Vivo el recuerdo de Francisco Arriví

El pasado viernes 19, en el teatro Victoria Espinosa, el PEN Club de Puerto Rico Internacional, en colaboración con el Instituto de Cultura Puertorriqueña, le hicieron justicia al don Francisco Arriví, Padre del Teatro Puertorriqueño, en ocasión del centenario de su nacimiento.

Francisco Arriví nació el 24 de junio de 1915, en Santurce, donde vivió hasta el 8 de febrero de 2007, cuando murió. Es una de las figuras más importantes de Puerto Rico en el universo de la cultura y la acción. La aportación de Arriví al planeta del Teatro no tiene comparación. Fundó el Tinglado Puertorriqueño, asociación formada por estudiantes y con la cual llevó a escena las piezas de su autoría “Club de solteros” y “El diablo se humaniza” en 1940. Fue actor de radio y director de teatro. A fines de la década de 1940 partió a Nueva York gracias a una beca otorgada por la Fundación Rockefeller y la Universidad de Puerto Rico. A su regreso, inició un nuevo ciclo para Tinglado Puertorriqueño con actores de la Escuela del Aire. Ocupó el cargo de Director Ejecutivo de Radio Emisión Pública de WIPR Radio y se encargó de darle un nuevo giro a la programación acercándola más al arte dramático. Junto con Ricardo Alegría, quien era su primo, fundó el Instituto de Cultura Puertorriqueña y dirigió la Oficina de Fomento Teatral de dicha organización gubernamental, entre 1959 y 1980. Bajo su incumbencia desarrolló y dirigió el Primer Seminario de Dramaturgia. Fue ensayista, poeta, novelista, diseñador, ilustrador, promotor, luminotécnico, productor, guionista, dramaturgo y autor de libros como “Conciencia puertorriqueña del teatro contemporáneo” (1938-1956) y “Areyto mayor”. También, fue el autor del Himno de la Universidad de Puerto Rico.

La noche del 19 de junio, fuimos recibidos en el vestíbulo del Victoria Espinosa por Aixa Ruiz Ellis (Directora Interina del Programa de Artes Escénico Musicales, representante del Director del Instituto de Cultura Puertorriqueña, Jorge Irizarry, en el evento) y por José Enrique Muratti (Presidente del PEN Club de Puerto Rico Internacional). Sobresalía la energía que precede a un evento extraordinario, cuyo público está integrado por directores, actores, técnicos del espectáculo, dramaturgos y escritores. Las emociones fueron resaltadas por la presencia de amigos y familiares de don Francisco Arriví.

Los actos, que desembocarían en una charla entre cuatro reconocidas figuras del teatro en Puerto Rico y el público presente, comenzaron con la participación artística de la soprano Kimberly L. García, y el músico Andrés Rigau Torrens en la guitarra, quienes interpretaron dos piezas de compositores puertorriqueños: “Voz del guiro” de Ernesto Cordero y “Mis penas” de Juan Morell Campos. Cerraron con la simpática interpretación de una canción aun más simpática, “El niño caníbal” del humorista, arquitecto y compositor cubano (Alejandro García) Virulo. Después de una transición de aplausos y risas, Helga Umpierre, de la Junta Directiva del Pen Club, maestra de ceremonias del evento, saludó a los invitados y presentó a su Presidente, José Enrique Muratti.

Muratti tuvo palabras de agradecimiento para el Instituto de Cultura Puertorriqueña y su director Jorge Irizarry Vizcarrondo. También, destacó la labor de la escritora, educadora, periodista, y profesora puertorriqueña, primera mujer abogada que trabajó para el Departamento de Justicia, Nilita Vientós Gastón. Fue Vientós Gastón quien estableció el PEN Club en Puerto Rico en 1967. José Enrique Muratti anunció que en 2016 se celebrará en Puerto Rico, por primera vez, el Congreso del PEN Club internacional, evento que arropará el País. Para finalizar, el presidente del PEN aclaró que las siglas de la organización que representa responden a las palabras poetas, ensayistas y novelistas, y no bolígrafo, traducción al español de la palabra inglesa pen. Después de arrancar risas con su aclaración, Muratti presentó a los moderadores del coloquio: las dramaturgas y directoras Dra. Myrna Casas y Dra. Victoria Espinosa, la diseñadora de vestuario Gloria Sáez, y el director y dramaturgo Roberto Ramos-Perea.

Ramos-Perea comenzó con la presentación de una reseña de Francisco Arriví muy fuera de lo común, destacó al Padre del Teatro Puertorriqueño como un insigne poeta, mientras leyó muy bien unos versos que así lo hicieron constar (“Todas las voces de mi isla me trenzan hacia ti…”). En este momento la sala del Victoria Espinosa se inundó de magia. Hizo Ramos-Perea una defensa de la labor de don Paco, sobretodo en el proceso del Centro de Bellas Artes de Santurce, idea que surgió de un sueño de Arriví. Contó de sus escapadas con don Paco, Enrique Laguerre y Carlos Canales por restaurantes aledaños a la calle Loiza y de las conversaciones sobre teatro y política. Roberto Ramos-Perea lamentó que Francisco Arriví dejara a un lado su carrera de dramaturgo para dedicarse al desarrollo y bienestar de la clase teatral, lo cual fue el norte en su vida. Declaró considerarse discípulo de Don Paco y que, a su parecer, “Vejigantes”, drama estrenado en 1958 en el Primer Festival de Teatro Puertorriqueño del ICP, es la mejor obra de teatro puertorriqueño, porque en la misma se plasma la identidad nacional. “Aunque Francisco Arriví fue popular (“estadolibrista”) abierto, nadie le puede cuestionar un profundo sentimiento de la nación como sostén de una esencia”, dijo Ramos-Perea.

Myrna Casas agradeció a Ramos-Perea, la semblanza tan completa y pasional que ofreció de su amigo Francisco Arriví, manifestó estar de acuerdo en que “Vejigantes” recoge el alma de Puerto Rico y aportó con un anecdotario personal sobre su experiencia con Don Paco, hacia quien mostró gratitud y admiración. Una de esas anécdotas fue el proceso de su obra “Cristal roto en el tiempo”, la cual presentó al Maestro cuando la escribió y este le dijo: “Tienes un segundo acto, ahora escribe el primero”. Por su parte, la diseñadora de vestuario Gloria Sáez dijo deberle a Arriví la confianza en ella como profesional y haber sentido siempre al Padre del Teatro en Puerto Rico como un verdadero protector. En sus palabras, Victoria Espinosa, quien en tres años cumplirá su primer centenario, destacó la labor de Arriví con el teatro infantil. Entre las historias que compartió, sobresalió la del estreno controversial de “Areyto pesaroso” en la Universidad de Puerto Rico, obra y montaje de Espinosa. Francisco Arriví la apoyó de principio a fin.

La conversación de estos cuatro protagonistas de la historia del teatro durante el siglo 20, y en las primeras dos décadas del siglo 21, fue emocionalmente histórica. La charla con el público no lo fue menos. Francisco Arriví impactó las vidas de todos los teatreros que lo conocieron, ya fuera con consejos, o comentarios certeros. Siempre ávido de conversación, nunca se negó a interactuar con los jóvenes que daban sus primeros pasos. Era el primero en llegar a todas las actividades, el último en irse y si no había con quien hablar, lo hacía con la posteridad. Y todavía lo escuchamos hablar.

Francisco Arriví hijo, hizo revelaciones sobre la vida de su padre que nos sorprendieron, como por ejemplo, su afición por el boxeo, el hipismo y el beísbol. Contó detalles de la vida privada del dramaturgo y el sentir de su padre sobre las situaciones que enfrentaba a diario. Los relatos arrancaron, a veces risas, a veces lágrimas, de cuando en cuando, indignación. Pero todos señalaron hacia la unión. Unidos, así nos sentimos. Quienes conocimos a don Paco, tuvimos la oportunidad de hablar, y perseveramos para lograr un turno.

La exposición de Paquito sobre su padre Paco, y todo lo demás, provocó que Roberto Ramos-Perea propusiera una biografía completa sobre el Padre del Teatro Puertorriqueño. Esto tuvo acogida entusiasta y el PEN Club de Puerto Rico Internacional se comprometió a colaborar para la publicación del libro.

Fue muy difícil terminar el coloquio, pero se hizo con las siguientes palabras de José Enrique Muratti: “Todos estamos emocionados por la pasión, la sensibilidad, que sigue provocando este compatriota, Francisco Arriví. Me conmueve lo que veo aquí. Esta debe ser la noticia y el mensaje de este momento: “Hay más puertorriqueños talentosos que criminales sueltos”. Visiblemente emocionado, Muratti entregó a Francisco Arriví, hijo, la Medalla Conmemorativa Julia de Burgos como un recuerdo eterno de la celebración histórica.

Helga Umpierre interrumpió a Muratti con seis ramos de flores, dos de ellos blancos para Aixa Ruiz y José Enrique Muratti; cuatro coloridos para Myrna Casas, Victoria Espinosa, Gloria Sáez y Roberto Ramos-Perea.

Si fue difícil terminar el coloquio, más difícil se hizo despejar la sala del teatro para pasar al vestíbulo y continuar con una confraternización. Euforia es la palabra que define este recuerdo que revolcó, en forma mística, nuestra conciencia de nación. 56 Festivales de Teatro Puertorriqueño, 48 Festivales de Teatro Internacional, cientos de ensayos, decenas de obras de teatro, libros, poemarios, compromiso ardiente, acción certera, don Francisco Arriví corre por nuestras venas, habla cuando hablamos, despierta cuando despertamos y continúa accionando a pesar de nuestro cansancio.

Al despedirnos de estos párrafos, nos hacemos eco de unas palabras de José Enrique Muratti: “Este legado (el de Francisco Arriví) resulta indispensable para construir nuestro futuro, transferir a las futuras generaciones el caudal de creatividad y de obras de indiscutible calidad de nuestros escritores, compositores, artistas y promotores culturales”.

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