El Son sí pesa para Oropesa

Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Si La Habana tiene su Son, Puerto Rico tiene su Salsa, pero cubana.

Así lo afirmó categóricamente el historiador, musicólogo e intérprete cubano Ricardo Oropesa, personalidad egregia que regresa a la Nación boricua en la coyuntura de la XVIII Feria Internacional del Libro que desde hoy al domingo 18 de octubre se celebra en la Sala Sinfónica Pablo Casals del Centro de Bellas Artes de Santurce.

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Oropesa es una autoridad en música cubana que, a su vez, se dedica a divulgar internacionalmente el legado de Ignacio Piñero y el Septeto Nacional. (Foto suministrada)

Oropesa es una autoridad en música cubana que, a su vez, se dedica a divulgar internacionalmente el legado de Ignacio Piñeiro y el Septeto Nacional.

Previo a su llegada a San Juan, Oropesa informó a la Fundación Nacional para la Cultura Popular que la salsa no es un género musical, más bien un fenómeno sociocultural que, en su esencia, es el son cubano.

“La salsa es un ambiente musical, es el ‘son cubano’ (música cubana) arreglado musicalmente al estilo y mezcla de los músicos latinos en Nueva York. Tiene componentes de varias nacionalidades, entre ellos los boricuas, y ha tomado fisonomía particular en nuestros países, pues los sentimientos, motivaciones y expresiones creativas son componentes personales asimilados por los ejecutantes y trasmitidos según la tradición cultural, por lo que siento que como expresión del pensamiento, tiene matices regionales: salsa colombiana, salsa venezolana, etcétera. ¡Sí!. Puerto Rico tiene su Salsa”, explicó Oropesa, autor del libro “La Habana tiene su Son” y cuyo cd-dvd homónimo fue nominado al Grammy Latino.

Al viejo dilema sobre la “cubanidad” de la salsa, Oropesa coincide con la premisa de que, como señalaba Tito Puente, las raíces de la música afrocaribeña cultivada en Nueva York a partir de la década del 50 se encuentran en Santiago de Cuba.

“Desde 1955 el Rey del Timbal visitaba La Habana pues sus amigos de Nueva York eran Miguelito Valdés, Cachao, Bauzá, Machito y otros. Tito se nutrió de la rumba, el son, mambo y chachachá, entre otros ritmos. Él comprendió claramente, como ningún otro músico en la década de 1970, que al son cubano, le habían cambiado el nombre por razones comerciales y políticas pues todo lo que oliera a música cubana no era ‘asimilado’ por la ley de aislamiento hacia la Cuba revolucionaria. Salsa fue el emblema comercial que logró por inteligencia y consenso entre los promotores y músicos burlar ese aislamiento”.

Para sustentar su tesis, Oropesa recordó que la trascendencia e impacto del son ha sido mundial y se remonta a las primeras décadas del Siglo XX. “Explicar que los ‘grandes de la salsa’ [como Tito Puente, q.e.p.d.] muestren respeto, admiración y reconozcan que la salsa es música cubana basta con echar una mirada histórica: el Septeto Matancero del tresista Issac Oviedo llegó en 1932 a Puerto Rico; el Habanero y el Boloña llegaron a Nueva York en 1925-26, sin contar que Ignacio Piñeiro con su Sexteto Nacional llevaron el son a Europa (1929) siendo Piñeiro el pionero en fusionar el son habanero con la rumba, la guajira, la guaracha y el abakuá”.

De hecho, el son “Échale salsita”, de Ignacio Piñeiro, es la primera referencia discográfica documentada que alude, implícitamente a la correspondencia del sabor del son con el gusto que añade la salsa, reconoció Oropesa.
Se habla mucho de Beny Moré, Dámaso Pérez Prado, Chano Pozo, Miguelito Cuní, la Sonora Matancera, Celia Cruz y otras leyendas cubanas inmortalizadas en la Antilla Mayor y en el exilio.

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Oropesa junto al cantante puertorriqueño Andy Montañez. (Foto suministrada)

Sin embargo, a estas alturas, en Puerto Rico y otros países no se reconoce a Piñeiro como corresponde. “Cuando no se conoce el origen, la evolución y los aportes de un artista en cualquier parte del mundo, no se reconoce en su justa medida. Piñeiro es para el continente americano y el Caribe lo que es Beethoven para Europa, con la diferencia que ellos han sido divulgados hasta nuestros días. Puerto Rico y sus magníficos músicos sí cantan y bailan los sones de Piñeiro, pero lamentablemente no saben que es de la autoría de Ignacio Piñeiro, porque por muchos años se disimuló con ‘DR’ (derechos reservados) a los autores cubanos por parte de los mercaderes y divulgadores de la música. El mejor ejemplo es ‘Mentira Salomé’, interpretado genialmente por Héctor Lavoe y que pocos saben es de la autoría de Ignacio Piñeiro, el poeta del son, el antes y el después de la música cubana, que puede considerarse el ‘abuelo de la Salsa”.

Oropesa añadió que las grandes leyendas cubanas de la música bebieron de la fuente creadora aportada por Piñeiro. El autor reconoció, empero, que incluso en Cuba no es valorado como se merece. “Aquí en Cuba, no solo en Puerto Rico, no ocupa el lugar que se ha ganado con creces por sus aportes. Piñeiro en el universo musical brilla como la estrella polar que ilumina y guía a los soneros, rumberos y salseros”, sostuvo al destacar que, a nivel de la industria del disco, desde 1927 se documenta la obra de Ignacio Piñeiro y su Septeto Nacional.

“Cientos de discos y composiciones musicales de Piñeiro y sus integrantes son conocidos en el mundo y atesorados por músicos y coleccionistas de todas latitudes, si no pregúntenle a Johnny Pacheco, Andy Montañez, al gran maestro Rafael Ithier, Papo Lucca y tantos otros que guardan en sus hogares, desde la juventud, los discos de Piñeiro, lo que han reconocido sin ningún temor”, agregó.

En sus investigaciones Oropesa, un apasionado e insaciable estudioso de la música tradicional cubana que no para de investigar por su compromiso por contar la historia como es a las presentes y futuras generaciones, ha documentado que Cuba cuenta con una riqueza de más de 100 géneros musicales.

Abordado en torno a la poca trascendencia internacional de ritmos como el ‘sucusucu’ y la ‘sirivinga’, afirmó que, según su apreciación, no son tan comerciales como el son y la rumba.

“Al igual que otros prestigiosos musicólogos cubanos, como mis maestros Radamés Giro, José Reyes Fortún y el desaparecido Helio Orovio (autor del prólogo de mi libro), la historia de la música cubana está por escribirse aún. El pensamiento musical de nuestros músicos y compositores permanece esperando a ser develado.

Lamentablemente no todos los ritmos y géneros aportados han podido ser llevados al disco. Sabemos que generalmente es atractivo lo que potencialmente puede ser vendido y dar ganancias económicas, pues generalmente los dineros no están en manos de los músicos. Por lo tanto un libro o un disco está sometido a las leyes del mercado. Ahora sería muy bueno que nos uniéramos en una causa común para rescatar los ritmos tradicionales y su historia de nuestros pueblos de América y el Caribe”.

Oropesa disiente de la frase “nostalgia por el son”, aunque reconoce que la proyección de los talentos veteranos agrupados bajo el Buena Vista Social Club y la popularidad de otras agrupaciones, como el Septeto Santiaguero, endulzan el mal gusto de mucha de la música contemporánea. Incluso, el musicólogo e historiador no considera que el son eclipsara el desarrollo de la timba cubana.

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El autor opina que las grandes leyendas cubanas de la música bebieron de la fuente creadora aportada por Ignacio Piñeiro. (Foto suministrada)

“En un mundo tan lleno de mala y agresiva música que nos imponen las grandes transnacionales, no creo que haya ‘nostalgia por el son’, sino que los consumidores están saturados de ese mal gusto y necesitan disipar el alma, el espíritu y miran buscando el ‘antídoto’ y encuentran que el son es ese ‘bálsamo’ para ‘el alma divertir’. El Buena Vista mostró al mundo que hay otra música que es buena, y eso es el son cubano, que es música para cultivar el buen gusto, la decencia y el respeto. Por lo que considero que ‘la nostalgia por el Son’ no eclipsó a ningún ritmo de moda, sencillamente lo que no es auténtico no sobrevive a su tiempo, se autoeclipsa, es efímero, pues ‘el fin no justifica los medios’. Se ha demostrado que una vez que obtuvieron ganancias, ¿dónde están los timberos? Resulta ahora que un nutrido grupo de timberos, reguetoneros y hasta algunos salseros se autotitulan ‘rumberos y soneros’. La historia y lo original debe respetarse. Como se dice aquí, ‘respeta a los mayores”.

Tampoco coincide con los que afirman que la timba es el nuevo son cubano. La creación de Irakere, que ha tenido exponentes mundiales en NG La Banda, Paulito FG y la Charanga Habanera, entre otros, es un género más, de tantos enraizados en el son. Tal vez sí sea la mejor expresión de la ‘salsa cubana’.

“La timba es eso que Chano Pozo dijo a los músicos de su tiempo: ‘Timbero, la timba es mía’. Pudiéramos decir que es salsa cubana, por lo demás, ya sabemos que la timba es fusión de ritmos y elementos de la anterior fusión, con un toque de armonía contemporánea. Sería como el bisnieto del son cubano, porque después de Irakere con Chucho Valdés no hay nada nuevo en la música popular bailable”, concluyó.

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