Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Imagínese a Ramón Emeterio Betances en salsa, plena, bomba, hip-hop, danza, merengue, rock, trova (campesina y urbana) y reguetón.
La obra del prócer; sus poemas y discursos; su gesta social; su trascendencia histórica; sus pensamientos y su paradigma de entrega por la emancipación de Puerto Rico inspiraron hace un año el documental fílmico “El Antillano” del cineasta boricua Tito Román Rivera, cuya banda sonora “Betances suena así” fue presentada a casa llena el pasado sábado en el Teatro de la Universidad, en Río Piedras.

En la coyuntura de la bancarrota fiscal y de una de las peores crisis de valores en la historia reciente de Puerto Rico, “Betances suena así” emerge como un llamado a la conciencia colectiva para reconstruir la nación a fuerza de sacrificio en la defensa de su dignidad.
Conceptualizada por Tito Auger y Tito Román Rivera, con el asesoramiento del historiador Félix Ojeda Reyes, la banda sonora “Betances suena así” consiste de dos discos compactos en que se distribuyen alrededor de una veintena de canciones que la noche del sábado 9 de mayo fueron interpretadas por una entusiasta representación del talento de la canción popular contemporánea; jóvenes cantautores, intérpretes e instrumentistas que se caracterizan por su sensibilidad e intelecto.
Cada uno desde su esquina, contribuye a la trascendencia histórica del patricio Betances; que en la presente era neoliberal perfila, desde sus voces e instrumentos, como la conciencia de Borinquen; liberando de sutiles mordazas culturales e institucionales para interpelar al País sobre la urgencia de la solidaridad en la cita para salvar a la Nación del desfallecimiento y exterminio de su identidad.

La puesta en escena de Tito Román Rivera fue un reto por el desfile de artistas de diversas configuraciones conceptuales y orquestales. Pero la producción hilvanó el espectáculo coherentemente, complementando a veces su movimiento con la proyección de fragmentos de vídeos rodados durante la grabación en el estudio Astra y con los discursos de personalidades como don Félix Ojeda Reyes.
A mediados de 2015, la banda sonora “Betances suena así” reconfirma la utilidad de la música como expresión de la documentación de la historia de los pueblos y sus luchas, como en tiempos recientes otros artistas lo han hecho en torno a las figuras de Eugenio María de Hostos y Pedro Albizu Campos y eventos como la invasión norteamericana de 1898, la presencia de la marina de guerra estadounidense en Vieques y actualmente el clamor por la liberación de Óscar López Rivera.
Como señalamos arriba, cada artista honra a Betances desde su esquina o referente cultural. Con el recurso de la poesía hablada y el “spoken Word”, Hermes Ayala sintetizó la gesta de Betances, acompañado por los barriles de Bataklán. Pirulo Rosado, con su Tribu, aportó una caliente versión de la composición “Soy antillana” de Marilyn Pupo que popularizaron a finales de los 70 Celia Cruz y la Sonora Ponceña. Mijo de la Palma, con su propuesta acústica, desnudó al vate libertario que palpita en Betances con su entrega de “Paso a paso”.
Y así, con un complaciente despliegue de su musicalidad, algunas de singular sofisticación y otras de elocuente sencillez, se sucedieron los artistas en la escena, participando el soberano de un desfile heterogéneo de formas musicales y estilos artísticos legítimos, evidente en los trabajos de Mikie Rivera, Tito Auger & Walter Morciglio, Bataklán, Dulce de Coco, Juan José Hernández y Sebastián Andrés, Lizbeth Román, Chabela Rodríguez, y la colaboración del cantante Willito Otero, el plenero Charlie Pizarro y el cuatrista Manny Trinidad en “Doctor de los pobres”, entre otros.

Obviamente, la particularidad del concierto y la banda sonora es la complementariedad de la música y los textos, y viceversa. Por eso la rusticidad de Los Pleneros de la Cresta en su acercamiento a “El hijo de Borikén”, basada en la novela “Le deux indiens”, impacta por su contenido y los panderos, con su diversidad de movimientos rítmicos, como resorte para gestar la composición posiblemente de mayor impacto patriótico e ideológico en la velada.
La danza “Réquiem para Lita”, original de su intérprete Juan Pablo Díaz, desencadena en un sabroso chachachá, rico en contrapuntos logrados por su combinación de instrumentos sinfónicos y afrocaribeños, además de la hermosa melodía concebida por el autor para recrear el amor de Betances por su novia María del Carmen Henri, que muere a los 21 años aquejada por la fiebre tifoidea.
Como colofón, el poeta Luis Díaz e Intifada acentuaron el discurso de Betances a favor de la autodeterminación de Borinquen y su concurso, como nación libre y soberana, en la confederación antillana, con los contundentes versos de “El cielo por asalto”, inspirados en la pregunta que solía repetir el prócer: ¿Qué les pasa a los puertorriqueños que no se rebelan?