Por Joselo Arroyo
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
La comedia de Willy Russell, “One for the Road” -publicada en la década de los ochenta- es una historia divertida a la vez que amarga, que nos habla de una gran crisis. En este caso, no de la económica, sino de otra, quizás de peor solución: la edad. Es la crisis que se puede sentir al darse cuenta de la vida no es, ni por casualidad, la que se había soñado.

Russell, afamado escritor y compositor inglés, ha ganado premios por sus obras “Educando a Rita”, “Blood Brothers” y “Shirley Valentine”, entre otras. Hoy, décadas después, demostrando su vigencia y pertinencia nos llega “Me soplaron la velita”, una divertida pieza basada en su obra “One for the Road”.
Al celebrar sus 55 años, el mundo de “Rafa” se desmorona. Su vida sedentaria, con mujer, hijos y casa de clase media acomodada, no cumple con las expectativas de sus ambiciones. No obstante, su esposa “Laura” decide celebrarle el cumpleaños en compañía de sus peculiares vecinos y amigos “Janet” y “Reynaldo”. Esto, sin duda -y ayudado por mucho vino-, propicia que se suscite todo tipo de situaciones, desde la hipocresía social, hasta las frivolidades, falsas apariencias, infidelidades, prejuicios, vandalismo vecinal y frustraciones personales, todo en un hilarante torbellino que provoca el amplio disfrute de los presentes.

Con casa llena, la función del pasado domingo 21 de agosto, en el Teatro Tapia, en el Viejo San Juan, logró ofrecer un espectáculo teatral integrado en todos sus departamentos y divertido a más no poder, comandado todo por su director Gilberto Valenzuela. Valenzuela, quien también fue el diseñador de escenografía -construida por Raúl Cátala-, nos ofrece una casa -sala/comedor/cocina/“family room”- de urbanización de clase media, distribuida de forma más que eficiente, funcional y estética. Proveía distintas áreas de acción, todas ambientadas puntillosamente al detalle por Maria Sofía de la Cruz. Así mismo resultan los departamentos de vestuario y maquillaje, ejecutados por Alba Kercadó e Ivette Colón, respectivamente. Ambas, con indudable atino, pincelaron la apariencia de los personajes, brindándoles de detalles únicos y pertinentes a sus caracterizaciones. Sencillamente lo que usaba uno, no lo podía usar el otro, pues sus imágenes integraban muy bien con lo que debía ser cada cual, llenándolos de individualidad, simbolismos y simpatía.
La acertada propuesta del director, se encarga de mover graciosa y orgánicamente, con armonía y ritmo, a estos cuatro personajes. Se apreciaron secuencias en donde ocurrían acciones simultáneas, pero ninguna entorpecía de ningún modo a la otra. También es notable el trabajo de mesa que definió oportunamente cada actor para su personaje, maximizando de esta manera la comedia, la cual fue actualizada y adaptada a la realidad de Puerto Rico. De igual manera, se resalta el trabajo técnico de la pieza -responsabilidad del regidor de escena Rafa Sánchez-, pues también se integra, orgánicamente, para que todo ocurra en un plano verosímil y con precisión de reloj.

En cuanto a la oferta histriónica, se puede definir como un banquete teatral. Un elenco de primerísimas figuras disfrutan creando un trabajo refrescante, divertido y de indudable talento. Braulio Castillo, como “Rafa”, brilla con una simpatía y excelente ritmo, a pesar de la crisis y confusión por la que su personaje se encontraba a mitad de su cumpleaños número 55. Marisol Calero, en su personaje de “Laura”-esposa de “Rafa”-, deja claro nuevamente que domina y disfruta de la comedia. Logra una caracterización para el agrado de todos, de primera, mostrando a una mujer que intenta aparentar más de lo que es. René Monclova actúa como “Reynaldo”, un amigo de toda la vida de “Rafa”. Con indudable aplomo y naturalidad, aporta un personaje súper simpático, ingenioso y sometido, de alguna manera, por su esposa “Janet”, personaje interpretado por Cordelia González. Por su parte, González entrega un trabajo con indiscutible puntería, al caracterizar a un personaje de apariencia frívola, plástica y con pretensiones de alta sociedad, pero que termina descomponiéndose.
Finalizada la obra y en pleno saludo al público, la producción celebró el cumpleaños -esta vez, real- de René Monclova, con bizcocho y todo. El actor recibió la visita sorpresa de Lucecita Benítez, quien subió al escenario a cantarle su “cumpleaños feliz”. Días antes, siguiendo la línea sorpresiva en el saludo de cierre, el elenco aprovechó para sorprender al público con banderas de Puerto Rico al anunciar la victoria de Mónica Puig en las Olimpiadas de Río de Janeiro.

Sin duda, esta producción de Ivonne Class para SJ Family Entertainment, demuestra ser una de primera, dejando completamente satisfecho al público asistente, que no paraba de reír y comentar sobre la grandiosa tarde de buen teatro que habían pasado, mientras salían del Tapia aun enjugando algunas lágrimas de risa y recordando momentos de la obra.
“Me soplaron la velita” continúa en funciones en el Teatro Tapia este fin de semana. Posteriormente, se dirigen al Teatro Yagüez, en Mayagüez, desde el 17 de septiembre; y al Teatro La Perla, en Ponce, desde el 24 de septiembre. Se recomienda a todos que no se pierdan tan singular y chistoso cumpleaños.