‘Júbilo’: motivo de orgullo

Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Hace muchos años, cuando todavía no éramos universitarios, escuchábamos hablar con admiración de Augusto Rodríguez (1904-1993), fundador del Coro de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, en 1936. Se consideraba un honor ser aceptado en este coro. Aunque fue muy prestigioso desde el principio, con los años, el coro labró una trayectoria que le ganó reconocimiento y elogios de la crítica mundial. Ha tenido prestigiosos directores como el maestro Rafael Ferrer, los profesores Héctor Vega Druet, Clark Mallory, Luz Elena Fernández, y la profesora Carmen Acevedo Lucío, quien es la directora actual. Bajo la batuta de Acevedo Lucío, se fundó Coralia en 1982, coro de conciertos de la Universidad de Puerto Rico. Este grupo es integrado por estudiantes y ex alumnos de la Universidad de Puerto Rico con sólida experiencia y preparación musical.

Coralia, con trajes típicos, rememoraron su reciente visita a Cuba. (Foto Alina Marrero para Fundación Nacional para la Cultura Popular)
Coralia, con trajes típicos, rememoraron su reciente visita a Cuba. (Foto Alina Marrero para Fundación Nacional para la Cultura Popular)

Coralia es la agrupación coral puertorriqueña con más presencia global. Ha participado en el Festival Coral Internacional Orlando di Lasso, en Camerino, Italia; el Festival Internacional Musical de Cantonigrós, en Cataluña; el Certamen Coral Internacional de Tolosa, en el País Vasco; el Certamen Internacional de Habaneras y Polifonía de Torrevieja, Alicante; el Festival de Canciones de Olomouc, en la República Checa; y el Festival Cesare Augusto Seghizzi, en la ciudad de Gorizia, en Italia; en Festivales Corales en República Dominicana, Venezuela, México, Nueva York, Venecia (Italia), Polonia y Argentina. Durante el pasado mes de octubre, el grupo completó una exitosa gira en Cuba.

Conforme han manifestado los integrantes de Coralia en redes sociales, “no importa cuántas giras internacionales hagan, cuántos teatros, museos, iglesias o salas pisen, o cuanto público internacional los aplauda, cantar en casa siempre los emociona, y es privilegio poder tener como hogar musical al majestuoso Teatro de la Universidad de Puerto Rico que cada año se engalana para comenzar la celebración navideña con Coralia y el Coro de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras”. El tradicional concierto de 2015, que en esta ocasión se llamó “Júbilo”, se celebró el pasado domingo 22 de noviembre a casa llena.

Hay muchas manifestaciones de “júbilo”, una de las mismas es contemplativa. Cuando subió el telón, una ambientación de estrellas que coronaba una estrella gigante con cola tipo cometa, que, a su vez, coronaba a Coralia, en penumbras (hermosa iluminación), indicó que el espectáculo había comenzado en “júbilo” de contemplación. Este júbilo fue creciendo, en intensidad emotiva, en la medida del espectáculo. En la primera canción, los integrantes del grupo encendían y apagan unas linternas, como estrellas interiores de cada cual. La luz de ambiente fue cobrando presencia en la medida que el júbilo” se iba desenredando con sutilidad en tres canciones: “Stars” del letonio Ēriks Ešenvalds, “Cantucum novum” del suizo Ivo Antognini, “Ubi Caritas” del galés Paul Meator. Finalizado este momento de tranquila belleza, hizo su entrada, en total oscuridad, el Coro de la Universidad, mientras salía Coralia, en coordinación coreografiada, casi militar. Con el mismo arrullo de estrellas, en “júbilo”, un poco más animado, y mientras la iluminación delataba intenciones, el Coro de la Universidad tuvo muy buen arranque con “Ave María” del alemán Anton Bruckner (1824-1895) y alcanzó excelencia armónica con “Pater Noster” del eslovaco Jacob Handi (1550-1591). ¡Precioso!

Coro de la Universidad y Juli'an Marrero. (Foto Alina Marrero para Fundaci'on Nacional para la Cultura Popular)
El joven Julián Marrero dirigió al Coro de la Universidad temas de Puerto Rico y Finlandia. (Foto Alina Marrero para Fundación Nacional para la Cultura Popular)

Nuevamente, en total oscuridad, ocurrió un cambio del Coro a Coralia, con la misma coordinación coreografiada. Esto se repitió en casi todos los cambios de agrupación coral a agrupación coral. La mayoría de los cambios ocurrieron a luces, y ocurrieron con estética.

Los integrantes de Coralia, vestidos en trajes típicos puertorriqueños de campo se dispusieron a recordar la gira que hicieron a Cuba en octubre. Interpretaron “El manicero” del cubano Moisés Simons (1889-1945) (arreglo de Jorge A. Martínez), la plena “Elena Elena” del puertorriqueño Rafael Cortijo (1928-1982) (arreglo de Johanny Navarro), “Aquella boca” del cubano Eusebio Delfín (1893-1965) (arreglo de Electo Silva), “Son de la loma” del cubano Miguel Matamoros (1894-1971) (arreglo de Corrado Monier), “El piragüero” de nuestro Augusto Rodríguez y “Bomba é” del puertorriqueño Angel Cucco Peña. Destacaremos “El piragüero” de Rodríguez, por la significativa belleza de la composición, y “Bomba é” de Peña, por lo animadamente sabroso de la sobresaliente composición: ambas canciones fueron interpretadas con “jubilosa” maestría. Esto dio fin a la primera parte de “Júbilo”.

Abrió la segunda parte el Coro de la Universidad y Tepeu, con “Navidad Nuestra” del argentino Ariel Ramírez (1921-2010) con textos de Felix Luna (1925-2009). Este título recoge unos villancicos compuestos en 1964, para completar el espacio del disco de la famosa “Misa criolla”, de Ramírez. El Coro de la Universidad se hizo un solo corazón para ejecutar “La anunciación”, “La peregrinación”, “El nacimiento”, “Los pastores”, “Los reyes magos” y “La huida”. Todos los villancicos, menos “La huida”, contaron con solistas, Job Suárez (tenor), Gabriel Orta (barítono), Xavier Cruz (tenor), Daniel Mones (tenor), Juan Pizarro (tenor), Joshua Ruiz (barítono). Del talentoso grupo de estudiantes solistas, destacaremos a la soprano Stephanie Guasch y al bajo Christian Rosario, ambos de cuerpos pequeños y delgados con voces inmensas, muy colocadas, afinadas y bellas. Tepeu aportó magia a los villancicos y “júbilo” en “El niño Jesús”, una canción tradicional de Bolivia, que interpretaron para cerrar el momento.

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El grupo Tepeu aport’o su folklore latinoamericano al encuentro. (Foto Alina Marrero para Fundación Nacional para la Cultura Popular)

Julián Marrero, estudiante y prometedor director, tomó la batuta para dirigir con clásico vigor al Coro de la Universidad de Puerto Rico en “El Hambo” del finlandés Jaakko Mäntyjärvi, “Idilio” de Juan Morel Campos (1857-1896) (arreglo de Esther Alejandro) y “No me toques” de Juan Morel Campos (arreglo de Augusto Rodríguez). El joven se destacó con seguridad y atino, recibió sus merecidos aplausos. La magia de Tepeu nos volvió a arrullar, esta vez con un aguinaldo criollo de Venezuela.

El Coro de la Universidad de Puerto Rico volvió a hacer entrada para cantar “Las campanas de la catedral” de R. Marcano y E. Tovar (arreglo de Néstor Hernández-Guzmán). Después, un coro exclusivamente femenino tomó la vanguardia para interpretar la conocida canción infantil, “Mary Had A Little Lamp” de Sarah Josepha Hale (1788-1879) y Lowell Mason (1792-1872) (arreglo de John C. Philipz). Luego, los varones se apoderaron con fuerza de los primeros planos y cantaron la canción tradicional francesa, “Marche des Rois” (arreglo de Shaw-Parker). El coro en pleno se unió para cantar “Jingle Bells” de Pierpont (arreglo de Gordon Langford). Para finalizar, ambos coros, Coralia y el Coro de la Universidad de Puerto Rico, ocuparon todo el escenario y nos deleitaron con “Serenata Navideña”, canciones tradicionales de la Navidad en Puerto Rico (arreglo de Ricardo Cabrera). Fue un final brillante y emotivo. El público aplaudió de pie, con júbilo. Como propina, cantaron un cha cha cha, “Toma chocolate, paga lo que debes”, del cubano Richard Egues (1923-2006).

Durante el concierto se dieron acompañamientos de campanas, cuatro, percusión, trombón de varas, entre otros instrumentos, cuyos ejecutantes no aparecen en el programa de mano, y se destacaron. No obstante, felicitamos a todos y cada uno de los talentos que tuvieron que ver en esta jubilosa puesta en escena. Como espectáculo, “Júbilo” tenía sentido de unión y la armonía visual actuó en coreografía con la interpretación de los temas. Deberían, tal vez, considerar eliminar todos los apagones, ya que los mismos resultaron tediosos, lo que se acrecentaba con el sonido de los pies de los cantantes que cambiaban de posición, o entraban y salían. Los cambios que se hicieron sin apagones resultaron vistosos, integrados y estéticos. La escenografía de Katinell Sanjurjo López y Jailene Rivera fue efectiva. Es una pena que el diseño de luces y el concepto de montaje no tuvieran créditos.

Felicitamos a Carmen Acevedo Lucío, por este tan variado y vigoroso acierto que exploró muchas facetas de “júbilo”, en tiempos, ritmos y temas. Coralia y el Coro de la Universidad de Puerto Rico son orgullo nacional.

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