Sólida producción en el Ateneo

Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

“No hay persona más sola en el mundo que la que piensa por sí misma”.
(Roberto Ramos-Perea, “Por maricón”)

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La obra está basada en hechos reales cuyos documentación fue encontrada en el Archivo General de Puerto Rico. (Foto arte Esteban Figueroa)

Ser testigos de eventos que marcan la historia es una experiencia sensacional. Pero ir a una sala de teatro para ver el montaje de un drama puertorriqueño que marca la historia por la importancia de su tema, la excelencia de su forma y la belleza de su contenido, nos reivindica. Con esas dos oraciones iniciaremos nuestros comentarios sobre el estreno mundial en el Ateneo Puertorriqueño de “Por maricón, el proceso por sodomía contra Francisco Sabat y José Colombo, San Juan, 1942”, drama histórico neo-romántico en 33 escenas, del dramaturgo puertorriqueño, Roberto Ramos Perea, dirigida por el propio autor, al cual acudimos el pasado viernes.
Este trabajo se inspira en hechos reales recién descubiertos. Por tanto, merecemos tiempo de información. Ramos-Perea se basa en la investigación del historiador César Salcedo Chirinos sobre el proceso por sodomía contra el sastre mulato puertorriqueño Francisco Sabat y el militar español José Colombo, un caso judicial prácticamente desconocido. Lo que sobresale, e indigna, es que Sabat fue, verdaderamente, convicto por homosexualidad, dado que no se comprobó en corte la supuesta sodomía. Lo que provoca ira y vergüenza es ver cuán poco han cambiado las cosas en las mentes de la mayoría. Coincidimos con el autor en el prólogo de su obra “Para la memoria anónima del orgullo gay”: “Esta guerra ha sido en extremo cruel, despiadada y criminal, sin descontarle jamás lo persecutorio, infame y burlón. Y toda ella canaliza en las esferas del poder legislativo mediante la mezquina y sucia compra de votos y prebendas para obtener la desaprobación de leyes que beneficiarían grandemente a esta comunidad”. El dramaturgo muestra irreverencia hacia la autoridad, a la cual ridiculiza en forma enaltecida. De la misma manera, pone en evidencia a los traidores, a las personas con juicios superficiales y a las acciones por venganza personal. En tal sentido, la intención del autor se escapa de la situación y se convierte en un grito de denuncia hacia todo tipo de discrimen, intolerancia, hipocresía y estupidez. Es precisamente esto, que conmueve hasta el llanto, uno de los grandes aciertos del texto, el cual sirve como homenaje a todas las personas que han sido burladas y perseguidas hasta el sol de hoy.

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Los personajes de la obra de Roberto Ramos-Perea, en 1841, son fieles a la herencia española. (Foto arte Esteban Figueroa)

Otros aciertos son el lenguaje y el derrumbe del mito de una sociedad moral por la influencia española en Puerto Rico, en el pasado, y en el presente. Los españoles siempre han sido personas que llaman a las cosas por su nombre, y si el nombre es vulgar, ese es el que lanzan. Los criollos recibieron esta herencia. El ritual moralista arropó a nuestra Isla, y a otros países, durante la fuerte influencia de la época victoriana, muy vigente, sobretodo en la segunda mitad del siglo 19. Los personajes de la obra de Roberto Ramos-Perea, en 1841, son fieles a la herencia española, todavía no adulterada. Maricón es la palabra legal, y esa y otras palabras que escandalizan al presente, por soeces, están presentes en la obra por fidelidad real. Otro de los mitos de Puerto Rico en el pasado es la unión familiar, pero eso es tema de otro costal. Lo que sí es pertinente, y risible, es que sodomitas, hombres y mujeres, acusen de sodomía al prójimo. ¡Qué poco hemos cambiado por ahí!

El prejuicio étnico racial es uno de los temas de esta obra. Lamentablemente, y aunque algunas leyes han cambiado, las personas continúan prejuiciadas. Muchas veces el prejuicio culmina en un crimen de odio. Urge la educación.

Francisco Sabat y José Colombo se conocieron en 1841, en la casa de Felipa Sierra, una ex prostituta con quien Colombo sostenía una relación. Entre los dos hombres surgió una amistad. Empezaron a intercambiar cartas, pasear por la ciudad, ir al teatro, y a encontrarse por las noches en el Morro, el cual, al parecer, era el sitio para encuentros romántico-clandestinos en San Juan. José comenzó a ir a la casa de Francisco a comer, y era agasajado con buen trato y regalos. Por exigencias de Francisco, José dejó de ir a la casa de Felipa, y la mujer, furibunda, comenzó a seguirlos sin que los hombres se dieran cuenta. Con la ayuda de una amiga, Felipa denunció a la pareja. Francisco y José fueron arrestados mientras comían en la casa de Sabat. De este momento en adelante, desfilaron las pruebas: los vieron juntos en el Morro, Sabat tenía fama de homosexual, “todo el mundo sabe que es maricona”. Dicho sea de paso, la misma fama la tenía el alcalde de San Juan, pero a ese lo dejaban en paz. Entre las pruebas, se sometieron las cartas que se intercambiaban los dos hombres. En una de esas cartas se aludía a un viaje de los amantes a Brasil. Para el ejército español, esa carta era prueba de deserción, por lo que se añadió una sentencia militar a la civil. José Colombo fue condenado a ocho años de presidio por deserción militar. Por el mismo delito, se le adjudicaron seis años a Sabat. El juicio contra sodomía añadió cuatro años más de condena para Sabat. Hubo un juicio de apelación, pero no modificó la sentencia. El 30 de marzo de 1851, se publicó un indulto para Sabat. El gobierno le perdonaba cuatro años. Pero como Ricardo había cumplido los 10 años de condena, el indulto se hizo inoficioso.

Como datos pertinentes, informaremos, que la ley contra la sodomía en Brasil fue derogada en 1940, y muchos homosexuales consideraban como destino el país sudamericano. En Puerto Rico, la ley contra la sodomía se derogó en 2005. Al presente, la ley todavía impera en tres estados de la unión norteamericana.

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La mayoría de los actores de “Por maricón”, pertenecen a la Compañía del Conservatorio de Arte Dramático del Ateneo Puertorriqueño (CADAP). (Foto arte Esteban Figueroa)

La pieza, recuerda en su construcción a las formas románticas. El contenido es también romántico. La pareja homosexual es tratada como la pareja heterosexual en el siglo 19, con belleza y pasión. La historia real es romántica por excelencia. Argentina tiene a su Camila O’gorman y a su Ladislao Gutiérrez. Puerto Rico tiene a su Francisco Javier Sabat Almira y a su José Colombo. El dramaturgo, que ama el romanticismo y lo domina como original, procura que Puerto Rico se imponga. No obstante, su romanticismo libera su propio sello de marca. Los diálogos y las secuencias se entrelazan de manera hipnótica, nada alejadas, muy cerca de nosotros, y no nos queda más remedio que dejarnos volar. Las palabras besan mientras entierran dardos. Camila y Ladislao se inclinan y le ceden los tronos a Francisco y a Roberto. El dramaturgo, como lo sabe, pone su punto final a este drama con un protagonista al cual las peores circunstancias no pueden derrotar. Después de la tormenta, Ricardo Sabat saca la fuerza desde sí mismo, sonreído, con seguridad en la victoria, y este es su legado. Se trata del triunfo de romanticismo, un teatro difícil que solo Roberto Ramos-Perea escribe, un teatro importante y necesario, que nos llena de orgullo nacional.

La dirección es igualmente exacta. El montaje, en el neurálgico espacio, proscenio-rectangular, funcionó, tal como la belleza del texto, con acertado ritmo, hermosa composición, balance e inteligencia estética. De la misma manera funcionó el trabajo del director con los actores.

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El elenco de la obra merece apalusos por un trabajo sólido en las tablas. (Foto arte Esteban Figueroa)

Los actores de “Por maricón”, pertenecientes, la mayoría, a la Compañía del Conservatorio de Arte Dramático del Ateneo Puertorriqueño (CADAP), demostraron su solidez expresiva y dominio de la palabra, con maestría.
Como Francisco Sabat, nuevo héroe neo-romántico, Nelson Alvarado Jiménez logró conmovernos y convencernos. El sargento José Colombo no pudo encajar mejor como en los atributos del cuerpo y la voz del actor Ricardo Santiago. Es lo mejor que le hemos visto a Santiago. Lo mismo diremos de Melissa Reyes, como Felipa Sierra, la lavandera con pasado público, ex amante de José. Reyes brilló todo el tiempo, con el dominio de su bella voz, movimientos certeros e inmejorable interpretación. ¡Muy bella! Verónica Rubio hizo que su Margarita Hernaíz, mujer pública que delata a los hombres-amantes ante las autoridades, fuera insuperable. Rubio impuso su presencia con una combinación de voz, movimientos, técnica y emoción. Como Juana Almira, Sonia Rodríguez, posiblemente la actriz más madura de la compañía, sobresalió profunda, sincera, magistral.

Es lo mejor que hemos visto también en el Ateneo a Edgar Quiles Ferrer, quien nos hizo odiar a su Mayor José López, al punto de la desesperación. Muy buenas fueron las interpretaciones de Israel Solla (Sargento José Domínguez), Luis Javier López (Lcdo. José Dionisio Cabrera), Andrés López Sierra (Sargento Bahamonde), Luis Montes (Escribano), Javier López Pastrana (Dr. Hernández), Roberto García (Cabo Barber) y Josh Costales (Soldado Pablo Fernández). La unión y la interacción coordinada entre los actores, quienes creían en lo que estaban haciendo, añadieron credibilidad emocional y nos hicieron vibrar. La compañía del Conservatorio de Arte Dramático del Ateneo Puertorriqueño es digna de representar a Puerto Rico en los distintos festivales que se presentan en muchos países del mundo, con el selecto repertorio que el hacer les ha proporcionado.

Los trabajos de escenografía (Angel Casto Pérez), luces (Eduardo Bobrén), vestuario (Nelson Alvarado y Jaiysleen González), utilería (Cristina Parés, Karla Ivelisse Varona), y sonido (Pepe Grillo) fueron loables. La regiduría de escena de “Por maricón” fue de Zulaika Ginés. La asistente del director fue Gina Figueroa Hamilton. CADAP logra el máximo con el mínimo y sobresale.

Este drama histórico neo-romántico, el cual esperamos ver en versión cinematográfica en un futuro cercano, continúa en cartelera el próximo fin de semana con funciones jueves, viernes y sábado a las ocho y media de la noche, y domingo a las cuatro de la tarde. ¡Hay que ir!

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