Sabrosa y deliciosa ‘Miss Piña Colada’

Por Joselo Arroyo
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Desde su estreno en 1982, la comedia “El insólito caso de Miss Piña Colada” del dramaturgo “argentirriqueño” Carlos Ferrari, siempre ha demostrado ser uno de sus estandartes mas sólidos del teatro contemporáneo. Numerosas puestas en escena – que suman cientos de funciones en varios países – avalan esta comedia favorita por todos. Su más reciente escenificación (2016) continúa afirmando que, como la bebida del mismo nombre, trasciende a través de generaciones y siempre goza con el favor del público.

Cristina Soler y Linnette Torres dan vida a "Ofelia" y "Esperancita", respectivamente. (Foto sumnistrada)
Cristina Soler y Linnette Torres traen a escena los enredos de “Ofelia” y “Esperancita”, respectivamente. (Foto sumnistrada)

La historia establece a una familia puertorriqueña de clase media, compuesta por una madre viuda, dos hijas y un hijo – todos jóvenes- y un tío, -hermano de la madre- que no da un tajo ni en defensa propia. La madre desea ser importante y ser admirada por todos, es así como por medio de una “amiga” de “alta sociedad” se entera de un certamen de belleza – “Miss Piña Colada” – y al cual identifica como la salvación para lograr su objetivo de ser admirados y reconocidos por todos. La decisión afecta a la familia hasta las más extremos consecuencias, pues los preparativos para el certamen conlleva muchos gastos de dinero, y la orden de la matriarca era conseguirlo de la manera que fuera. Esta ya disfuncional familia de valores extraños, se sumerge en una trama complicada y divertida para lograr la tan deseada corona, con consecuencias lamentables. Finalmente, no se gana la corona, ni la madre parece aprender su lección de todo esto.

Una familia y dos generaciones – propuesta básica del texto- se recombina en este montaje de forma acertada ya que el elenco está compuesto en una generación de tres grandes actores puertorriqueños queridos y respetados por su trabajo, (Cristina Soler, Linnette Torres y René Monclova) y la otra generación compuesta por sus hijos -también ya con sus carreras establecidas- (Camila Monclova, Fernando Tarrazo-Torres y Lara González-Soler). Así el director Gilberto Valenzuela logra sus dos generaciones necesarias para la comedia y todo se queda en familia. Aunque ya cada padre y madre había trabajado en las tablas con su descendencia, ciertamente los seis no habían coincidido en una misma puesta antes de esta. Lo cual sin duda resultó ser un incentivo adicional para disfrutar nuevamente de esta ya probada comedia.

Camila Monclova abordó la antítesis de la típica reina de belleza en su interpretación de "Loreley". (Foto suministrada)
Camila Monclova abordó la antítesis de la típica reina de belleza en su interpretación de “Loreley”. (Foto suministrada)

Una casa de urbanización en la década de los años 80 – diseño de Valenzuela- logra de forma acertada ambientar el entorno de esta familia y ubicar a los presentes en la época. Así mismo refleja de manera visual y graciosa la situación económica en decadencia de la peculiar familia. De igual modo el también director, logra mover sus personajes con naturalidad y comodidad por toda la casa, composiciones efectivas y dirección de interpretación, redunda en otro trabajo redondo de Gilberto. La iluminación a cargo de Héctor Negrón, también se incorpora con un colorido esperado para una comedia. Ambienta el paso del tiempo así como propicia apagones y luces de transición para facilitar los cambios necesarios. Todo logrado en ejecución acertada por la experimentada mano de la regidora Jackmarie Ortiz. EL vestuario de Alba Kercadó y el maquillaje y peluquería de Bryan Villarini, se fusionan como cómplices acertados para pincelar la estética de la época, así como la personalidad de cada personaje, logrando risas entre los presentes tan solo con ver entrar a escena a cada personaje con su indumentaria encima.

Ciertamente no se puede dejar fuera de todos los aciertos de esta puesta, un elenco talentoso y bien acoplado, es fundamental para engranar todo y lograr las carcajadas entre los presentes. A pesar que en ocasiones eran demasiadas imposibilitando escuchar a los actores. Cristina Soler, borda de manera hilarante las ocurrencias de “Ofelia”. Rene Monclova, sin mucho esfuerzo tal y como es la filosofía de vida de “Domingo” ejecuta su rol con gran dominio. Linnette Torres nos presenta una “Esperancita” ocurrente, pretenciosa y envidiosa, nuevamente la actriz demuestra su dominio en la comedia. Por su parte la nueva generación no se queda atrás, Camila Monclova nos regala una “Loreley” desganada, poco refinada y un tanto lenta, contratando abismalmente con la pretensión de ser reina de belleza. Lara Gonzáles, aborda la intelectual y luego descarriada “Abigail” con gran naturalidad y soltura. Fernando Tarrazo, nos presenta a un simpático “Nataniel” salsero, musical y de negocios nebulosos que sin duda roba “entre muchas cosas”, las risas del público.

En resumen, todos lo que se dieron cita el pasado sábado a la sala Rene Marqués -llena a capacidad- en el Centro de Bellas Artes de Santurce gozaron de una “Piña Colada” que sigue deliciosa y llena de sabor a más de 30 años de su puesta original.

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