Por Rafael Vega Curry
Fundación Nacional para la Cultura Popular
Tras un largo periodo sin presentar composiciones nuevas, el saxofonista puertorriqueño de renombre mundial David Sánchez volvió a demostrar sobre un escenario local la fuerza expresiva de su saxofón tenor –así como la intensa interacción de su nueva banda- en la presentación de su trabajo “Carib”, el pasado domingo en el Teatro Tapia, en San Juan.
Según explicó Sánchez, esta música representa solo el primer volumen de una serie con la cual buscará explorar las afinidades de los ritmos boricuas con expresiones de otras naciones caribeñas, en este caso, Haití.
Acompañado por Luis Perdomo en el piano y el Fender Rhodes, Ricky Rodríguez en el bajo acústico y eléctrico, Lage Lund en guitarra eléctrica, Obed Calvaire en batería, Jhan Lee Aponte en barril de bomba y baile, y Mark Schwartz en percusión haitiana, Sánchez presentó un enérgico programa a lo largo de una hora y media, aproximadamente. Una pantalla colocada como trasfondo del escenario mostraba imágenes de Haití, mayormente, pero también de Puerto Rico, enfocando sobre todo las condiciones de pobreza en la vecina república.
Un suave patrón rítmico establecido por el saxofón de Sánchez dio comienzo a la velada, con el tema “La bruma”, marcado por un ágil y danzante solo de Perdomo en el teclado eléctrico y por la improvisación de Aponte en el barril de bomba. El énfasis rítmico continuó en “Waves Under Silk”, con un solo del saxofonista que fue acompañado a la perfección por la batería de Calvaire, leve y fluida, como si estuviera creando un rico follaje sobre el cual pudieran descansar las exploraciones del líder en su instrumento.
Algo similar sucedió en el tercer tema, “Espejismos”, en el que Calvaire no solo proveyó acompañamiento de primera clase para las improvisaciones de Lund en guitarra y Sánchez en el saxo tenor, sino que ejecutó un solo magistral, no solo por su fuerza, sino por sus aparentemente inagotables ideas musicales.
El elemento haitiano comenzó a sobresalir de manera más notable en “Tierra de montañas”, con el tambor de Schwartz y la interacción de la banda –sobre todo piano, bajo y batería-, que creó densas y sabrosas texturas que impulsaban a los solistas. Y se acentuó en la quinta pieza, que Sánchez no nombró, pero advirtió que se trataba de “algo completamente improvisado”. Esta fue ejecutada a trío por Sánchez, Lund y Schwartz en percusión y en la versión haitiana del didjeridú africano, una especie de flauta de bambú cuyas notas repetitivas y profundas, como para inducir un trance en la audiencia, fueron grabadas en vivo por el músico (“live sampling”) y utilizadas como pie forzado de la interpretación. Sobre este patrón rítmico, los dulces acordes de la guitarra y la hermosa melodía del saxo –exploratorio pero en calma- crearon uno de los mejores momentos de la noche.
Las últimas dos interpretaciones, que tampoco fueron identificadas, fueron probablemente las más logradas del concierto. En la primera de ellas, el saxofonista tocó un solo poderoso, con un crescendo del que la banda se hizo eco con no menos fuerza, y Perdomo ofreció una improvisación con amplísimos recursos y una digitación a la vez delicada y veloz. En esta pieza, Calvaire volvió a hacer de las suyas, con una descarga en la batería repleta de inusuales sutilezas y colores. Y en lo que probablemente constituyó una primicia mundial, Jhan Lee Aponte abandonó momentáneamente el barril –que fue ocupado por el propio David Sánchez- para ejecutar un baile de bomba… pero no al son del barril, como se suele hacer siempre, sino de la batería. Fue un momento de comunión musical entre dos tradiciones –la jazzística y la de la bomba puertorriqueña- extremadamente raro e imaginativo.
Ya en el séptimo tema, ejecutado como “encore”, Sánchez volvió a tocar otro impactante solo, mientras que Perdomo se lució improvisando a la misma vez en el piano acústico y el Fender Rhodes.
En más de una ocasión a lo largo de la noche, Sánchez recalcó que esta era la primera ocasión en que tocaban esta música, por lo cual, dijo, “estamos experimentando”. Con músicos de tan alto nivel, la excelencia está asegurada. Sin embargo, cabe suponer que a medida que las continúen interpretando, estas piezas se “abrirán” y se desarrollarán más, integrando tal vez de manera más explícita las aportaciones haitianas o incluyendo más percusión, para disfrute de los seguidores de este gran músico boricua.