Por Javier Santiago
Fundación Nacional para la Cultura Popular
Cuando en 1985 se escuchó en las ondas radiales el tema de la telenovela “Tiempo de vivir”, la voz de Amaury López Jackson sorprendió a muchos al hacer un dúo con la cantante Lunna. Mas aunque en aquel momento, la interpretación fue adjudicada a un actor de moda, la grabación del tema de la novela de Wapa TV fue solo una muestra de la versatilidad que este boricua era capaz de alcanzar en el pentagrama de la canción popular.
Arreglista, músico, productor y compositor, Amaury López dio sus primeros pasos en el arte a la edad de 10 años.

Hijo de Marion Jackson, bailarina de los Mambo Aces; y Rafael López, quien laboró en el legendario Escambrón, el entonces niño estuvo inmerso en el mundo artístico prácticamente desde la cuna.
Nacido el 8 de noviembre de 1954 en el Hospital Pavía de Santurce, Amaury complementó su enseñanza secundaria en la Academia Discípulos de Cristo de Bayamón. Con una implacable atracción a todo lo referente al arte, al momento de iniciar una carrera universitaria, el músico en ciernes optó por entregarse de lleno a su gran pasión.
Cautivado por el jazz y el rock, el joven coincidió entonces en un grupo musical con otros nuevos talentos como Nano Cabrera y Poldo Castro. Juntos dieron rienda suelta a sus inquietudes al compás del rock & roll y el funk.
Ya, en la década de 1970, López hizo su entrada al mundo profesional en proyectos de mayor envergadura. De hecho, fue con el cantautor Alberto Carrión y el grupo Raíces con quienes marcó su debut discográfico en el álbum que incluía los clásicos “Amanecer borincano” y “Camino abandonado”. En fecha posterior fue parte del disco “Alberto Carrión y Raíces”, primer proyecto cuadrafónico grabado por un artista cuya base de operaciones estaba en Puerto Rico.
En plena evolución de su carrera, Amaury López fue uno de los talentos que participó en la histórica grabación que Raíces en 1975 en los Estados Unidos para el sello Nemperor de Warner Brothers.
Con el asomo de la década de 1980, su pasión por el rock dio frutos con el lanzamiento de la producción “Apoca-lips”. El grupo integrado por Fernando Rosado, Jorge Laboy, Marcos Huertas y el propio Amaury, dejó una huella innegable al darle un toque de peso y profesionalismo al incipiente movimiento rockero en el País.
Simultáneamente, el músico autodidacta de sentido auditivo privilegiado, laboró en 1982 en la memorable

producción del cantautor Glenn Monroig, “Tropical”, bajo la dirección del maestro Ángel “Cucco” Peña.
Con pleno dominio de las nuevas tecnologías, diversificó sus talentos estableciéndose como pianista y tecladista de excelencia en el pentagrama boricua. A esta labor se fueron añadiendo nuevas facetas como arreglista, director, productor, guitarrista, percusionista y cantante. De ahí que fuera su versión de “Tiempo de vivir” junto a Lunna uno de los temas que trascendió en la histórica producción que convirtió a la cantante en toda una revelación del cancionero.
Luego de haber laborado ampliamente en el panorama boricua, Amaury se radicó en 1990 en Miami en búsqueda de ampliar su horizonte profesional. En la llamada Capital del Sol el músico fue reclutado de inmediato por agrupaciones como KC & The Sunshine Band, para quienes trabajó como arreglista, director y tecladista en la grabación “Get Down Live” en 1995.
En muestra de su evolución musical, su talento se confirmó posteriormente en numerosas producciones como

“Algo natural” de Alejandra Guzmán, “La Secta All Stars”, “Ventanas” y “Seré tuya esta noche” de Lunna, “Tributo al Príncipe” de Charlie Massó, “El Reencuentro: 15 años después”, “Encuentro” de Mijares, “Sexasional” de Lalo Rodríguez, “Ya no soy el niño aquel” de Jerry Rivera, “Mundo de locura” de Millo Torres y el Tercer Planeta, “En extasis” de Thalía y el compacto ganador de Grammy en 1999 en la categoría salsa/tropical, “Contra la corriente” de Marc Anthony.
Ante estos aciertos en su carta de presentación, un proyecto desarrollado en las postrimerías del siglo XX marcó un paso importante en su carrera. Fue ésta la producción “Bertha María canta a Sylvia Rexach”; grabación que dio rienda suelta a toda su creatividad al reinterpretar musicalmente los clásicos de la inolvidable compositora puertorriqueña.
El compacto fue recibido con beneplácito por la crítica especializada. Igualmente llamó poderosamente la atención de la compositora Ketty Cabán, quien había conocido en vida a Rexach y compartió artísticamente con ella desde los años de Las Damiselas.
Con esa producción de avanzada en la mano, la encomienda para la dirección musical de “El placer fugaz del amor” era impostergable. Así, en lo que fue un nuevo reto a su creatividad, la Fundación Nacional para la Cultura Popular puso en sus manos la producción musical que en voz de Bertha María documentó parte del legado de la compositora Ketty Cabán al pentagrama popular. La obra, auspiciada por la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades, fue seleccionada por el periódico El Nuevo Día como una de las más destacadas de 2004.
Más allá de “El placer fugaz del amor”, Amaury continuó su trabajo en la música, estableciendo su propio estudio de grabación en Miami el cual bautizó Pure Track Recording. Nuevos proyectos discográficos surgieron de su creatividad para artistas como Alejandro Jaen, Son By Four y Lucero. Y aún en tiempos de crisis para la industria del disco, se mantuvo activo en el competido campo de la tecnología musical.
Posiblemente uno de los más recientes ejemplos lo fue el disco “El alma del poeta” del cantante boricua Gilberto

de Paz. La grabación en la que Amaury musicalizó los versos del jayuyano Oscar de Paz, progenitor del cantante, llamaron la atención del compañero periodista Jaime Torres Torres. Y en la Semana de los Padres, un artículo suyo reconoció el valor de la propuesta.
Concluido el verano, las nuevas sobre el músico no pudieron ser más estremecedoras. El pasado 25 de septiembre Amaury López Jackson partió de este mundo hacia la eternidad.
Triste ha sido esta inesperada partida en la que como despedida queda el recuerdo de tantas aportaciones que dio al mundo de la música.
En la Fundación Nacional para la Cultura Popular siempre atesoraremos su sobresaliente propuesta para “El placer fugaz del amor”. Recordamos las largas horas de creación, su respeto a la obra de Ketty y sus arreglos para la voz de Bertha María, a quien ya también perdimos…
Que la paz arrope el espíritu de este inquieto soñador.
Hasta siempre, amigo Amaury…