá hasta las Navidades, porque esto es un descansito también. Por ahora no puedo tocar el bongó o la conga, a la que respeto y es mi pasión. Pero me gusta el timbal, la batería, el batá, el djembe. Voy a seguir grabando y haciendo cosas, con percusión menor, por ejemplo”.

En cuanto a tratamientos médicos, prefiere los naturales. “Me bebo mis medicinas, voy por lo natural, hojas que te ayudan a bajar el azúcar del cuerpo. No bebo refrescos ni cerveza, quizá un vinito. Tomo más agua. Lo natural es lo que es. Y la medicina viene de lo botánico natural. Hay doctores buenísimos, de corazón y vocación, pero hay otros más que rechazan lo natural”. De hecho, uno de sus médicos le llegó a recomendar la amputación de dedos de sus manos. “¿Cómo me van a venir a hablar de eso, en lugar de hablar de mejorar y expulsar (todo lo negativo) de tu cuerpo? ¿Dónde están las opciones?”.
Como parte de su tratamiento, asegura, descubrió que “después de Puerto Rico, en Japón (están los mejores médicos), en términos de medicinas y comportamientos, sin faltarle el respeto a ninguno en ningún otro país”.
Sus nuevos proyectos
Al preguntarle a Hidalgo qué le falta por realizar en la vida, responde “lo que Dios todopoderoso mande para mí, al tiempo que Él quiera”.
Su proyecto más inmediato es la publicación de un nuevo disco al que solo le falta la masterización y que debe estar listo para comienzos de 2017. “Es un tributo a Tito Puente, llamado ‘Tribute to the King’, interpretando sus números”. En el mismo participan otros grandes percusionistas como Joe Madera, Johnny “Dandy” Rodríguez, Anthony Carrillo y David Rosado Cuba.
El propio Tito Puente, de hecho, iba a participar originalmente en la grabación. “Lo hablé con él hace 18 años. Él me dijo, ‘yo voy a estar ahí para ayudarte, déjame salir del berenjenal este del hospital, que ya me tiene cansado’”. La muerte del maestro timbalero, en mayo de 2000, tronchó los planes.
“Después de ese disco, tengo otro más que se llama ‘Tribute to the Jazz Masters’, con música de Mongo Santamaría, Tito Puente, Cándido, Rahsaan Roland Kirk y Hubert Laws. Y el tercero, con mi grupo Atlanti, que se llama así porque somos todos del Atlántico. Es un sexteto al estilo Herbie Hancock-Chick Corea-John McLaughlin”.
“Tengo 15 producciones pendientes por sacar pero voy a empezar con esos tres. Y otros que tengo con Millo Torres. Espero que les gusten”.
“Yo siempre me guío por este pensamiento: mañana es un día más fructífero”.