Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
En medio de los dolores del Puerto Rico del Siglo XXI, Nydia Caro propone ladrillos de esperanza para reconstruir al País.
Y es que interpela profundo la conciencia presenciar a la extraordinaria artista puertorriqueña apostar por el optimismo, al recordar –como versa la canción de María Ostiz que grabó en 1977- que “a un pueblo hay que ganarlo con respeto porque es algo más que una maleta, perdida en la estación del tiempo, esperando sin dueño a que amanezca”.
La interpretación de “Un pueblo es”, acompañada por las voces de Coralia ya casi en las postrimerías del espectacular concierto “Celebrando 40 años del OTI: Trayectoria”, confirma que el arte es una de las artillerías más poderosas para despertar a las masas.
De seguro, el público heterogéneo que el pasado domingo respaldó a la intérprete durante su aclamada función en la Sala Antonio Paoli del Centro de Bellas Artes de Santurce regresó a sus destinos con una inquietud: la música vivifica la moral y emancipa el espíritu.

Durante poco más de dos horas, con el provocador montaje escenográfico de Arquetipo y el sugerente despliegue lumínico de Leo Aguilú, la artista evocó el cuadragésimo aniversario de su consagración en 1974 en el Festival OTI con la composición “Hoy canto por cantar” de su autoría y Ricardo Cerratto, efeméride que fue honrada con creces con el programa de mano y la exposición de la Fundación Nacional para la Cultura Popular.
Con un balance perfecto de recursos teatrales, desde el saque con la interpretación de la niña Sofía Vázquez, en representación de Nydia en su infancia con la interpretación de la enternecedora “When You Wish Upon a Star” de la banda sonora de la producción de dibujos animados “Pinocchio” de Disney, fue evidente que la artista no escatimaría en su regreso al escenario más prestigioso del País.
Y no desatinamos en nuestra corazonada pues, de inmediato, Nydia reafirmó su veteranía y la profundidad de su repertorio, con un popurrí de los éxitos “Antonio”, “Charly” y “Las separadas”.
Detrás de la excelencia musical de las puestas en escena de Nydia Caro encontramos al experimentado pianista Martín Nieves. Al frente de un quinteto integrado por Jorge Laboy en la guitarra, Fernando Muscolo en el teclado, Junior Irizarry en el bajo y Tony Sánchez en la batería, Nieves se las ingenia para que la intérprete brille en una diversidad de ritmos, que además de la balada romántica y el bolero, abarcan arreglos en blues y jazz como “Inseparable” y el estándar “My Funny Valentine” que, en perfecto inglés, evocan las versiones inmortalizadas por Billie Holiday, Ella Fitzgerald, Chet Baker y Frank Sinatra, deleitando al auditorio por los acordes de Laboy y el sutil manejo de Sánchez de la escobilla.

Su encuentro con la sensacional banda Fusión Jonda en “Te estoy amando locamente” propició el primero de varios cambios del ajuar diseñado por el modista Orlando López de Of Atelier; quien con su finos y elegantes vestidos, en el marco del decoro y la formalidad que la caracteriza, proyectó a la Muñeca de los Ojos Brujos con una belleza sinigual.
Con una influencia de Gipsy Kings que se enriquece hasta la originalidad con la presencia de la clave afroantillana y la pluralidad de tambores, Juan Luis Romero y Fusión Jonda deleitaron con sus coreografías e injertos del flamenco con la bomba, el reguetón y la cadencia del Brasil, como también quedó evidenciado en sus fragmentos de “Preciosa” de Rafael Hernández y “Mais que nada”, popularizada en los años sesenta por Sergio Mendes.
Nydia reapareció con una sublime y poética versión de “Unicornio azul” de Silvio Rodríguez, que descansó en los preludios y giros melancólicos del acompañamiento del violinista Francisco Jiménez. “Hijo de la luna”, del repertorio de Mecano, fue un regalo al sentido de la visión por la coreografía de Antonio Santaella, inclinada a la expresividad teatral de la danza moderna.

Otro de sus invitados fue el eterno Chucho Avellanet, cuyo dúo en “Perdón” de Pedro Flores precedió su siempre estremecedora versión de “El amor desolado”, que levantó al público de sus butacas.
Su tributo a Violeta Parra con sus versiones de la chacarera “Volver a los 17” y su acercamiento en son cubano a “Gracias a la vida” confirmó una vez su versatilidad y dominio del pentagrama popular.
De “Ooh Baby, Baby”, emblemática de la era del soul y exponentes como el difunto Ralphy Pagán, pasó a la etapa de la música disco, arrancando fuertes aplausos con “El amor entre tú y yo”, en que la escenografía de repente simuló una discoteca.
La ternura del vals “Cuéntale” dio paso a la aparición de Coralia y la profesora Carmen Acevedo Lucío con su soberbia interpretación a capella en el recuadro de una exquisita armonización de voces del “Son de la loma” de Miguel Matamoros.
En la presentación, producida por Angie García y Rolando Santa, no faltó la proyección de los vídeos de sus

presentaciones televisivas y especialmente el momento de su histórica consagración en el OTI con la balada antiprotesta “Hoy canto por cantar”, que reservó hasta el final, tras el encore de rigor, sin imaginar que la emoción entrecortaría su voz en las frases iniciales, pero con la fortuna de la sobrada experiencia de las coristas Wandi Reyes y Yanira Torres.
En síntesis, el domingo cada espectador recorrió con Nydia Caro las escenas más memorables de su trayectoria musical.
Y al salir, no hay duda, de que en lo sucesivo no pocos recordarán que “un pueblo es abrir una ventana en la mañana y respirar la sonrisa del aire en cada esquina y trabajar, uniendo vida con ladrillos de esperanza”…
¡Gracias Nydia!