Por Rafael Vega Curry
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
El saxofonista puertorriqueño Jazz Hamilton acaba de regresar de Papua, Nueva Guinea, donde ofreció dos conciertos y dos clases magistrales. También tocó recientemente en Francia y Canadá. Pocos días después de esta entrevista, viajaría a Noruega. Pero, en una nueva confirmación de aquel viejo refrán que dice que nadie es profeta en su tierra, es poco conocido en el terruño donde nació, pese a que su talento es reconocido mundialmente.
Pero eso no lo amilana. “Donde quiera que me paro en el mundo lo primero que digo es que soy 100%

puertorriqueño”, dice el músico natural de Caguas, quien desea que un mayor número de sus compatriotas conozca su arte.
“Quiero que Puerto Rico conozca mi música”, manifiesta Hamilton. “He representado bien el nombre de Puerto
Rico en el mundo. Esto también es hacer patria”.
De hecho, el músico recientemente participó en un concierto en Perth, Australia, “en el que probablemente habría cinco puertorriqueños en todo el teatro. Pero esos cinco puertorriqueños, a final del concierto, empezaron a pedir a viva voz que tocáramos ‘Preciosa’, de Rafael Hernández. Yo la toqué solo en mi saxofón… y la respuesta de aquel público fue impresionante”.
La meta de Hamilton de ser más conocido en su patria podría empezar a cumplirse con la difusión local de “Within Jazz and Romance”, su nueva grabación, que integra jazz, aires clásicos, melodías populares y un toque hollywoodense en un programa dedicado, simplemente, a la belleza de la música romántica en toda su expresión.
Entre las piezas que integran el abarcador repertorio del álbum se encuentran “Libertango”, de Astor Piazzolla; el Adagio del “Concierto de Aranjuez”, de Joaquín Rodrigo; “Over the Rainbow”, de Harold Arlen; y “The Gift”, de Jim Brickman, todas interpretadas con gran riqueza melódica por cinco orquestas o conjuntos de cuerdas distintos.
“Conseguimos varias orquestas buenas y decidimos qué temas le daríamos a cada una”, dice Hamilton, simpático y buen conversador, durante una entrevista en la Fundación Nacional para la Cultura Popular. “Varios productores y directores musicales trabajaron conmigo aquí” durante el año y medio que tomó completar la grabación, mayormente en estudios italianos, explica.
“No hay nada más importante que el hecho de que, cuando tú piensas en una composición y haces el arreglo, la música suene exactamente como la pensaste en un principio”, agrega el saxofonista. “No es cuestión de suerte. Hay una unidad de sonido. Estoy bien agradecido a todo mi equipo de trabajo”.
“Este disco representa para mí la historia musical de toda una vida de propósito y de trabajo”, manifiesta

Hamilton. “Es historia vivida. Lo que hay que hacer para ser músico no es solo estudiar. Hay que sufrir, reír, perdonar, hacer tantas cosas que están atrapadas en este disco… Este es mi ID sonoro y armónico. Quería presentarle mi alma musical a la gente, entregársela en sus manos”.
De acuerdo con el músico, la recepción internacional de “Within Jazz and Romance” ha sido “espectacular. Está disponible a través de 850 outlets digitales en el mundo entero”.
Producto de la Escuela Libre de Música de Caguas, así también como la de San Juan, y con estudios primarios en Gurabo, Hamilton agradece la huella que dejó en él Pedro Luis Jiménez, a quien califica como uno de los mejores maestros de saxofón de la época. Posteriormente estudió en el New England Conservatory y en Hartt College, en Hartford, Connecticut.
El saxofonista dice que se ha sentido vinculado a la música “desde que tengo uso de razón. Al principio pensaba que sería cantante. Mi papá coleccionaba todo tipo de música, popular, clásica, jazz…”
Un momento decisivo en su vida le llegó, precisamente, gracias a esa colección de discos de su padre, en la que descubrió un día el clásico “Body and Soul”, interpretado por Coleman Hawkins. “Desde ese momento en adelante, el saxo me encontró. La música me encontró a mí, no al revés”.
Hamilton explica su total compenetración con la música afirmando que “yo no tengo una carrera, tengo una vida. A la música le debo todo lo que soy y he logrado”. Y poniéndose a sí mismo como ejemplo, exhorta a todos los padres a brindarle una educación musical a sus hijos. “Conozco hombres de negocios que estudiaron música. Son seres humanos con muchas puertas. Seres que analizan la vida de manera diferente. Las artes entrenan tu cerebro con una perspectiva distinta del mundo que te rodea”.
Agradecido de sus maestros, el músico recuerda con cariño a Leslie López y a Lito Peña, quien le dijo una vez, “tú naciste para tocar”. También agradece la ocasión en la que el maestro Tito Puente le aconsejó, “tienes que comenzar hacer tu propio camino”, refiriéndose a que definiera su propio estilo.
Hamilton relata con afecto una anécdota que le ocurrió mientras estudiaba en Hartt College con Jackie McLean, uno de los grandes maestros del saxo alto. En cierta ocasión, McLean le pidió que lo sustituyera en un ensayo y, de ser posible, también en un concierto. No le dijo con qué músicos tocaría. Al llegar al lugar del ensayo, descubrió que era nada menos con el legendario Sammy Davis Jr., quien lo miró, cómo preguntándose quién sería aquel jovencito que el maestro McLean había enviado a sustituirlo. Pero luego se mostró agradable y empático, y le dijo que podía quedarse. Luego Davis telefoneó a McLean y le dijo: “Oye, Jackie, lo siento, pero te quedaste sin el trabajo. El jovencito se queda en mi banda”.
A medio camino durante toda su carrera entre el jazz y la música clásica, Hamilton afirma que “lo que más me gusta es tocar. Pero eso conlleva un trabajo previo que muchos no entienden. Hay que leer muchísimo, conocer la historia de las piezas y sus compositores. Conocer por qué la pieza se hizo así”.
“Yo sueno como yo sueno”, agrega el músico. “Lo que yo arreglo suena como lo que yo arreglo. Pero puede venir otro

arreglista, coger la partitura y tocarla y no sonará así, porque yo uso ciertos trucos armónicos que he adquirido a través de mi experiencia. Mi vibrato es parecido al de las cuerdas de un piano”.
De hecho, a la lista de créditos de este puertorriqueño se le agrega ser uno de los pocos saxofonistas que ha creado su propio instrumento, el cual vende a través de su propia compañía. “Creé el Revolution 60 por la necesidad que tenía de un instrumento que me permitiera hacer las cosas que yo hago. Estoy en un concierto, que puede ser jazz o clásico, y hay ciertos sonidos que hago. Para poder hacerlos con mayor comodidad, reorganicé las llaves del saxo, rediseñé los espacios y añadí orificios al instrumento. Mi saxo tiene gracias a todo eso una escala cromática amplísima. Tiene una reacción inmediata al aire que permite toda una reconstrucción armónica”.
El Revolution 60, indicó, está disponible en toda la escala, sopranino, soprano, alto, melódico, tenor, barítono y bajo.
“Tenemos que atrevernos a hacer cosas nuevas, porque, de lo contrario, vamos a seguir haciendo lo mismo siempre. La música evoluciona y nosotros vamos creando nuevos espacios a medida que creamos cosas nuevas”.
“Yo he sido bien dichoso”, expresa Hamilton, quien ya trabaja en su próxima grabación. “Pero la realización de un ser humano nunca está completa, hasta que uno muere. No puedes perder un minuto en tu vida. Yo me siento bien, pero siento que todavía tengo que dar mucho más”.
El proyecto Wolfgang Jacobi –
Uno de los logros de los que Jazz Hamilton se siente más satisfecho es el de haber sido elegido para tocar la música del compositor alemán Wolfgang Jacobi (1894-1972), autor de las primeras composiciones clásicas para saxofón. También compuso música para instrumentos electrónicos.
Jacobi es desconocido para una gran parte del público mundial, debido a que, durante su vida, fue música

prohibida por Adolf Hitler. Hoy, la fundación Wolfgang Jacobi Society quiere remediar esa situación, para lo que preparan un documental y un libro que deberán ser publicados en 2016. Hamilton toca toda la música del documental.
“En 2008, incluí en mi disco ‘My Soul’ la ‘Sarabanda’ de la Sonata para Saxo Alto de Jacobi”, relata Hamilton sobre el origen de dicho honor. “El nieto de Jacobi la escuchó, le encantó y buscó la manera de contactarme”.
De acuerdo con el músico, el estreno del documental se llevará a cabo en 30 ciudades de todo el mundo. “Estamos grabando la música en diversas localidades, en el Báltico, Alemania, Francia, Italia, Suiza, en todos los sitios donde ocurrió la historia de Jacobi”.
“Queremos educar a la gente sobre esta música”, subraya Hamilton. “Y es un orgullo que un saxofonista puertorriqueño, entre tantos que hay en el mundo, haya sido escogido para darla a conocer”.