La vida de Hiram Bithorn

Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Quizás sectores de la opinión pública del País desconocen que Hiram Bithorn fue un atleta integral que, a pesar de inmortalizar su nombre como el primer pelotero puertorriqueño que jugó en las Grandes Ligas, representó con honores a los equipos de baloncesto y volibol en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1935, contribuyendo a las medallas de bronce y plata que obtuvo la delegación boricua en El Salvador.

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Edwin Rodríguez (izquierda), primer dirigente puertorriqueño en las Grandes Ligas, junto a Jorge Fidel López, autor libro sobre la vida de Hiram Bithorn. (Foto suministrada)

Así lo revela el autor Jorge Fidel López Vélez en el libro “Sobre la vida de Hiram Bithorn”, nueve entradas completas y cinco extras ágilmente diagramadas a todo color, con imágenes históricas y un texto de lectura fácil en español, traducido al inglés.

La publicación coincide con el centenario del legendario pelotero sanjuanero, conmemorado desde el pasado 18 de marzo hasta lo que resta de 2016.

Un libro como el que el historiador López Vélez le dedica a Hiram Bithorn, fallecido trágicamente en México a los 35 años, era necesario porque, según afirma en el prólogo el maestro periodista Joaquín Martínez Rousset, “llena un vacío en la historia deportiva puertorriqueña”.

A los libros publicados en meses recientes sobre Peco González y Roberto Clemente, este apasionado fanático del béisbol suma el de Hiram Bithorn, cuyo nombre y escultura engalanan el estadio de la Ciudad Capital.

“Hiram es producto de la escuela pública; de la Luchetti, de la Central High y un atleta completo, que también práctico pista y campo. Posteriormente, en sus postrimerías, estudió para convertirse en el primer árbitro puertorriqueño en las Grandes Ligas, pero la muerte lo sorprendió”, dijo López Vélez al explicar que, a pesar de la versatilidad deportiva de Bithorn, muchos lo asociaron exclusivamente a la pelota por convertirse en el pionero de Puerto Rico en incursionar en Las Mayores y por la resonancia que su memoria recibió en 1962 cuando se inauguró el estadio a su honor en Hato Rey.

En la época de Hiram Bithorn los peloteros no ganaban mucho dinero. Esa fue una de las razones por las que, tras una brillante carrera con los Cachorros de Chicago, se enlistó en la Marina de Estados Unidos.

“A él lo llamaron inicialmente del Ejército, pero fue descalificado. A él le faltaban unos dedos del pie izquierdo que se había lesionado con una patineta en la vía del tren, pero en septiembre de 1944 se termina la temporada con los Cubs y entra como voluntario en la Marina. Eran tiempos de guerra y había muchos jugadores de Grandes Ligas en las Fuerzas Armadas y los trataban como celebridades”, explicó el autor al aclarar que Bithorn jamás fue el mismo cuando, luego de dos años, regresó a Las Mayores.

Portada del libro "Sobre la vida de Hiram Gabriel Bithorn Sosa", escrito por Jorge Fidel López Vélez.
Portada del libro “Sobre la vida de Hiram Gabriel Bithorn Sosa”, escrito por Jorge Fidel López Vélez.

En su etapa de oro, empero, Bithorn fue un fenómeno porque además de ser un temible lanzador, era un hermético defensor de la tercera base y un bateador consistente. Esas credenciales propiciaron que eventualmente el escucha Ted Norbert lo firmara.

“Norbert era un jugador que venía a Puerto Rico y lo vio y se identificó con él. En 1936 firma con el equipo finca de los Yankees y en 1938, no juega como lanzador, sino como tercera y primera base porque estaba muy adelantado”, dijo López Vélez, quien resalta en su libro que en el hogar de Bithorn imperó una cultura deportiva y que sus padres y hermanos mayores fueron determinantes en su desarrollo atlético.

En el centenario de Hiram Bithorn es inevitable recordar que Puerto Rico aún lamenta su trágica muerte en México. Murió desangrado tras recibir varios disparos en el abdomen en un extraño suceso en que estuvo involucrado con un agente de la policía, acusado, convicto y encarcelado durante 10 años.

“El propósito del libro no es hablar de su muerte, pero es parte de la investigación. El murió el 29 de diciembre en una ciudad que se llama El Mante en México. Iba de camino a la ciudad a ver a su hermana María Angélica que se había casado con un mexicano. Él manejó desde Chicago e iba a ser el padrino del hijo de María, que su nombre es David Areychaga Bithorn. Lo enterraron en una fosa común; sus pertenencias no aparecieron; hubo un policía manejando su auto; se tardaron en exhumar el cadáver hasta que pudieron traer sus restos. Fue un drama”.

A Hiram Bithorn le sobrevive un hijo, cuya madre Virginia, quien falleció hace dos años, le cambió el nombre. Pero el autor prefiere no abundar más para evitar controversias.

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El autor tiene memorabilia del pelotero en su colección. (Foto suministrada)

“Muchas veces intentamos comunicarnos con ellos, pero no están interesados en establecer contacto. Ahora lo que estamos intentando hacer a través de David, el sobrino de Hiram, que tiene como 65 años, es contactar a su nieto [Hiram III, que tenía seis meses cuando murió su padre], porque los jóvenes tienen menos ataduras”.

Mas la vida de Hiram Bithorn, al margen del drama, es heroica por su gesta en el diamante. Jorge Fidel López Vélez complementó su historia con fotos de colección, documentos personales, estadísticas, tablas de posiciones y recortes de artículos publicados por la prensa local e internacional.

La investigación para el libro “Hiram Bithorn” se prolongó durante 10 años, tiempo que dedicó a conversar con toda la familia de la estrella del béisbol, rastrear los archivos periodísticos de El Imparcial y entrevistar a figuras como Luis Rodríguez Olmo, Pantalones Santiago y cronistas deportivos como Norman Hopgood Dávila, Carlos Uriarte y Elliot Castro, entre otros.

El resultado es una crónica periodística de un irresistible sabor a pelota, con momentos de gran intensidad dramática e interés humano.

“Quise aprovechar la coyuntura del centenario. Quise que fuera en español e inglés, pensando en los puertorriqueños de la diáspora en Estados Unidos. Ya tengo varias invitaciones para presentarlo en Nueva York y Chicago, en comunidades de puertorriqueños. Mi propósito es que haya un libro en cada biblioteca de Puerto Rico. Ya estuve en la José M. Lázaro en el Recinto de Río Piedras y en el Archivo General para que futuras generaciones lo tengan como referencia”, sostuvo López Vélez, un destacado vendedor de la industria farmacéutica, cuya pasión por el béisbol es contagiosa.

El libro “Hiram Bithorn” se consigue en la Fundación Nacional para la Cultura Popular en el Viejo San Juan, en Norberto González en Río Piedras, Librería AC en Santurce, El Candil en Ponce y en Bookmart en San Patricio.

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