Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Aunque el texto del aclamado musical de Broadway “The Music Man”, de Meredith Wilson, enfoca, en parte, el contravalor de la estafa, no hay duda de que si un artista puertorriqueño merece llamarse, en el buen sentido de la frase, Hombre-Música ese es el cantautor Glenn Monroig.
No hay manera de salir insatisfechos de sus conciertos. Siempre se entrega al máximo.

Por más de cuatro décadas, nuestro Glenn ha sido digno de dicho apelativo porque, sencillamente, siempre ha respirado y transpirado música.
Su puesta en escena con el recital “Desenchufao” es la confirmación indiscutible de la simbiosis del cantautor con la música.
De tratamiento acústico, su incursión en el Teatro Tapia, con un quinteto capitaneado por el pianista Frankie Suárez, con el complemento vocal de Yanira Torres en los coros, la armonización de voces y en algunos dúos, sustenta la indiscutible e inigualable musicalidad de Glenn Monroig.
Con pasajes de jazz, articulados por el quinteto que integran el contrabajista Junior Irizarry, el guitarrista Raymond Miranda, el saxofonista Frankie Pérez y el baterista Héctor Matos, con su ágil manejo de la escobilla y la percusión miscelánea, Glenn renovó parte de su repertorio.
“Desenchufao”, el concierto, es una ventana a la creatividad de este extraordinario artista que, en complicidad con su director musical Frankie Suárez, se adentra en los vericuetos de su repertorio para renovarlo y enriquecerlo, nutriendo su reinterpretación con elementos del jazz, el filin y el blues.
Sin “champions”, pero con chancletas, mahón y su voz (diáfanos graves, acrobacias vocales, afinación perfecta y sentimiento) mejor que nunca, Glenn inició su presentación con “Segundo a segundo”, “Corazón” y “Nuestra mesa en el café”, con una impredecible fusión de sonidos europeos y afrocaribeños. Inmediatamente comprendimos que acompañaríamos al cantautor por un ingenioso recorrido por parte de su cancionero, que editará en un disco/dvd, que eventualmente sería su segundo lanzamiento grabado en vivo, tras su pasada impecable producción en el Choliseo de Puerto Rico.
La balada “Vivir para ti”, con Frankie en el piano acústico, confirmó la compenetración entre el cantante y su director musical. La balada “Yo sé que volverás”, que grabó con Lunna, marcó un dúo memorable con Yanira Torres.
A la temática romántica que le identifica, Glenn sumó contenidos sociales que también ha cultivado durante su carrera, como su comentario contra la cocaína en el blues “Nevando en Puerto Rico”, con la aportación de Raymond en la guitarra y su nueva versión con quinteto de jazz de “Me dijeron”, su discurso musical contra la homofobia y su solidaridad con la comunidad LBGTT, en cuya reciente boda masiva, celebrada en el Paseo de la Princesa, articuló el brindis.

Su dúo con Mónika Nieves en la balada “Me llegaste” fue espectacular. La joven sigue escalando peldaños en su carrera como intérprete pop.
El punto culminante de la velada fue el estreno de la balada “Yo me quedo”, que inspira en la situación difícil que enfrenta la Nación por la indefinición de su estatus y que enfoca el tema de la quiebra y la emigración, respetando al que se marcha, pero reafirmando que Puerto Rico finalmente podría emerger de las cenizas con el esfuerzo de los habitantes que estén dispuestos a trabajar duro por su reconstrucción.
El recital continuó con “Dondequiera que estés”, “Vete ya” (otro dúo con Yanira) y la balada “El de este año”, la analogía entre el arbolito de Navidad que nos esmeramos por adornar y el amor por la pareja que siempre debemos cultivar.
En “Cuando la lluvia cae”, como si estuviera tras bastidores, escuchamos la voz de su padre Gilberto Monroig en un dúo que resultó puro surrealismo.
Otro de sus invitados, Wisón Torres, el fundador del legendario cuarteto vocal Los Hispanos, se unió a la función en la armonización de voces en “El vicio que no puedo romper” y la balada “Sin tu cariño”, en la onda del bolero filin.
Con un interludio a guitarras que evocó a Andrés Segovia y su “Concierto de Aranjuez”, la renovada versión de “Causa perdida” fue un deleite a los sentidos al igual que el dúo con Yanira en la balada “Y entonces”, que precedió el gran final de “Solo” y “Por siempre”, la versión al castellano del éxito de Kenny Loggins cuya letra el público tarareó, como suele suceder desde que la grabó en el disco “Con David Sandborn”, en 1985, convirtiéndose en un clásico gigantesco de su carrera.
Musicalmente hablando, Glenn Monroig satisfizo las expectativas de su fanaticada, que aunque no llenó a capacidad la sala en la primera de dos funciones, sí lo aplaudió con fuerza y determinación.

Ciertamente hemos presenciado a Glenn en conciertos más de una decena de veces. El viernes nuevamente fuimos testigos de su uso de la libertad de expresión, con sus consabidos comentarios y palabras fuertes que articula espontáneo, sin ánimo de ofender e incomodar a su gente. Así, entonó unas décimas en torno al estribillo “tengo el cu*% dividido en dos, dividido en dos” para comunicar que el dinero no diferencia a las personas porque todos somos iguales. Un sector de su público, que ya lo conoce, celebró su interpretación; otro permaneció silente sin unirse a la reacción colectiva.
Muchos pensarán que el cantautor no necesita acudir a estos contenidos. Eso es definitivamente otro debate. Después de todo, Glenn Monroig, es simplemente así…