Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
El pasado sábado, asistimos a la función “Tú apuntas, yo disparo”, una comedia criminal escrita por Ian Daryk Ramos y dirigida por el autor y Mariana Monclova. La obra, presentada en el teatrito de la Universidad de Puerto Rico, tuvo su estreno mundial el 13 de octubre, logrando que todas sus funciones posteriores – libres de costo – gozaran de casa llena.
El junte de jóvenes actores, egresados y estudiantes, del Departamento de Drama de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras fue muy particular, ya que los directores, Ian Daryk y Mariana Monclova, y el protagonista, Felix Monclova, son hijos de los actores Julio Ramos, Eugenio Monclova y René Monclova, respectivamente.
El autor, quien también produce, posee innegable talento para la comedia de humor macabro. La pieza cumple con

todos los requisitos y elementos (contenido y forma) de un buen texto teatral, y el diálogo, no solamente fluye con efectividad, también con mucha creatividad. La construcción, que usa la retrospección, recuerda en algunos momentos a la comedia renacentista (estos jóvenes poseen un envidiable adiestramiento en teatro del Siglo de Oro), y en otros parece un homenaje al cineasta Alfred Hitchcock con cierta escarcha salpicada de recientes musicales en Broadway como “The Producers” de Mel Brooks, en colaboración con Thomas Meehan. No obstante, “Tú apuntas yo disparo”, posee sello de originalidad. Como en muchas obras de Bertolt Brectht y de Jean Genet, las personas no son confiables. Los personajes masculinos son todos criminales de “corazón blandito” y las mujeres, o son “oportunistas despiadadas” o “tontas listas”.
La trama principal es muy atractiva. Muestra a tres criminales a sueldo (Leonardo, Salvador, Darío), que se hacen llamar mercenarios y anuncian sus servicios en las páginas amarillas, a pesar de la insistencia de uno de ellos de usar el internet. El trío tiene una competencia que usa el internet y los hace temblar, un matón tuerto y calvo (Hugo Máximo) a quien una mujer con quien sostenía una relación sentimental (Julia), a la cual llama “puta” todo el tiempo, le acaba de robar una cuantiosa suma de dinero. Esa mujer aparece en la oficina de los mercenarios para contratar sus servicios con el dinero del matón. La mujer se envuelve en una relación sexual con el malo menos malo (Darío), mientras coquetea con el malo oportunista (Leonardo) y con el malo tonto (Salvador) y forma un enredo de intriga muy gracioso con la intención de sembrar desconfianza y desunión para salirse con la de ella. El capo de competencia (Hugo Máximo), lleno de ira, acude a la oficina de sus colegas a contratarlos para que ejecuten a la mujer. Una vez allí, se da cuenta que la mujer está en la oficina y se forma otro enredo de intriga más pasional y gracioso que el anterior. Al final, la mujer logra quedarse con el dinero y cuando todos los hombres se creen burlados sin remedio, llega “el dinero que hace que las almas mercenarias no pasen por el purgatorio, “short cut” hacia el cielo”.

La trama secundaria, la cual se hilvana con la principal, es igualmente graciosa. Al principio de la obra, una mujer que parece muy tonta (Olga), desea que los mercenarios ejecuten a su yerno y a un niño monstruo, según lo define. Los mercenarios no asesinan menores de 18 años, por lo que prometen meditar la oferta. Cuando la mujer se va, descubrimos que los mercenarios tienen un rehén amarrado en un closet (Félix), el cual capturaron por error. Al final de la obra, cuando los mercenarios se creen derrotados, la mujer vuelve a aparecer diciendo que ya no desea la muerte del niño. De repente, se descubre que el hombre encerrado en el closet es el yerno (Félix). Los mercenarios matan a ese hombre, cobran su dinero y celebran entre sí.
Comentamos que esta celebración es entre hombres, sin mujeres, a pura victoria por el asunto de oferta y demanda económica. No existe el amor romántico en este planeta, y si alguna vez se asomó a la vida de uno de ellos, desembocó en decepción por un mal entendido. De primera intención, y dado que las mujeres son peores que los hombres en la obra y que ellos son los que celebran, nos pareció un final machista. Pero alejados en reflexión entendimos que el autor nos está presentado la vida que ve desde su juventud, nos muestra comentarios de un pasado cercano deplorable (Adolfo Hitler), un espejo social actual en donde en muchos núcleos matar a un ser humano es la orden de supervivencia, y, al igual que Nicolo Machiavelli en “La Mandrágora”, hace que soltemos carcajadas con aquello de que “el crimen sí paga”. Este trabajo cumple con el objetivo de ponernos a pensar, aun cuando en estos momentos todavía nos estamos riendo. Si bien nuestra generación supo abrir caminos y cerrar brechas, algo hicimos mal. Sabemos que jóvenes como estos pondrán los puntos y las comas donde tienen que estar, para que este planeta se convierta en uno de justicia y de paz.
Tenemos que mencionar que las escenas mejores logradas de la obra fueron aquellas donde Leonardo reacciona a dos

pastillas de LSD que Julia mete en su trago sin que el hombre se de cuenta. Leonardo empieza a ver monstruos y se comporta desquiciadamente. Cuando el pobre malo oportunista cree que ha pasado el efecto de la droga se desarrolla un momento sorpresa de comicidad caótica bordado con inteligencia. No podíamos parar de reír.
La dirección de esta puesta en escena (Ian Daryk y Mariana Monclova), cuida la composición clásica, más que el tráfico escénico, el cual también es clásico y funcional. El diseño de escenografía (Ian Daryk y Julio Ramos) fue sumamente acertado. El espacio del escenario fue utilizado al máximo. La eliminación de la primera caja, lo cual dejó una ventana al descubierto, aportó realismo a las escenas y un espacio ideal para regar una planta y hacer apartes. La colocación de los muebles, orientados hacia las paredes, ofreció un espacio abierto para la acción. La iluminación (Víctor Colón), cumplió. El programa de mano no tiene crédito para el vestuario.
Las actuaciones sobresalieron, sobre todo los caballeros, cuyos personajes eran todos muy sabrosos y destacados.
Los mencionamos a continuación: Félix Monclova (Leonardo), José Oyola (Salvador), Ian Daryk (Darío), Alejandra Lorenzo (Julia), Carlos Harrison (Hugo Máximo), Derrik Hernández (Félix), Yadilyz Barbosa (Olga), Juan “Rosko” Jaime (Ramírez, Papá, Sargento, Pedro, Hitler ,Jr.).
El junte de estos talentosos jóvenes teatreros, quienes sin duda crecerán como profesionales y nos continuarán sorprendiendo, merece constituirse como un grupo oficial. Estaremos pendientes.