Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
El pasado jueves asistimos a los estrenos de las obras cortas que estrenaban en el segundo fin de semana del Tercer Festival al Fresco, dedicado al maestro Roberto Ramos-Perea, en Broadway Dinner Theater and Lounge, de Punta Las Marías.

Esta muestra de micro teatro incluyó “En un martes cualquiera”, de Ninotchka Edeed, Keyla Ramos y Limarie Amalbert, jóvenes que se estrenan en el mundo de la dramaturgia; y “El viajecito” de la experimentada dramaturga Adriana Pantoja. La noche prometió y cumplió.
La muestra comenzó con “En un martes cualquiera”. Esperamos con intrigante emoción las obras de dramaturgos emergentes, en este caso, de tres estudiantes de Ángel Manuel García, productor del Festival. Lo que tienen que decir los jóvenes nos importa más que nunca antes y agradecemos las oportunidades que les brinda este evento.
El espacio escénico de “En un martes cualquiera” comprendía, con inteligencia, el lugar que le corresponde a las primeras filas en la sala; y el escenario, en menor escala. Un sofá de espera y unas maletas colocadas a los lados indicaban un aeropuerto. Más tarde, supimos que estaban en Puerto Rico y esperaban la llegada de sus padres, que regresaban de alguna ciudad en los Estados Unidos, aunque nunca supimos cuál.
El tema giró en torno a la familia de un veterano de la guerra Tormenta del Desierto (2 de agosto de 1990-28 de febrero de 1991); y las consecuencias de la carrera militar del padre en su esposa e hijos, con un enfoque estrictamente humano. La trama, conforme a las promociones de la producción, envolvía un asunto serio: “Sahara y Rafael llegan al aeropuerto Luis Muñoz Marín a buscar a sus padres luego que el papá sufre un accidente militar. Durante la espera, la nostalgia, la incertidumbre y los buenos recuerdos invaden sus mentes. Un viaje entre el pasado y lo desconocido que llevan a Sahara y Rafael a encontrarse con mucho más de lo que imaginan”.
Lo que sucede en la obra se revela en la medida que ocurre. De este modo, nos enteramos que Sahara es más madura que su hermano Rafael, quien padece de depresiones severas y constantes. Entendemos que la madre da indicios de una pobre salud mental; y el padre, las veces que ha estado en el hogar, ha sido amoroso con sus hijos. Sobresalen las historias de Kuwait y la guerra, llamada por el líder iraquí Sadam Husein, «la Madre de todas las batallas». Lo que verdaderamente sucede con el padre, también con la madre, aunque conocido por Sahara, no se dice abiertamente. La primera en llegar es la madre y, de inmediato, se revela que padece de demencia senil. El padre llega poco después, en un ataúd. La pieza, con la oración que define la situación emocional de la joven, la cual le da el título a la obra, concluye con un final poderoso: la realidad de una mujer joven y llena de sueños, ahora a cargo de su madre y su hermano, ambos enfermos.

La tesis y el desarrollo del discurso en esta pieza de micro teatro resultó ser de interés. No obstante, hay asuntos que pudieran desarrollarse; y quedan interrogantes. La técnica de la intriga fue muy bien usada hasta el momento en el cual entra la madre. Nos confundió la edad de la señora en relación a su diagnóstico de demencia senil. Esta enfermedad puede darse en personas más jóvenes de 65 años, aunque ese grupo significa una minoría. Mientras más joven es el paciente, más trágica es la noticia. Conocer el detalle de las edades de los personajes en momentos históricos específicos, enriquece el conflicto. Hay situaciones que se dan en las familias de veteranos contemporáneos, dignas de narrarse o mencionarse. Por otro lado, el encuentro de todos los personajes pudo ser más emocional.
Esta primera obra de Ninotchka Edeed, Keyla Ramos y Limarie Amalbert tiene méritos y mayores posibilidades. Sugerimos a las autoras que retomen el texto y lo conviertan en una obra de más duración.
Georgina Borri es una de nuestras mejores actrices y siempre da gusto verla en un escenario. De hecho, nos gustaría verla con más frecuencia. Su intervención corta como la madre de los muchachos enriqueció el montaje. Richie Velázquez y Limarie Amalbert son jóvenes actores de innegable talento. Amalbert, con sus reacciones seguras y su mirada precisa, es dueña de una natural profundidad. La dirección escénica de Ángel Mánuel, sobresalió en el trabajo con sus actores. Debió, tal vez, prestar más atención al tráfico escénico y al ritmo, justo desde el momento que entra la madre hasta el final.

Después del intermedio, comenzó “El viajecito” de Adriana Pantoja. El montaje de esta deliciosa comedia se dio en el escenario. La trama de esta obra es novedosa y muy simpática. Ocurre en el aeropuerto Luis Muñoz Marín. En un momento de ajetreo, dos maletas coinciden una al lado de la otra. Son colocadas por un maletero muy particular, que no deja de interactuar con su teléfono celular. Las maletas responden a la personalidad de sus dueños, de modo que una viaja a Barcelona y la otra a Culebra. Una está llenita de libros antiguos y la otra de artículos de belleza. En la espera, las maletas comienzan a conversar. Pero no son afines. Al principio, interactúan con cinismo, pero la poesía de Mario Benedetti las une en amor. De hecho, se encajan y no hay quien logre separarlas. De repente, llegan los dueños y, si pensábamos que las iban a separar, nos llevamos la sorpresa de la noche. Los dueños de las maletas se conocieron mientras esperaban en el aeropuerto y, asimismo, se enamoraron. De modo que todos deciden ir a Culebra y las maletas vivirán felices por siempre… esperamos que los dueños también.
“El viajecito” es una comedia sana y muy entretenida que los ciudadanos de todas las edades podemos disfrutar. Demuestra que no hay que recurrir a lo soez y lo vulgar para arrancar risas y mantener el interés de principio a fin.

La dirección de Adriana Pantoja, aparentemente sencilla, fue efectivísima. Los movimientos respondieron a la posibilidad de acción de una maleta, algo que, por absurdo, puede ser más difícil que desplazarse por todo el escenario. La directora sobresalió en la novedad de los movimientos de las maletas en el marco de dos asientos, sin otro desplazamiento; y en su trabajo con la caracterización de personajes de fantasía. La incorporación al montaje de los intérpretes de señas para sordos siempre es un acierto de Cuarzo Blanco Inc.
Omar Torres cuidó y aprovechó cada momento de su personaje maletero, en gestos, movimientos y voz: le creímos todo. Thaimy Reyes es una actriz con capacidad para la comedia, de muchos recursos y una linda voz la cual sabe aprovechar. Su maleta, que era bien “maleta”, llena de pañuelos y efectos de belleza femenina, estuvo encantadora. Reinaldo Santana jugó a la perfección su rol de maleta intelectual. Santana tiene mucho ángel escénico y una potente voz la cual también sabe utilizar.
Los intérpretes del lenguaje de señas para sordos (Jorge Santiago y Carlos Mera) hicieron su despliegue como verdaderos actores. Destacamos, en esta ocasión, el trabajo de Santiago, a quien hemos visto progresar.

Agradecemos la gestión de Cuarzo Blanco Inc. con el programa de mano. Felicitamos a Chenan Martínez (banda sonora); a Ingrid Baldera (regiduría); y a Joel García y Luis Viera (técnicos de piso). De la misma manera, felicitamos a los productores del Festival al Fresco, Ángel Manuel y Emmanuel Irizarry, de 10 ET… Entretenimiento Teatral Inc., por la acertada selección de las obras y la combinación de artistas emergentes con profesionales.
El Tercer Festival al Fresco continúa la semana que viene en Broadway Dinner Theater and Lounge, con “Monkey Business”, de Yinoelle Colón; y “Sin regreso”, de Karlos Khalil, con funciones jueves, viernes y sábado, a las 8:30pm. ¡No se lo pierdan!