‘El Principito’: un homenaje sublime

Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Es común escuchar y ver a realizadores de cine bien intencionados debatirse en el argumento de lo que le gusta o no le gusta al público eterno. No sabemos quién lo dijo primero, pero lo hemos escuchado decir: “Si ponemos el corazón en lo que hacemos, el público lo va a recibir”. Esto es así porque las personas poseemos el poder de entender el corazón de los demás. Aun si no entendemos lo que vemos o escuchamos con nuestras mentes, nuestros corazones lo abrazan y lo entienden. Vivimos en tiempos de alta tecnología, y ese asunto no va dar marcha atrás. Estamos acostumbrados a los efectos creativos y veloces en el cine, a ver películas donde los personajes no parecen seres humanos comunes y corrientes. Todo eso es fascinante y tiene mucho éxito. Además, no riñe con la calidad. Pero no es la única alternativa.

Hemos escuchado a muchos realizadores decir que han sido aconsejados “por aquellos que saben”, y les han dicho que la propuesta que tienen para una película es anticuada y no va a gustar, que necesitan una “formulita”. No estamos de acuerdo. En cine, como en todo arte, lo importante es culminar lo que se tiene, con ardiente pasión, en el corazón. Cuando el resultado se pone a prueba con el público, se concluye el éxito o el fracaso de la propuesta. El éxito no necesariamente depende de la calidad. Películas, como “Citizen Kane” (1941) del cineasta norteamericano Orson Welles (1915-1985), considerada por muchos como la mejor película de todos los tiempos, no fue un éxito de taquilla. No es a eso a lo que nos referimos aquí. Una genial obra de arte se hace lugar en el mundo cuando el momento lo decide, y atrás quedan los críticos y aquellos que pusieron piedras en el camino del realizador. El asunto es que cuando el público acepta nuestro trabajo diferente, ya sea en el momento en el cual lo presentamos o 50 años después, se cae el argumento de la “formulita”. Esta “formulita”, por supuesto, puede funcionar. Pero algunos realizadores desean plasmar su sello de marca en la historia.

El pasado domingo, en Cinema Bar 1950 del Viejo San Juan, tuvimos la gratificante experiencia de estar ante un

"El Principito" se presenta en Cinema Bar del Viejo San Juan.
“El Principito” se presenta en Cinema Bar del Viejo San Juan.
éxito de cine artesanal que rompe los esquemas de las “formulitas”: “El Principito: Proyecto Audio/Visual” del cineasta puertorriqueño Lorenzo Ortiz.

Recordamos cuando, en 1976, estrenó en el teatro de la Universidad de Puerto Rico, “El Principito” (1943) de Antoine de St. Exupéry (1900-1944). Era la primera vez que se hacía en nuestro País y la producción fue muy comentada. La banda sonora de esa puesta en escena (el libro completo de St. Exupéry con alteraciones mínimas) fue grabado por privilegiadas voces de Puerto Rico: Luis Antonio Cosme (Rey y Hombre de negocios), Miguelángel Suárez (Zorro, Vanidoso, Una flor sin importancia, Personas mayores), Fanny Cox (Rosa y Serpiente) y Carlos Rodríguez (Borracho y Farolero). La voz del principito fue extraordinariamente interpretada por Héctor Iván Monclova y el narrador principal fue una de las voces más hermosas y completas que ha dado nuestra tierra, David Ortiz-Angleró. Después de la obra, la banda sonora se pasó como programa radial.

Lorenzo, quien tiene en su trayectoria dos largometrajes, es hijo de David Ortiz-Angleró y la diseñadora de vestuario, Myriam Torres. Creció pensando que era el principito, por un libro que le regaló su padrino, Miguelángel Suárez, y después, por la grabación de esta obra que hizo su padre. Cuando murieron su padre y su padrino, el cineasta se dio a la tarea de completar un proyecto que había comenzado a esbozar con lápiz y papel.

Sentía, con todo su corazón, hacerles el tributo de una película con la banda sonora original, a esos dos seres tan importantes en su desarrollo. El realizador, también le dedica la película a su hijo, Benzola Ortiz Billot. Acompaña a la banda sonora original, la música del ballet “La Fille Mal Gardée” de Ferdinand Hérold (1791-1833), arreglo orquestal de John Lanchbery (1923-2003), interpretada por la Orquesta de Royal Opera House, Covent Garden.

“El Principito: Proyecto Audio/Visual”, estreno en la cuarta edición de la “La campechada (2014). Antes de llegar a Cinema Bar 1950, se presentó en el Museo del Niño. La película se trata de una obra artesanal, sencilla y primitiva. Ortiz hizo uso de la tecnología para crear efectos “retro”. Lo que vemos se basa en los dibujos del libro original, con una versión diferente en los colores y un tratamiento computarizado que hace aparecer que hemos sacado una película que estuvo encerrada en un baúl por más de 50 años. La película comprende un prólogo narrado por un acercamiento extremo a la mitad de la cara de Lorenzo Ortiz (a veces la mitad derecha, a veces, la izquierda) con iluminación verdosa. En ese prólogo, el cineasta explica el proceso completo que lo llevó a culminar su obra de arte. Habla a cámara en forma natural. No subestima a nadie. Cuando grabó el prólogo, Ortiz, conforme él mismo dijo, ignoraba que la banda sonora se había creado para una obra de teatro, y no lo informa.

El cineasta Lorenzo Ortiz junto a su progenitor David Ortiz-Angleró. (Foto suministrada)
El cineasta Lorenzo Ortiz junto a su progenitor David Ortiz-Angleró. (Foto suministrada)

Después del prólogo, comienza la narración del cuento con unas voces de sueño y figuras animadas que parecen haber sido elaboradas por niños, con el mínimo de movimiento, a un ritmo que no tiene prisa, una velocidad que se disfruta a sí misma, lejos de la velocidad y violencia de los “vídeo-juegos”, y películas animadas de hoy. Lo que todavía nos conmueve, no es que los adultos hayamos disfrutado el ritmo lento y la animación artesanal con “la pantalla rayada de principio a fin” y la banda sonora sin arreglos técnicos, sino que los niños que veían la película estaban fascinados. Esa empatía hizo de la presentación un éxito.

Los créditos de la película, al final, fueron breves. Además de los profesionales ya mencionados, la dirección, la edición, la cámara, la iluminación, el sonido, y demás menesteres propios del cine, fueron de Lorenzo Ortiz.

Escuchar las voces de aquellos con más experiencia es propio de personas sabias, pero detener un proyecto por miedo al fracaso es imperdonable. “El Principito: Proyecto Audio/Visual” del realizador puertorriqueño Lorenzo Ortiz es, además de un homenaje hecho todo corazón y una película que recomendamos para todo tipo de público, inspiración para los cineastas emergentes que siguen su sueño sin importar qué.

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