Por Eduardo Bobrén-Bisbal
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
En sus más de cuatro décadas, Opera de Puerto Rico ha deleitado a los amantes de este género musical con una amplia oferta de presentaciones operáticas. Se destaca en este universo musical las presentaciones de la opera “Madama Butterfly”, es sus montajes de 1981, 1992, 2000 y 2015. En esta cuarta puesta en escena, realizada en la Sala de Festivales, Antonio Paoli, del Centro de Bellas Artes de Santurce, se destaca el cuidado y buen gusto de la labor de Opera de Puerto Rico, de tanta admiración y respeto en nuestro País.
La ópera “Madama Butterfly” está basada en la consideración que hace su autor Giacomo Puccini de un cuento del

mismo título de John Luther Long (1898) y de la novela de Pier Loti titulada “Madame Chrysantheme” (1887). Ambos textos son considerados para la trama y se les une a acontecimientos reales ocurridos en Nagasaki, a principios de los años 1890. La primera versión de “Madama Butterfly” se presenta en la Escala de Milán, en 1904. Puccini sometió su ópera a procesos de ajustes en su estructura. La versión de tres actos fue estrenada en el Metropolitan Opera House en 1907 con la presencia del autor y las interpretaciones de la soprano Gerardine Farrar y Enrico Carruso en los roles principales.
La trama de la ópera nos presenta a una geisha de Nagasaki, Cio-Cio San, quien confía ciegamente en el amor del Teniente B.F. Pinkterton, Oficial de la Marina de los Estados Unidos. Es una historia plagada de mentiras, desilusiones y dolor. La separación de tres años no mermó el amor de la geisha por el norteamericano ni menoscabó el sublime compromiso maternal para con el hijo, producto de la unión efímera. Al regreso a Nagasaki, Pinkerman viene acompañado de su esposa norteamericana; y Madama Butterfly descubre su fracaso y su desilusión, por lo que recurre al “haraquiri”, ritual del suicidio japonés, para terminar con sus dolores.
Opera de Puerto Rico, tres lustros después, nos muestra la historia triste de Cio-Cio San dentro de una atmosfera de alta expresión de belleza visual, vocal y musical insuperables. La Orquesta Sinfónica de Puerto Rico rinde el marco musical incomparable para darle apoyo al destacado talento del bel canto que intervino en la presentación. El ambiente escénico-escenográfico descansó en las obras del Maestro Luis Hernández Cruz, destacado artista de nuestras artes pictóricas. La escenografía corpórea, consistente de una rampa semicircular y plataformas en círculos al centro-centro, ampliaban la sensación de la belleza que fluye etérea y subyugante. La misma fue realizada por Raúl Cátala, de En Cue. La iluminación de María Cristina Fusté fue una atenuada para complementar la atmósfera física y los estados anímicos de la historia. El director de escena Sr. Gilberto Valenzuela, quien es poseedor de una excelente trayectoria en el teatro profesional en Puerto Rico, nos deja ver el caudal de su
experiencia en este montaje magistral de “Madama Butterfly”.

Los intérpretes son la elocuencia de la labor académico-artística que defendemos en Puerto Rico, productos del bel-canto nuestro que se escucha y se valora fuera de nuestro País. La distinguida soprano Ana María Martínez, nos encarnó a la geisha dolorosa con maestría. Todos esperábamos su interpretación de “Un bel di vendremi” y no nos defraudó. Martínez cuenta con un historial extenso al que acompaña de planes para ampliar su trayectoria. En cuanto a Pinkerman, el tenor spinto Rafael Dávila dejó demostrado los niveles alcanzados como cantante, así como su potencial para prevalecer en las plazas operáticas de todo el mundo.
Esta producción de “Madama Butterfly” deja manifestado que Puerto Rico tiene y puede mantenerse como lugar de privilegio para las producciones del bel canto.