Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Saber que no volveremos a ver a alguien que amamos nos deja sumidos en un sentimiento de impotencia, a veces, inconsolable. La conversación con una persona que comparta nuestra pena, consuela. Por lo regular, ese diálogo comienza con tristeza, pero tan pronto los recuerdos empiezan a competir, se hace inevitable reír.

“La conocí cuando yo tenía tres o cuatro años, en la calle del Pilar en Río Piedras, vivíamos frente por frente”, comenzó diciendo la actriz, dramaturga, directora y productora, Dra. Myrna Casas, al referirse a su amiga de toda la vida, la primerísima actriz puertorriqueña, Elsa Román.
Elsa nació el 2 de diciembre de 1935, en nuestra ciudad capital y se despidió de nosotros el pasado 29 de febrero. Desde que incursionó en las tablas, en el Teatro Infantil Universitario que dirigía Victoria Espinosa, no dejó de ser actriz aún en el hogar para la tercera edad donde vivió en sus últimos años. Allí, Elsa organizaba actividades para sus compañeros. Estudió Ciencias Sociales en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, carrera que compartía con su trabajo en los escenarios, hasta que decidió ser solamente actriz. La vimos en comedias y dramas, no solamente en el teatro, también en telenovelas, miniseries y programas televisivos. “En casa de Juanma y Wiwi” que protagonizaban Awilda Carbia y Juan Manuel Lebrón, es el programa que más recordamos.
Mi primer encuentro con nuestra actriz sucedió en el Teatro Tapia, en el XV Festival del Teatro Puertorriqueño en 1973. Elsa Román protagonizaba la obra “Culebra U.S.A.” de Lylel González. En el momento que su actuación impactó mi juventud, no sabía que Elsa llegaría a ser una amiga confidente. Trabajé junto con ella en producciones como “La casamentera” de Thornton Wilder Wilder en 1978, “Trilogía de la desesperación” de Joset Expósito, en 1981 y “El gran circo eucraniano” de Myrna Casas en 1988. Elsa también coprotagonizó mi miniserie “La boda del ángel” en 1998. Cuando, en 1989, “El gran circo eucraniano” formó parte del Festival Latino de Joseph Papp en Nueva York, el periódico The New York Times elogió muy especialmente la interpretación que le diera Román a su personaje Cósima. Muchos eran los recuerdos que tenía para repetírselos a Myrna Casas, pero ella tenía muchos más recuerdos que yo y eran más poderosos.

“Elsa y yo jugábamos mucho cuando éramos niñas. Yo hacía muchas maldades. Recuerdo que me dio por morder; yo mordía a todo el mundo. La mamá de Elsa era bien buena y la hija salió a ella. Cuando yo mordía a Elsa, ella iba llorando a donde su mamá y le decía: ‘Mamita, Myrnita me mordió’. La mamá respondía: Eso no es nada. Y le pasaba alcoholado”, recuerda Myrna.
Tras la etapa de la niñez llegó la adolescencia. Si bien es cierto que en el trascurso sus caminos no fueron paralelos, en 1955 volvieron a coincidir en el teatro universitario donde Nilda González y Victoria Espinosa hacían teatro en las noches para la comunidad.
“Recuerdo que fue en el Teatro de la Universidad donde Victoria montó la obra “El celoso y su enamorada”. Los actores éramos Luis Rafael Sánchez, Elsa y yo. ¡Cuánto nos divertimos! Había una escena donde lo único que decía Elsa era: ‘No comprendo’. El público empezó a repetir la línea. De inmediato, nos callamos y nos quedamos mirando seriamente al público. Al poco tiempo, seguimos la obra y el público se comportó. Durante la obra, Elsa y yo retomamos la amistad que duró hasta que ella murió… Fue una amistad que dura todavía. Siempre estuvimos en contacto. A pesar de que yo, por la válvula en mi corazón no puedo visitar hospitales, la fui a ver recientemente. Le conté sobre todas las personas que conocíamos y ella reaccionó”.
Elsa siempre trabajó en la compañía Producciones Cisne. Estuvo con ellos desde el inicio hasta que la compañía cesó. La primera obra fue en 1963 con “Eugenia Victoria Herrera”. Luego formó parte de los elenco de piezas como “Anastasia” en y “La trampa” en 1971. Actuó igualmente en el estreno de muchas de las obras de Myrna Casas como fueron “No todas lo tienen”, “El gran circo eucraniano”, “Este país no existe” y “Eran tres y ahora son cuatro”.
– ¿Qué te impactaba de Elsa como amiga?, le preguntamos a la dramaturga.
“Era graciosísima, tanto como amiga y como actriz. La escena del café en ‘El gran circo eucraniano’ es un recuento de lo que hicimos trabajando juntas durante años. Yo tomaba elementos de Elsa para los personajes”, apunta.
Sin embargo el primer recuerdo que viene sobre Elsa en sus años de juventud fue el de las vueltas en la Plaza de la Convalecencia, en Río Piedras, los viernes y los sábados por la noche. “Los muchachos se paraban alrededor de la iglesia. Las muchachas íbamos de brazos caminando alrededor de ellos. También íbamos los domingos a la tanda de las 11:00 de la mañana en el Teatro Paradise, y a las 11:30 en el Paramount. ¡Son tantos los recuerdos!”.

En el aspecto profesional, Casas indica que la calidad de Elsa Román como actriz era indiscutible. Destaca de ella su dominio escénico y su maestría en la improvisación. Mas en lo personal no tiene reparos en resaltar su don de gente y su calidad humana.
“Elsa era muy buena; nunca hablaba mal de nadie. Ese bien regresó a su vida. Mayra, su sobrina, se hizo cargo de ella hasta el final. Elsa tenía un sexto sentido, una intuición especial. Recuerdo que Producciones Cisne hizo una gira por América Central con dos obras, ‘Anillos para una dama’ y ‘La doble historia del Dr. Valmy’. En Costa Rica, el elenco del ‘Dr. Valmy’ regresó a Puerto Rico, ‘Anillos para una dama’ se iba a presentar en Venezuela, así que nos dividimos en el aeropuerto. Antes de montarse en el avión para Puerto Rico, Elsa me dijo que tuviera cuidado en Venezuela con hombres de chaquetones rojos. Te cuento que hubo un incidente en el aeropuerto de Venezuela con hombres de chaquetones rojos. Cuando regresé a Puerto Rico, se lo conté, pero ella no recordaba habérmelo dicho”, rememora de su advertencia por intuición.
– ¿Cuál de todas las interpretaciones que Elsa hizo para Cisne, es la más que destacas como la mejor?, indagamos.
“Son unas cuantas. Puedo decir que estuvo excelente en ‘La casamentera’, la cual protagonizó. La comedia le quedaba estupenda. Igual su caracterización de ‘Cósima’ de ‘El gran circo eucraniano’ le quedó muy bien. En todas sobresalió”.
Myrna continúo relatando anécdotas de su querida amiga y todas provocaban risas. Nos despedimos con la felicidad del recuerdo de Elsa Román. Ahora, en el recuerdo de mi conversación con Myrna, reflexiono sobre esa felicidad y las risas, y pienso que, sin duda, ese fue el deseo eterno de Elsa Román para sus dos amigas.