Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
La trayectoria de Carlos Esteban Fonseca es un lujo para la cultura puertorriqueña.
El polifacético artista, de 55 años, ha dejado huellas imborrables en el teatro, el cine, la radio, la televisión y la música.
Carlos Esteban, además, es libretista, compositor, cantante y guitarrista. Y un soñador cuya creatividad durante cuatro décadas se ha traducido en una rica contribución a las artes de la nación borincana.
A pocas horas de la reposición de “La noche que volvimos a ser gente” – que este sábado 3, desde las 8 p.m. presentará en el Teatro de la Universidad en Río Piedras – Carlos Esteban cuida minuciosamente de los detalles y pormenores del espectáculo en que transformará el escenario universitario en un café teatro de dimensiones insospechadas.
“Este es un trabajo que hago dedicado a los café teatros, donde se presentan los trabajos emergentes. Quisiera que todos mis trabajos tuvieran elementos emergentes. Así me siento, tratando de buscar donde está mi juventud 40 años después para seguir haciendo arte en el mundo”, dijo a la Fundación Nacional para la Cultura Popular.
En la coyuntura de la celebración de una trayectoria que despegó en 1975, precisamente en el café teatro La Tea en el Viejo San Juan, son reveladoras las memorias que evoca el artista. De inmediato, recuerda sus experiencias en el teatro griego y clásico, con “Edipo Rey” de Sofocles, “La vida es sueño” de Calderón de la Barca y “¿Quién mató a Héctor Lavoe?”, entre un centenar de puestas en escena.
“La primera obra que protagonicé en mi vida fue ‘Préstame un tenor’ (1980) con Chavito Marrero, Gladys Rodríguez y Norma Candal. El teatro ha dejado momentos muy bellos en mi vida. ‘Escucha los animales’ también fue un proyecto muy interesante porque yo hice toda la música y, según los críticos, fue la producción infantil del año”, recordó.
En la música, la propuesta de Absurdo Urbano es su primera referencia. Para Carlos Esteban, es un trabajó que “amé y adoré, basado en armonías, con un mimo y una bailarina, de un concepto teatral también”.
Caribe Gitano es otra empresa que le enorgullece profesionalmente hablando, recordando que el año de su lanzamiento fue la segunda producción discográfica más sobresaliente, conforme a los criterios de la Fundación Nacional para la Cultura Popular.
Sin embargo, la Descarga Boricua es uno de los proyectos de mayor aprendizaje musical en su carrera. “El primer día que fui a grabar me partieron por el medio”, dijo al recordar que en el estudio coincidió con Justo Betancourt, Ismael Miranda, Cachete Maldonado y otras leyendas de la música afrocaribeña.
“Allí estaban los más bravos de la música latina. Fran Ferrer me incluía en el proyecto porque entendía que mi trabajo en la trova se inclinaba al mundo latino. No olvidaré que Juancito Torres, a mitad de la grabación, me dijo: ‘Le estás haciendo caso a todo el mundo y cada vez te queda peor. Lo primero que hiciste fue lo mejor. Llévate el casete, vete a tu casa y trae lo que quieres hacer”.
Días después Juancito elogió su labor, pero lo motivó a que al cantar le buscara la esquina al artista que palpita en sí. “Me tomó cinco años que Juan me dijera: ‘oye, me siento orgulloso de trabajar contigo porque desde el principio te decidiste a aprender y ahora puedo escuchar al artista’. Eso es algo que guardo en el corazón porque cinco años después ya me atrevía a cantar salsa con los bravos”.
Si de la televisión se trata, “Carcajadas y algo más” es clase aparte al igual que su participación durante ocho años como animador de “Dame un break” por Telemundo, producción de Tony Mojena donde se compenetró con el público.
“Pude comunicarme con la gente semanalmente de tú a tú. Y como yo no era un animador natural, lo tuve que estudiar. Yo era actor. Pude crear un estilo de animación diferente a lo que existía hasta ese momento”.
Carlos Esteban fue de los primeros animadores que, desde el público, se proyectó hacia las cámaras. Nunca quiso mirar a los espectadores como un ente aislado en el estudio. “Era gente igualita que yo. Y de esa manera los debía tratar. No se puede menospreciar al público. Entendía que en la medida en que les dejara saber que era igual que ellos, ellos se podían sentir bien de estar conmigo”, recordó Carlos Esteban al revelar que hubo productores que discrepaban de su accesibilidad a las masas.
El sábado 3, Carlos Esteban reconocerá a sus maestros y mentores. En la función de “La noche que volvimos a ser gente: homenaje y trayectoria” agradecerá la formación que recibió de Jaime Montilla, Miguelángel Suárez y Vicente Castro.
De Jaime, tiene muy presente que, al dejar de estudiar en la Universidad por sus compromisos profesionales y la responsabilidad con el sustento de sus hijos, éste le invitó a que participara como oyente de los cursos avanzados de actuación de acuerdo a su disponibilidad.
“Así pude estudiar. Imagina el agradecimiento que le tengo. Cuando hice ‘Préstame un tenor’, fue la primera vez que no le hice preguntas. Y cuando terminé la obra, sus últimas palabras fueron: ‘Te quedó muy bien ese personaje y solo’. Nunca lo voy a olvidar”.
De Miguelángel, siempre afirmará que primero fue su amigo, luego un hermano mayor y finalmente como un padre. “Fue mi mentor y mi maestro de vida y como actor. A Miguel tengo demasiado que agradecerle como para poder expresarlo en palabras. Cada vez que actúo siento que le estoy rindiendo un homenaje a ese ser humano que me enseñó que el único exceso permisible es el agradecimiento”.
El director Vicente Castro, por su parte, le enseñó a abordar los personajes de una manera personal. “No andar buscando qué debe ser ese personaje en el mundo, sino dentro de mí. Y que dentro de mí estaba cada uno de los personajes, así fuera un asesino o un retrasado mental. Todos están dentro de uno. De los tres (Jaime, Miguelángel y Vicente) aprendí algo muy importante y es que yo no trabajo para decir lo que el autor quería decir a través del personaje, sino lo que yo quiero decir a través de ese personaje en esa obra teatral”, sostuvo Carlos Esteban, quien también homenajeará a otra de sus influencias, Sammy Davis Jr., por su versatilidad como maestro de ceremonia, comediante, cantante y bailarín.
Este sábado, en términos de disciplinas artísticas, el público apreciará varias expresiones simultáneamente. Es un libreto activo, según lo describe, porque ha variado sobre la marcha. Los que asistan se cruzarán en el vestíbulo con las obras plásticas de artistas como Rafael Trelles, Dennis Mario Rivera, José Luis Gutiérrez, Wendel Agosto y Josean Ramos.
En la parte musical lo acompañarán Carmen Nydia Velázquez, Jerry Medina, Chavela, Miriam Sussette Ortiz, Absurdo Urbano y el cuarteto Mayarí Bugaloo de Eric Figueroa, quien aportará la nostalgia musical de la vellonera que solía complementar las puestas en escena de “La noche que volvimos a ser gente”, texto de José Luis González, estelarizado por Miguelángel Suárez, cuya representación –que resalta los valores del boricua de aquí y de la diáspora- Carlos Esteban presenció hace alrededor de 35 años.
“Tengo la felicidad de que desde el principio tuve la idea de unir la literatura, el teatro, la música y el arte gráfico. Por eso en el vestíbulo tendremos un homenaje a los café teatros”, afirmó Carlos Esteban, quien recuerda muy bien la noche del debut de Los Rayos Gamma en La Tea y cómo, de la manera más natural, Rubén Blades tomó la guitarra de Silverio Pérez y cantó en lo que iniciaba la segunda función.
“Todo eso sucedía en los café teatros de manera espontánea. Y he querido un poco, a la usanza de esa época, un proyecto en el que suceden diferentes cosas para luego disfrutar de la obra”.
Mientras, 40 años después, Carlos Esteban Fonseca no ha dejado de soñar.
Al pasar balance de sus andanzas por los senderos del arte, hubiera deseado que el proyecto Absurdo Urbano tuviera mayor exposición y espacio. Pero, a estas alturas, no se desvela por lo que no pudo ser. Mejor anhela “cosas nuevas”; encontrar espacios en donde arriesgarse y retos para contribuir con innovaciones a la cultura puertorriqueña.
“Hemos creado un concepto, que puede ser la primera vez que se hace en Puerto Rico. Sueño con que mi cabeza pueda seguir produciendo cosas nuevas y distintas, sin contenidos excesivamente intelectuales, sino dentro de la magia del arte popular. […] Pienso que “La noche que volvimos a ser gente” es el trabajo teatral más significativo de mi vida”.
Los boletos están a la venta en Ticket Center (787-792-5000).