Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Parece ser casi un niño, sin embargo, tiene más de 10 años de experiencia como actor, regidor, utilero, promotor, productor, director, maestro de teatro, zanquero, cantante, pintor, escultor y hasta DJ. Nos referimos a Omarjadhir Flores, a quien disfrutamos, recientemente, en dos de sus facetas: como director en “Los cocorocos” de Manuel Méndez Ballester, y como actor en “Testigos de la luna azul” de Adriana Pantoja.

Omarjadhir nació el 30 de abril de 1984, en Bayamón. Se graduó del Colegio San Ignacio de Loyola. Se inició con Pedro Adorno, en el grupo Agua, Sol y Sereno, donde aprendió zancos, máscaras, cabezudos y teatro callejero. Fue discípulo de Gladys Rodríguez en el Imperial Music Studio, mientras cursaba la escuela superior. Estudió en el Departamento de Drama de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Formó parte del Teatro Lírico, el Coro de la UPR y el Teatro Rodante, dirigido por Dean Zayas. Mientras era universitario, formó un grupo de teatro callejero con pintores, músicos y escritores, al cual nombró Teatro Pugilato. Perteneció al equipo de producción del Taller Dramático de WIPR, 940 AM. Fundó, junto con Raymond Gerena, la compañía de teatro En Cartelera. También ha hecho cine y televisión como actor. Al presente, trabaja en la Escuela de Bellas Artes del municipio de Bayamón, donde se desempeña como maestro desde 2006.
Entre los títulos que Omarjadhir ha dirigido, se encuentran una versión para teatro de “María” de Jorge Isaac, “Esperando a Godot” de Samuel Beckett, “Los títeres de Cachiporra” de Federico García Lorca, y una versión de la tradición oral puertorriqueña, “Los Cuentos de Juan Bobo”. Ha trabajado como actor en varias obras de teatro, entre las mismas, “Divinas palabras” de Ramón del Valle-Inclán, “La Villana de Vallecas” de Tirso de Molina y “Al garete” de Myrna Casas. Ha desempeñado roles protagónicos en obras como “Dentro del sueño”, y “Testigos de la luna azul”, ambas de la dramaturga puertorriqueña Adriana Pantoja.
Cuando, el pasado abril, lo vimos interpretar a Ito, el joven tartamudo y disléxico de “Testigos de la luna azul”, nos impresionamos muy favorablemente y nos acercamos para conversar sobre su proceso con este personaje.

“Aunque todos los personajes son un reto, nunca había tenido en mis manos algo como Ito”, nos dijo Omarjadhir con sinceridad emotiva. Flores aseguró que “es difícil lograr una tartamudez que no sea burlona”, por lo que se entregó al trabajo con respeto y seriedad. “Ito es simpático y espontáneo, no porque sea tartamudo. Esa comunidad ha sufrido mucho ‘bulling”, así que trabajarlo con seriedad era importante para mí”, concluyó.
Además de tartamudez, Ito presentaba otra condición: dislexia discalculia. El término discalculia se refiere a la incapacidad de realizar operaciones matemáticas. Esta discapacidad es poco conocida y se le considera una variación de la dislexia. Una persona con discalculia tiene un cociente intelectual normal o superior a lo normal, pero manifiesta problemas con las matemáticas, señas, y direcciones, por lo cual tiene bajo rendimiento escolar.
“Ito fue abandonado por su padre y criado por su abuela”, aclaró sobre su personaje Omarjadhir, “tiene la autoestima baja y cultiva una relación de amistad paternal con Roberto, el personaje que interpretó Víctor Alicea, quien lo ayuda a desarrollar su amor propio”.

Le preguntamos al actor si se sentía satisfecho con su trabajo, a lo que respondió: “Disfruté mucho esta obra desde el proceso de ensayos. El púbico acogió mi personaje desde su primera entrada. Ito es quien imparte el positivismo y el buen humor. Además, trabajar con Cuarzo Blanco siempre da muchas satisfacciones. Hacemos funciones inclusivas para sordos y ciegos. Y los temas de las obras son muy especiales. Por ejemplo, en ‘Testigos de la luna azul’ se expone el problema de un hombre de edad dorada, prácticamente abandonado por su hijo, algo que sucede con frecuencia. No solo se abandona a los padres mayores, también se hacen chistes donde se ridiculizan. Tenemos que darnos cuenta que vamos a envejecer, que vivir muchos años es una gran fortuna. En mi vida personal, soy muy atento con mi madre y estoy dispuesto a cuidarla cuando ella lo necesite. Si mi padre viviera, haría lo mismo por él. Los padres se convierten en hijos en algún momento de la vida. Este tema de la obra fue el que más me tocó”.
Omarjadhir comenzó a trabajar con Cuarzo Blanco en la obra “Gatagarata”, en 2014. Conforme relató, “la química” con la productora y directora, Adriana Pantoja, fue tanta, que ella le escribió un personaje en la obra “Dentro del sueño”, en 2015, y lo reclutó para la gira de lecturas dramatizadas que viaja alrededor del País.
Con brillo en los ojos, Omarjadhir confesó estar encantado con las lecturas dramatizadas: “Me gusta estar cerca del público. A mí me apasiona el teatro de la calle, los ruidos alrededor, las máscaras, las actuaciones grandes. Es un teatro rebelde, más político, más social. Me da libertad. En estos momentos hago las dos cosas, teatro de calle y teatro convencional”.

Omarjadhir Flores se dedica su tiempo libre a la música electrónica como DJ Pocket, a la fotografía, a las artes plásticas, y desea seguir explorando el mundo del cine, como actor. No descarta ampliar horizontes fuera de Puerto Rico. No obstante, entiende que todo lo que hace tiene una misión social. El polifacético artista desea poner su grano de arena para que las cosas cambien positivamente, y con estas palabras finalizó nuestra conversación: “Las personas se la pasan echando culpas. Culpan a las instituciones, a la religión, al vecino, al maestro, en fin, a todo lo que tienen delante, de los males que enfrentamos día a día. Yo se que muchas instituciones han sido poco efectivas y que existe la corrupción; no voy a ‘tirarles la toalla’. Sin embargo, creo firmemente que el cambio social comienza desde uno mismo y en el hogar. Es allí donde se forjan los valores, entre los cuaes está la educación cultural. Yo tuve en mi hogar educación cultural y me doy cuenta que no todo el mundo la tiene. A veces me siento impotente ante tanta desesperación. Echar culpas no logra los cambios. Si deseamos un verdadero cambio, hay que enfocar los esfuerzos hacia el hogar y accionar”.