Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Nos hablaron de “Manos de la Cultura”, un proyecto que captura en esculturas de yeso las manos de artistas y personalidades de Puerto Rico, y sobresaltamos de curiosidad. Sabíamos que las manos del fenecido alcalde de Caguas, Willie Miranda Marín habían sido captadas en 2008, antes de su muerte y que “Manos de la Cultura” había tenido una primera exhibición en la sala de Exposiciones del Centro de Bellas Artes de Caguas, en 2011.

Teníamos muchos deseos de conversar con la creadora de este proyecto y nos encaminamos a ser testigos del proceso. Así llegamos a la oficina de Cultura en Caguas donde fuimos recibidos por la directora, profesora y dramaturga Iraida García y nos encontramos con la actriz y directora Johana Ferrán, la dramaturga y profesora Rosita Archevald, el actor y empresario Josean Ortiz, el director, profesor y actor Dr. Edgar Quiles Ferrer, la actriz y diseñadora de vestuario Marisocorro Pérez, en turno para entregar sus manos a la artista Sandra Gaviria.
Sandra Gaviria es una artista colombiana radicada en Puerto Rico desde 1992. Desde su llegada, incursionó en el arte con los maestros Tomás Cabán y Héctor Escalante, quien es su esposo. En 1998 estableció Taller Estudio Creativo y Galería de Arte Viento y Agua. Gaviria, quien organiza múltiples talleres de arte exposiciones colectivas e individuales de artistas locales y extranjeros, posee estudios en arte terapia, museografía, curaduría y diseño de exhibiciones. Ha coordinado programas de arte como “School to work”; Talleres de arte en Long Island, NYC con la Fundación Cristina & Friends con terapias alternativas; Hospital Hima Caguas con talleres de arte para pacientes hospitalizados. La artista fundó Crear para Sanar, donde trabaja el arte con la comunidad discapacitada, y pacientes de cáncer, y el programa de arte para desertores escolares en el Campamento Orgullo Criollo. Una hermosa muestra del trabajo de Gaviria fue Arte para ver con las manos, donde se retó, junto a otros artistas, para ofrecer una exhibición de arte a personas no videntes en la Sala de Exposiciones del Centro de Bellas Artes de Caguas. De sus inquietudes, nació Manos de la Cultura con el que rinde tributo a todos los que luchan por la cultura y por una mejor sociedad.

Conversamos con Sandra, mientras preparaba el material para hacer el molde de las primeras manos que captaría, las manos de Marisocorro Pérez. Mientras tanto, los artistas presentes, que tenían la plena libertad de escoger la imagen eterna de sus manos, estaban muy animados ensayando poses y pidiendo opinión. Edgar Quiles Ferrer lucía una garra, mientras Josean Ortiz dejaba descansar su mano en el corazón, Rosita Archevald, permanecía tranquila, muy segura de la pose que había escogido y Johana Ferrán estaba preocupada, porque la pose de su preferencia comprendía una mano muy abierta que no cabía en el molde donde las manos se iban a captar.
Se les había pedido a los artistas que trajeran un pensamiento original para entregar escrito en una página, pensamiento que estará labrado junto con la escultura de cada mano. Eso añadió algarabía a la situación. Los pensamientos de cada uno de los compañeros dieron luz de comprensión a las poses que escogieron:
Marisocorro Pérez: “En las artes no hay imposibles. Todos podemos desarrollar nuestras destrezas”.
Edgar Quiles Ferrer: “Hay que estar loco para actuar: ¡Locura que la sociedad necesita para mantener su cordura!”
Josean Ortiz: “Con la mano en el corazón, afirmo que el teatro es mi vida y mi pasión:”
Rosita Archevald: “Si estamos dispuestos a construir una patria a través del arte, entonces nunca mi pueblo morirá por falta de hambre.”
Johanna Ferrán: “Fragmento de la mano muerta… muerta la llevan al soto, la han enterrado en la umbría; por más tierra que le echaban, la mano no se cubría… Algunos piensan que así está mi cultura, muerta, pero yo me he unido a aquellos que se han dedicado a sembrar la semilla de su resistencia en las manos venideras de mis hijos, de mis estudiantes, de mis niños amigos…”

Sandra Gaviria sonreía de oreja a oreja, consciente de cuanto pasaba a su alrededor. “¿Y bien?”, le preguntamos, “¿Cómo comenzó este sueño?” “Es una historia larga, pero muy bonita”, respondió, “empecé a esculpir manos como parte de mi labor con los niños en el Hospital Hima en 2004. Un día, el entonces alcalde de Caguas, Willie Miranda Marín, vio mi trabajo y quedó encantado. Miranda Marín decía que yo debía exponer más y me alentaba para que así lo hiciera. En 2008, hice el molde de sus manos, con la idea de exhibirlas junto con otras manos… pero el alcalde murió y nunca llegó a ver la exhibición ‘Manos de la Cultura’ que presenté en la sala de Exposiciones del Centro de Bellas Artes de Caguas, en 2011. Esa exhibición recogió mi trabajo con las manos que hice desde 2004”.
¿Cuántas manos se exhibieron entonces?, preguntamos a la artista.
“50 manos de personalidades como Danny Rivera, Lucecita Benítez, El Topo, Sophy, Pablo Marcano, Wichie Torres, Héctor Escalante, Iraida García. Uno de mis grandes orgullosos es haber trabajado las manos de Toñito, el que inventó las arañitas de plátano”, indicó.
Ante la pregunta de cuál fue el impacto de la exhibición en aquella ocasión, Gaviria no disimula su orgullo. “Tiene el récord de la exhibición más visitada en el Centro de Bellas Artes. El proyecto tomó vida propia, se trata de una exhibición permanente. En la medida que los artistas se iban enterando, me llamaban para participar.
Por ejemplo, Chucho Avellanet y Nydia Caro me llamaron para pedirme que esculpiera sus manos”, apuntó.
Camino a su segunda edición de “Manos de la Cultura”, la artista colombiana adelantó que a finales del año en curso espera presentar las esculturas de cientos de manos que está trabajando desde que terminó la primera exhibición.
Mientras conversábamos con Sandra Gaviria los artistas en el cuarto rían ante sus respectivas comedias. Marisocorro Pérez y Rosita Archevald estaban en sus burbujas. Josean Ortiz tenía su mano derecha puesta encima de su corazón y todo su ser se concentraba solemnemente en esa acción, el Dr. Edgardo Quiles mantenía una garra que perseguía sombras, mientras que Johanna Ferrán todavía no decidía la pose de sus manos y por cada pose que ensayaba toda la oficina se balanceaba. El actor Jorge Armando abrió la puerta para ponerse en turno, y ante la visión, su cara de “en qué planeta vivo” valía un millón.
“Este es un trabajo muy feliz y yo me siento agradecida. Primero, de mi esposo, que siempre me apoya en todo. Después, ¡son tantas las personas! Pero no puedo dejar de mencionar a Iraida García y la Oficina de Cultura en Caguas, al alcalde Willito Miranda, a Maribel Quiñones y a la cantante Sophy, quienes me han ayudado tanto”, concluyó la gestora de un proyecto válido cuya razón de ser no necesita mayor explicación.