Por Joselo Arroyo
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

¿Qué hacer con nuestros viejos? ¿A quién le corresponde la responsabilidad de sus cuidados? ¿Debe sacrificase un hijo para atender a sus padres cuando lo necesitan? ¿Qué puede convertirnos en mal hijos? ¿Quién lo decide? Esas son algunas de las interrogantes que salen a la luz cuando se plantea cómo proceder con las personas de la tercera edad. En una sociedad donde la prisa del día a día no deja espacio para quienes ya por cansancio van un poco más lentos, ¿qué es lo mejor que podemos hacer por los envejecientes? Es un punto de controversia en la que cada cual tiene que sacar sus propias conclusiones. Tomando esto como punto de partida, Eddie Luis Fuentes Rivera escribe y produce para Risería inc., su comedia: “La Esperanza; un asilo de ensueños”.
La pieza nos presenta a Don Justino, un simpático y gruñón viejito que, mediante conversaciones con sus hijas, finalmente accede a visitar para probar esta nueva opción de vida. En el lugar, encuentra a personajes muy peculiares, que poco a poco se van ganando su respeto, cariño y lo hacen dejar de quedarse, de gruñir y hasta de conocer el perdón. Con un desenlace no esperado, la mejor lección queda establecida. El amor lo puede todo y lo que parece el final, sencillamente es el comienzo.
Aunque con un tema controvertible, esta comedia no es ofensiva. Expone una realidad de manera jocosa y simpática, sin perder la profundidad y la emoción que conlleva. Sin duda se puede decir que la obra se trata sobre el amor, el miedo y el perdón; valores y/o sentimientos que rigen nuestro camino y en ocasiones lo detienen.
La dirección efectiva de Nelson Alvarado, mueve la acción con el ritmo esperado. Llevándonos por secuencias graciosas, enfatiza en la caracterización de los personajes ya que muy pocos de los actores tenían la edad requerida de sus personajes. También pincela aspectos mágicos de la pieza sin echar a perder el efecto necesario en el momento indicado.

Las divertidas y bien logradas actuaciones van desde lo más jocoso hasta lo más intenso y dramático. Dentro de estas se puede resaltar los desempeños de Luis Javier López Rivera, convincente con su peculiar y cascarrabias “Don Justino”, y Verónica A. Rubio, regalándonos una “Vida”, simpática y enigmática. Por su parte, Irmaris Rodríguez encarnó a una “Patria” llena de amor e intensidad, mientras Gina Figueroa como “Sol” brinda una actuación rebelde y de amoroso arrepentimiento. Uno de los aciertos mayores que disfrutara el público presente en el Teatro Tapia, en San Juan, el pasado domingo, lo fue la actuación del propio autor, Eddie Luis Fuentes Rivera como “Don Pedro”, personaje que por sus características y ocurrencias no pasaba inadvertido, logrando arrancar carcajadas entre los presentes.
Dos espacios escénicos frente al telón, que luego son retirados y dos espacios dentro del escenario que estaban establecidos todo el tiempo, componían la propuesta de escenografía. Quizás una mejor distribución escenográfica, hubiera alcanzado una mejor utilización del espacio.
Aunque la producción contaba con un programa de mano, lamentablemente no incluía la información del equipo de diseño de los distintos departamentos ni la ficha técnica con las excepciones de Arlene Marrero, quien fue asistente de producción y Neida E. Soto quien fungiera como regidora cumpliendo bien su encomienda. Se recomienda a Risería inc. para un futuro, dar crédito a todos los componentes que son necesarios para lograr la tan llamada “magia” con una obra de conciencia en cualquier escenario.