Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Retrató con fidelidad el Alma del Poeta porque el vate es su fenecido padre Oscar.
En una expresión de respeto y admiración al compañero de camino durante parte de su existencia, el cantante puertorriqueño Gilberto de Paz, radicado en el estado de la Florida, ha rescatado del baúl de los recuerdos parte de las obras inéditas de su progenitor Oscar, un prolífico poeta y compositor cuyo catálogo se nutre de letras patrióticas, románticas y existenciales que exploran el misterio de la vida después de la muerte.
En la coyuntura del Día de los Padres, Gilberto presenta el disco “El alma del poeta”, cuyos arreglos, dirección y

producción delegó en el experimentado maestro Amaury López Jackson. La secuencia del primer disco que documenta la obra de Oscar de Paz discurre entre el bolero, la balada y la síncopa del vals y la chacarera.
En entrevista exclusiva para la Fundación Nacional para la Cultura Popular, Gilberto explicó que la vena artística es herencia de su padre Oscar, por parte de su madre Consuelo.
“Se identificó mucho conmigo porque siendo bohemio, cuando llegaba de sus fiestas se refugiaba conmigo porque mi hermano mayor asumía más bien la función de padre y lo amonestaba por llegar con amigos y ese tipo de cosa. Yo me iba con ellos cuando jugaban ajedrez o dominó y él les declamaba los poemas que escribía según le llegaba la musa. Viví eso desde muy pequeño. Me levantaba de madrugada y yo me arrimaba a observar lo que hacían y me hablaban como si yo fuera un hombrecito”, recordó.
Oscar, agrónomo de profesión, engendró ocho hijos. Gilberto es el tercero de seis varones y dos hembras. Con la exposición a las serenatas en Jayuya, la cuna de su infancia, si bien se inició en la actuación, al trasladarse a estudiar a Mayagüez incluyó entre sus bártulos la guitarra de una prima. Así, de manera autodidacta y con su padre como inspiración, también se desarrolló como bohemio y cancionero.
El disco “El alma del poeta”, complementado con un librito de poemas, es una expresión viva de la pasión por la bohemia que heredó de su fenecido papá.
Con metáforas de un sentimiento nacionalista honesto, “Nostalgia patria” es uno de los primeros poemas que musicalizó. “Hace unos años un amigo le musicalizó un poema patriótico titulado “Mi río”, que no se ha grabado aún. Cuando empecé como cantante hablamos de musicalizar esos poemas, pero son muy largos y difíciles de frasear musicalmente, aunque tienen mucha rima. Luego me dio poemas más cortos. “Nostalgia patria” consta de dos poemas: el que se cantó y el que se declama”, señaló Gilberto, quien en 1989 participó interpretando la obra folclórica de la compositora hondureña Lydia Handal en el elepé “La canción del recuerdo”.
Gilberto, quien se desempeña como intérprete judicial, quiso en el primer cd que dedica a su padre presentar un

balance del contenido temático que lo distingue. Es el primer paso que emprende en la documentación de una obra digna, para el enriquecimiento de la cultura popular y el deleite de las nuevas generaciones.
“Este es apenas el comienzo. Ya hay cinco poemas más musicalizados que sacaremos en una segunda edición. Los poemas que él me iba ofreciendo los fui incorporando a mi repertorio para cantarlos”.
Gilberto esperó 15 años para reunirse con Amaury López Jackson. “Habíamos hablado y fijado una fecha para colaborar, pero no se nos dio. Transcurrió todo ese tiempo y nos volvimos a encontrar. Hay dos temas sincopados (“Climaterio” y “Vas prendida”) que me sugirió que no incluyéramos, pero le dije que no podía darme el lujo de hacer producciones de pocos temas porque no estaba considerando venderla comercialmente porque en realidad lo que busco es dejar un legado de la obra de mi padre”.
La particularidad de la obra de Oscar radica en lo recurrente que es el tema de la trascendencia espiritual, representada en “Mi espera”, “Tú vendrás”, “Para cuando me haya ido” y “Volveremos a ser”.
“Lo que se puede extraer de la lectura de un poema de mi papá es la continuidad de la vida. En su juventud le escribió mucho a Puerto Rico; a los Tres Picachos o las tres razas que nos hacen. Escribió mucho en la voz de los caciques y del patriota puertorriqueño. Luego, con los años, escribió cosas de amor y en los últimos años la trascendencia espiritual y el ser humano en su forma más universal”.
Posiblemente, “Para cuando me haya ido” es la canción más significativa de la secuencia. Fue la última que Gilberto musicalizó para la producción “El alma del poeta”. La encontró seis años después de su muerte dentro de un libro de reflexiones que solía leer su mamá.
“Él sabía que ella la iba a encontrar. Se la dejó en el centro del librito. Un buen día llegó a la página y la encontró. Esa fue su despedida”.
El disco y poemario “El alma del poeta” se consigue exclusivamente en la Fundación Nacional para la Cultura
Popular. Disfrutarán de una audición agradable, de sobrada sustancia poética y de una voz que en ocasiones evoca

rasgos de Gilberto Monroig y Chucho Avellanet, parte de sus influencias como intérprete.
“Me lo han comentado. Mi voz tiene identidad, pero la sonoridad se parece en unos registros a Gilberto y en otros a Chucho. Eso siempre me lo han mencionado. Fueron una influencia. Soy amante de la bohemia nostálgica de las épocas que representan”.
Gilberto de Paz finalizó con un sensible mensaje a los padres y sus hijos, recordando siempre que son el fruto de un sembrador. “Nuestros padres, los que pasan antes que nosotros, mientras los recordemos están vivos y viven en nuestras acciones porque, más que sus palabras, imitamos sus actos. Miren a su alrededor; que padres e hijos se valoren porque somos el mismo actor, en la misma obra teatral, pero en distinto tiempo”, apuntó el barítono lírico que dirige el grupo Tropix, junto a su esposa Brunilda González y su hija Laura.