Por Rafael Vega Curry
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
El camino no ha sido fácil para Juan Carlos Ferrer, líder del grupo Tarah. Pero cada obstáculo, en lugar de detenerlo, lo ha impulsado a seguir adelante con su sueño de hacer su propia música, única en el panorama musical puertorriqueño.
Mezcla de New Age y rock progresivo, con toques de jazz y ritmos latinos, Tarah es todo un espectáculo en sus presentaciones en vivo. Entretanto, su segunda grabación, “Voyage” –elegida como una de las mejores de 2014 por la Fundación Nacional para la Cultura Popular- evoca toda una serie de eventos –épicos, transicionales, de paz y armonía- en la mente del escucha. Algo así como la partitura de una película que aún está por hacerse.

“Ese es el motivo básico de este disco”, reconoce Ferrer cuando se le comenta sobre el carácter narrativo de su música. “La musa puede venir de experiencias o situaciones personales. Algunas son ‘cool’; otras son pésimas. Las melodías empiezan a sonar en mi cabeza. Pero me encanta una frase que dijo una vez (el gran pianista de jazz) Thelonious Monk: ‘si la música no se queda grabada en tu mente, es que no valía la pena”.
De acuerdo con Ferrer, la producción de “Voyage” fue una auténtica labor de amor, que contó con las aportaciones de todos los integrantes de la banda. Además de liderar la banda, Ferrer es uno de los dos tecladistas del grupo, así como compositor y arreglista de todos los temas. Como si fuera poco, actuó como ingeniero de grabación y diseñador gráfico, ya que él mismo se encargó de hacer la ilustración de la portada del CD.
Completan la banda Francisco Guzmán en teclados; Yabey Marcano en batería y percusión; Jesús Roure en guitarra eléctrica; Charles Figueroa en bajo eléctrico; Richard Ruiz en guitarra acústica; Rubén Amador en percusión; y Ricardo Dávila en violín eléctrico, así como el propio Ferrer en teclados.
Cada uno trajo su experiencia y su talento al producto final. “Las piezas que escogimos grabar cogieron giros nuevos, un nuevo sabor”, cuenta Ferrer. “Todos aportaron a esta evolución”.
“Una cosa es que yo quiera que el instrumento suene de cierta manera y otra es que el propio músico venga y abra otras posibilidades”, abunda Ferrer. “Yo trazo el mapa, pero cada uno aporta su estilo y conocimientos. Yo lo que quiero es que la música crezca”.
El nombre del grupo proviene de un sueño que tuvo Omar Pagán, co-fundador de Tarah en 1998, cuando la línea musical de la banda era más orientada al rock. “En el budismo, una tarah es una deidad”, explica Ferrer. “Hay varias deidades y cada una de ellas representa una virtud”.
Probablemente él no lo reconozca así, pero la virtud que distingue a Ferrer como líder musical es su tesón, su deseo de superar escollos con el fin de hacer realidad su visión musical.
Según relata, de pequeño tomaba clases de piano, que debió abandonar cuando la situación económica de su

familia no lo permitió. Empeñado en no abandonar el instrumento, continuó de manera autodidacta. Luego tuvo la fortuna de encontrar en su camino a maestros cuyas enseñanzas hoy agradece, como el venezolano Salim Omaña y al guitarrista Juan Sorroche, a quien conoció en la Universidad de Puerto Rico. Este último lo motivó a permanecer en la música, aunque le advirtió que “esto es como una carrera en Medicina. Debes practicar de seis a ocho horas diarias”.
En 2003, narra Ferrer, el líder del legendario grupo Fresh Aire, Chip Davis, lo invitó a hacer la apertura del
concierto que la banda ofrecería en Puerto Rico. “En los 27 años de historia de Fresh Aire, ninguna otra banda había abierto un concierto suyo”, cuenta emocionado Ferrer. Pero el sueño no llegó a hacerse realidad, por diferencias de última hora con los productores. Posteriormente, conoció al famoso productor Emilio Estefan, aunque tampoco pudieron concretar proyecto alguno.
Sin embargo, la banda se apuntó un importante triunfo, al abrir el concierto del trompetista Chris Botti cuando este tocó en Puerto Rico en noviembre de 2014. “Al público le fascinó lo que hicimos, aunque no supieran quiénes éramos”, expresa el músico. “Quedó demostrado que hay público para esta música”.
Ferrer indica que antes componía canciones con letra, pero “me di cuenta que podía hacer más con la música que con la letra”. En un principio no sabía cómo calificar su música, hasta que un día una hermana suya le envió un cassette del tecladista griego Yanni, con quien se identifica. Hoy escucha además música New Age, pop instrumental y grupos como Enya, David Arkenstone y The Forest. “Mi otra pasión es la ópera y la música clásica”, revela Ferrer, aunque aclara que también disfruta el rock de los años 80 y el jazz latino de Michel Camilo y Paquito D’Rivera, así como el jazz “straight” de Miles Davis y John Coltrane.

De acuerdo con Frederick Rivera, manejador de la banda, “mercadeamos lo nuestro como World Music, que apela a muchos mercados y puede tener presencia internacional. No importa dónde sea que lo escuches, alguna pieza te va a impactar. Quisimos hacer una producción que no tuviera nada que envidiarle a ningún producto extranjero. De hecho, queríamos que la gente pensara que no fue hecho aquí, aunque todos los músicos son puertorriqueños”.
Entre sus instrumentos, Tarah emplea toda una variedad de teclados para crear su emotivo sonido: Korg N264, Roland XP30, Komplete de Native Instruments, Roland A33, Yamaha Mox 8 y Mox F8, que utilizan en diferentes combinaciones para crear variedad y riqueza de texturas.
Tanto Rivera como Ferrer advierten que no es lo mismo escuchar la música del disco que presenciarla en vivo. “La energía que proyectamos en tarima es un espectáculo”, asegura Ferrer, quien confía en presentar próximamente la música de su grupo en concierto.
El CD está disponible en Walmart, JC Penney, Starbucks, la Fundación Nacional para la Cultura Popular y todos los “outlets” de la Distribuidora Nacional en tiendas locales. También, en Internet, a través de Amazon, ITunes y Google Play.