Por Joselo Arroyo
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Sin lugar a dudas Vicente Castro es un teatrero para la historia. Nacido en Camuy, Puerto Rico, este artista comenzó su carrera como actor (1971) luego encontró su pasión en las tablas como director, y desde entonces su carrera lo ha llevado a dirigir más de un centenar de producciones en escenarios de Puerto Rico, Estados Unidos, Colombia, Cuba, México y República Dominicana. Además de teatro, desde 1996 está produciendo – junto a su compañero el actor Jorge Luis Ramos- y dirigiendo unitarios televisivos con la compañía XCL-TV la cual ha sido un taller de trabajo para cientos de actores y técnicos puertorriqueños. Por estas razones y muchas más el LVII (57) Festival de Teatro Puertorriqueño del Instituto de Cultura Puertorriqueña es dedicado a este artista camuyano. Resulta evidente que dicho Festival incluyera un estreno mundial de una pieza de este reconocido director y dramaturgo.
En “Aquí no ha pasado nada” lejos de los que sugiere su título, pasa de todo. El autor, nos presenta una familia disfuncional que se reúne después de mucho tiempo, en su casa de toda la vida, habitada ahora solo por su padre y su peculiar enfermera que le cuida. Los tres hijos llegan a corroborar el estado de salud de su padre quien ha sufrido un percance de salud. Tres hijos con distintas personalidades e intereses, más sus tres parejas respectivamente, más un padre convaleciente y una enfermera que se siente parte ya de la familia, suman un enredo catastrófico por el interés de la herencia familiar. La pieza aborda graciosa y ocurrentemente varios temas muy serios que van desde lo banal a lo más trascendental, de manera muy bien lograda. Juntos y separados, establecen enemigos y alianzas como en cualquier familia típica, aunque en esta ocasión con unas consecuencias extremistas.

La experimentada mano de Castro lleva a esta interesante familia a alcanzar una comicidad genial. Desplaza a cada personaje cómodamente utilizando todos los espacios de la casa donde coexisten, creando tanto intimidad como momentos de reunión según fuere necesario en la trama. Una casa sin paredes, pero con las líneas delineadas en el piso como un plano – oportuno diseño de Wendel Agosto y Jose Luis Gutiérrez – ayuda al público a entender el espacio de la casa donde ocurre cada evento. A esto se incorpora de forma acertada la iluminación de Quique Benet, que mediante color, luz y sombra enfatiza lo que se debe ver en cada instante; aun en los momentos en los que ocurría acción simultánea. La ambientación y utilería a cargo de Rubelisse Suazo, se integra correctamente ayudando a los personajes a pasear con comodidad en la casa. Tanto el maquillaje diseñado por Roberto Díaz como la coordinación de vestuario de Juan Carlos Almeda, se integran y complementan para lograr un diseño del perfil estético de cada personaje de forma atinada.
En cuanto a las actuaciones qué se puede decir… He aquí un elenco talentoso y experimentado capitaneado por Jorge Luis Ramos que luce de manera integral creando la ilusión en efecto de ver a una familia en escena. La ambigüedad pasiva de “Andy” (Félix Monclova), lo vivaracho y folclórico de “Clemencia” (Xiomara Rodriguez), la bilateral perspectiva de “Johanna” (Lucienne Hernandez), lo retrogrado y contradictorio de “Pedro Juan” (Jimmy Navarro), la pretensión genialmente graciosa de”Leticia” (Yézmin Luzzed),la actualidad y el respeto de “Valentino” (Jonathan Cardenales) , la solidaridad y compromiso de “Jerry” (Ewdin Emil Moro) y el patriarcado amoroso y justo de “Don Pepe” (Jorge Luis Ramos) se combinan con gran acierto en esta buenísima comedia del teatro puertorriqueño que resume por su resultado, el legado y la trayectoria de su homenajeado autor y director. ¡Enhorabuena Vicente!