Por Joselo Arroyo
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Desde su fundación en 2015, el Círculo Puertorriqueño de Dramaturgas y Dramaturgos Siglo 21 (CPueDD21) tiene como propósito llevar la dramaturgia puertorriqueña a la comunidad para que conozca nuestro teatro, sus formas y preocupaciones. Es así como en alianza con el Colegio de Actores de Puerto Rico y el Ateneo Puertorriqueño, surge el Ciclo de Dramaturgos Puertorriqueños como parte del XXXVIII Festival de Teatro del Ateneo. A tono con la propuesta, la iniciativa está encaminada a presentar obras de teatro cortas, dirigidas por sus propios autores y actuadas por integrantes del Conservatorio de Arte Dramático del Ateneo Puertorriqueño. Por ello, el pasado domingo se presentaron a casa llena en el Teatro del Ateneo tres obras cortas de escritores puertorriqueños: “De brocha gorda” de Olga Vega, “Desierto” de Pedro Rodiz y “Chembao” de Sonny Falú.

La primera de ellas, “De brocha gorda”, establece la historia de dos hermanos que están trabajando como pintores de una casa. Dos hermanos que, como las caras de una moneda, son similares en muchos aspectos y muy distintos en otros. El texto logra un paralelismo muy real y oportuno con nuestra identidad boricua. ¿Quién está mal? ¿El que comete un error, aprende y continúa su camino con lo mejor que pueda sacar o el que prefiere seguir cometiendo el error, pero ser sincero consigo mismo? ¿Vale la pena moverte o dejar que tu vida se mueva por ti? Estas son algunas de las interrogantes que, con un lenguaje cotidiano, ocurrente y gracioso en muchos casos, los personajes intentan contestar. Y deja espacio para que el espectador también se pregunte.
Una dirección simple y efectiva con unas actuaciones muy bien logradas – a cargo de Israel Solla y Johnny Santiago Oyola- y un decorado con apenas lo esencial (no hacía falta más) complementaban esta puesta. Una pena que algunas composiciones no se disfrutaran, pues al ser a nivel de piso la escenificación, en momentos se dificultaba el contacto visual por el público presente. Sin embargo, a pesar de esto la pieza se pudo disfrutar prácticamente en su totalidad.
“Desierto”, por otro lado, pone en el tintero la eterna pregunta entre el amor o las diferencias culturales, religiosas y/o políticas. ¿Qué es más fuerte? ¿Quién gana en esta disyuntiva? Con este preámbulo, la obra presenta una historia de amor entre dos jóvenes en el Medio Oriente. Anhelos de amor, paz y libertad contrastan con demasiadas diferencias y muros. Realmente se trata de un -texto que según el propio autor establece, tiene 20 años de escrito y fue revisado para esta puesta. Aún así demuestra una madurez en su dramaturgia y nos hace mirar más allá de nuestro entorno local.
Con un gran domino del desplazamiento y la composición, el también director mueve su grupo de actores en un escenario vacío. Solo unos realces de iluminación y algún sonido de ambientación, fueron suficientes para ubicar a los presentes en el espacio y tiempo en el que se encontraban los personajes. Una interesante y efectiva propuesta de vestuario coordinada por Alexis Pedraza, establecía los bandos entre colores solidos y estampados a cuadros además de telas que oportunamente se transformaban en turbantes, en unos casos, o en “hiyab” en otros. Se destaca la participación de los jóvenes Myrnelis Flores y Christian Ruiz, quienes caracterizaron la pareja de enamorados con gran acierto y profundidad.

Finalmente, “Chembao”, nombre del personaje que da título a esta pieza, mueve a todos los personajes – casi todos femeninos – sin que él entre en ningún momento al escenario. El autor nos trae temas como el machismo, choques entre generaciones, lo correcto e incorrecto y hasta dónde está dispuesto llegar el amor de una madre. Expone problemas sociales que se sufren desde tiempos de antaño y que lamentablemente siguen vigentes en la sociedad.
Una efectiva dirección del autor, desplaza a los actores en distintos espacios tomando como punto central la casa de Doña Milla – madre de Chembao- y ayudado por la iluminación – de Ada Luz Santos – separa los espacios y los enfatiza cuando son pertinentes. Los acentos dramáticos y la musicalización en las transiciones fueron aportadas por las congas en vivo de la mano de Nelson Roberto Casillas, elemento muy acertado en la puesta. Dentro de las actuaciones bien logradas en su totalidad, se destacan: Maria del Carmen Muñiz, Carla I. Varona y Basilia L. Encarnación Siaca, como la tía, la esposa y la madre de Chembao, respectivamente. La regiduría de Thais González, logra una afortunada integración técnica de todos los elementos en las tres piezas.
En resumen, tres obras de tres autores de tres generaciones distintas. Tres voces nacionales que, a través de su dramaturgia, exponen sus preguntas, preocupaciones y las presentan de forma muy pertinente a su público. Enhorabuena a esta iniciativa del CPueDD21, AP y CAPR; esperemos que puestas escénicas como esta, vengan muchas más.